viernes 29 marzo 2024

Crónica del tercer y último debate presidencial de 2018

por Roy Campos

Para entender el comportamiento de los cuatro candidatos en el tercer debate presidencial, a 18 días del proceso electoral, debemos primero entender el contexto.

López Obrador. Líder indiscutible en las encuestas y no por pocos puntos, los modelos le asignan una gran probabilidad de ganar y hacerlo incluso con mayoría en el Congreso. Ha salido bien librado de los anteriores debates. Será el sexto debate presidencial en el que participe de 2006 a 2018 y en ninguno de ellos ha salido mal librado; en los dos anteriores de este proceso electoral no usó la misma estrategia, así que podía sorprender. La lógica decía que iría a cuidar la ventaja, a arriesgar poco e incluso a tratar de que los otros candidatos se pelearan entre ellos.

Meade. después del fracaso de la primera mitad de su campaña, parece que el cambio de estrategia y de dirigencia del PRI le ha dado resultados y después del segundo debate ha crecido, no al ritmo que requiere para alcanzar al primer lugar. Previo al debate, sus ataques en declaraciones han sido contra Anaya aunque en spots ataca directamente a AMLO.

Bronco. Aunque ha intentado por todos los medios figurar en forma importante, su campaña no ha levantado como para ver en él a un competidor. En los debates anteriores logró dar nota, así que era de esperar lo volviera a hacer.

Anaya. No ha dejado de estar en segundo lugar, pero el atorón que tuvo durante la intercampaña no lo ha superado, no ha logrado posicionar un tema relevante y cada vez se aleja más del primer lugar. En días previos apareció un video reviviendo la acusación de lavado de dinero en su contra, aunque el video no podía considerarse una prueba de nada, distrae su campaña y lo obliga a radicalizarse contra el presidente Peña Nieto.

El debate, pues, llegaba en el momento más álgido hasta ese momento, cuando los ataques eran más directos y más personales. El interés en pocos días subió. Personalmente auguraba un gran debate, ¿quién cumplió? ¿Quién decepcionó? ¿Quién rebasó expectativas? ¿Conocimos alguna información relevante? Veamos:

López Obrador fue a lo suyo. Estuvo bien a secas. Los momentos difíciles los resolvió con simpatía y no se salió de su guion “corrupción, corrupción corrupción”, mensaje que conecta. Resistió los embates directos de Anaya, quien lo confrontaba e interrumpía. Como en los debates anteriores, sin hacer un gran debate parece que sale indemne y eso para él ya es ganancia, dada la ventaja que muestra en las encuestas (pobremente diría él).

Meade, bien, tal vez el más dominador de las cifras y del tema, pero mostrando la debilidad que lo ha perseguido, excesivamente racional y poco emotivo. Sus ataques los repartió, inició contra AMLO por el bajo crecimiento y la corrupción en su gobierno en la Ciudad de México y contra Anaya al señalar que está acusado.

El Bronco, como es: directo, aunque el formato no le favorecía. No tuvo los buenos momentos de los dos debates anteriores, aunque lo intentó.

Anaya era quien más necesidad tenía de hacer un debate directo y lo intentó dos veces, pero los moderadores lo impedían. En ambos encaró a AMLO, acusándolo de corrupción como jefe de Gobierno. Al inició intentó responder a los ataques que se le hacen en el video de días antes y muy anticlimáticamente se le agotó el tiempo en el momento donde se mostraba tal vez más emotivo.

El debate no altera nada

Después de esta pequeña descripción, podría decirse que el debate no altera nada, no da nueva información relevante sobre los candidatos, sobre lo que piensan ni sobre su pasado, aunque así lo afirmen sus voceros. Veremos si en el posdebate aparecen algunas cosas, como prometió por ejemplo Anaya, pero en el debate no veo motivos para que ningún simpatizante cambie su decisión de voto. Si esto fuera cierto, y es algo que debe probarse con las próximas encuestas, AMLO debe sentirse satisfecho y los demás preocupados.

Si alguno decepcionó podría decirse que fueron tanto Anaya como Meade y no porque hayan estado mal sino porque después de este debate ya no tendrán frente a sí al puntero ni se encontrarán ellos dos. Era el momento de “echar su resto” e ir por todo y no los vi así, tal vez por el formato, pero no vi ese ataque que pudiera mover las cosas.

Momentos chuscos hubo muchos: AMLO, diciendo que no llevó la cartera por precaución. El Bronco, hablando del “Facebook Bronco Investigations” o llamándoles “tercia maldita”, pero no muchas más. Momentos a explotar seguramente por Anaya serán las dos veces que encaró a AMLO sin que le respondiera. Frases rescatables: “Perdonar no es cambio”, dicha por Anaya para acusar a AMLO de pactar con Peña Nieto, o algunas de López Obrador como “Justicia, no venganza” o “Salió de esta cabeza y de este corazón”, refiriéndose al origen del programa de apoyo a adultos mayores que él impulsó cuando gobernó.

Conclusión

Como conclusión, terminé decepcionado del debate. El que pensé que sería el mejor terminó siendo el menos impactante, tal vez el formato que parecía mas una entrevista colectiva que un debate de ideas entre ellos, y sí, hubo muchas propuestas pero todas normales: subir el salario minimo, igualar a hombres con mujeres, apoyar energias limpias, etcétera.

El debate no ha terminado. El debate no sólo son las dos horas que dura, sino los días que es explotado. En los anteriores, Meade fue el que mejor dio seguimiento con aquellos dos departamentos que no declaró AMLO y con el caso de Nestora Salgado. En este se ven venir dos temas: el intento de Anaya de hacer importante lo de los contratos por asignación directa en el gobierno de AMLO y la difusión del video completo que acusa a Anaya de lavado y que se conoció 15 minutos antes de iniciar este tercer debate. Si me apuran, este debate no cambia las cosas.


Este artículo fue publicado en El Economista el 13 de junio de 2018, agradecemos a Roy Campos su autorización para publicarlo en nuestra página.

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