viernes 29 marzo 2024

Yo discrimino, tú discriminas y nosotras… más

por Georgina Juárez Lledias

La sociedad mexicana es compleja, diversa y en su mayoría está profundamente dividida, además es altamente tradicional y creemos que al excluir al diferente, a quien disienta o tenga una orientación sexual distinta seremos más homogéneos. Sometemos a grupos vulnerables a discriminaciones múltiples, por condiciones de discapacidad, edad, género y hasta por ingresos económicos.

Le Turban Vert, Tamara de Lempicka,1929

Naciones Unidas, a través de su Observación General del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, establece claramente la situación en materia de género: “Las mujeres se ven con frecuencia privadas del disfrute de sus derechos humanos en nombre de la igualdad, en especial debido a la condición inferior que les asignan las tradiciones y las costumbres o como consecuencia de discriminación abierta o encubierta. Muchas mujeres sufren diversas formas de discriminación al combinarse los motivos de sexo con factores como la raza, el color, el idioma, la religión, las opiniones políticas, el origen nacional o social, el nivel económico el nacimiento u otros factores como la edad, la pertenencia étnica, la presencia de discapacidad, el estado civil, la condición de refugiada o migrante que agravan la situación de desventaja”.

Pero lo peor no es la asimetría de la situación, lo peor es que las mujeres somos las más duras críticas de las mujeres. Así pues, resulta que aunque somos un grupo vulnerable, también cuestionamos en gran medida nuestras propias libertades en lugar de hacerlas valer, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS 2010), si bien casi 27% de las mujeres ha sentido alguna vez que sus derechos han sido violados por el solo hecho de ser mujeres, también hay declaraciones desconcertantes de la propia población femenina en temas de derechos sexuales y reproductivos. 60.6% de las mujeres están en desacuerdo con la interrupción del embarazo, más significativo aun resulta que el 46.3% de las mujeres piden castigo para aquellas que la lleven a cabo. Ambos porcentajes son más altos que en el caso de los varones.

Tanto en la ENADIS 2005 como en la edición 2010, la quinta parte de la población responsabiliza a las mujeres víctimas de violación, pues serían las propias mujeres quienes “provocaran” a los hombres (esto ha sido declarado tanto por hombres como por mujeres)

22.6% de las mujeres justifica la desigualdad salarial, pues creen que al interior de una pareja “el hombre debe ganar más dinero”. Completando este paradigma, la encuesta arroja que la cuarta parte de la población femenina piensa que el hombre pierde respeto si tiene menos ingresos que la mujer.

Lo que claramente se desconoce es que según datos del Banco Mundial, durante 2017 en el país el 44% de la fuerza de trabajo fue de las mujeres, durante el tercer trimestre el Banco de Indicadores del INEGI reflejó una realidad económica perturbadora al observar la proporción de aquellos que perciben más de 5 salarios mínimos, pues hay una distancia abismal entre un género y otro. El total de asalariados es de 2 millones 722 mil 520; de los cuales un millón 990 mil 854 son hombres y sólo 731 mil 666 mujeres, es decir 73.12% de hombres por 26.88% de mujeres. Así que estas mujeres que justifican la disparidad económica pueden seguir tranquilas, pues la realidad las apoya y ha sido de esa forma desde hace mucho tiempo.

Información de esta instancia señala un índice de 26.6% de violencia laboral y a manera de descubrimiento son las mujeres casadas quienes concentran el mayor grado de discriminación con 9 millones 498 mil 137 trabajadoras violentadas. Durante el pasado 2017 un total de 3 millones 788 mil 386 mujeres declararon al INEGI haber sido discriminadas en sus centros de trabajo. Vale la pena resaltar que el rango de edad en donde más se presenta esta segmentación es en aquellas trabajadoras que van de los 35 a los 44 años de edad con un millón 78 mil 896 incidentes, les sigue un sector más joven, que abarca de los 25 a 34 años con un millón 15 mil 139 casos. Así pues, son 643 mil 420 mujeres las que concentran la mayor vulnerabilidad, tanto por el factor edad como por estar unidas legalmente. Para completar este panorama, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH) señala que a un millón 638 mil 786 mujeres las humillaron por su género, un millón 258 mil 259 no fueron tomadas en cuenta por tal motivo y a 2 millones 246 mil 329 las han agredido verbalmente (por ser mujeres o a decir de sus agresores “porque obtuvieron ese trabajo a cambio de favores sexuales”).

Y aunque el 56.6% de las mujeres (ENADIS 2010) declaró que en el país no se respetan los derechos de las mujeres, este indicador no parece ser un signo de alarma entre las encuestadas. En los casos de violencia física, aunque el 40.5% dice que levantaría una denuncia contra su pareja, casi el 12% cree que el diálogo resolverá la situación.

Pero la realidad de la violencia al interior de los hogares nos rebasa, en la ENDIREH 2016 se reportó que el 43.9% de las mujeres fueron agredidas por su pareja, de este porcentaje casi en el 20% los ataques fueron físicos, y no sólo eso, sino que en ediciones anteriores de este instrumento se puede ver la prevalencia de este fenómeno. En el 2011 la encuesta señala un 47% de mujeres violentadas y un 14% de agresiones físicas, en la versión 2006 los índices son muy similares a los de 2016, 43.2% de violencia hacia las mujeres por parte de su compañero(a) y un índice de 19.2% de violencia física.

La durmiente, Tamara de Lempicka, 1932

La ENADIS 2010 señaló que 4 de cada 10 personas considera que no se respetan los derechos de las personas homosexuales, indígenas y migrantes. A esto podemos sumar mayor estigmatización al interior de estos grupos, en el caso de la comunidad LGBTTTI, quienes sufren mayor rechazo son las mujeres lesbianas. Esta población es más señalada, tanto por su familia de origen como por la sociedad y declaran que son objeto constante de críticas (17%), las mujeres homosexuales apuntan en 36.2% que la falta de aceptación es el principal problema que enfrentan las personas con orientación sexual homosexual o bisexual. En tanto, 7 de cada 10 personas de esta comunidad considera que no se respetan sus derechos.

Y de nueva cuenta, este instrumento de la CONAPRED registra cómo la sociedad mexicana segmenta, juzga y excluye. A nivel nacional y en todos los rangos de edad, la población considera que la orientación sexual provoca división, el 40% de las personas no permitiría que en su casa viviera alguien homosexual. En el desglose por nivel educativo, es clara la relación que existe entre la ignorancia y la intolerancia, 43.4% de las personas sin escolaridad considera negativo que la sociedad mexicana contenga diferentes orientaciones sexuales, a mayor nivel educativo, los porcentajes se revierten. Otro factor a destacar es que a mayor edad, mayor intolerancia. A nivel global 3 de cada 10 personas se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo.

El caso de las mujeres lesbianas es representativo, pues son una minoría que reúne una doble vulneración, pues son parte de un grupo muy estigmatizado, pero ellas sufren aún más rechazo.

Sin duda, en México las personas con discapacidad son otro grupo altamente discriminado, de acuerdo con la ENADIS 2010, 7 de cada 10 personas a nivel nacional creen que los derechos de este grupo no son respetados, y aunque parecería que este grupo vulnerable es “aceptado” resulta que esta es una falsa percepción: en materia de empleo, aunque la mayoría asegura que no se les debe negar el trabajo remunerado, debajo de esa delgada capa de “tolerancia” hay un 51% que opina expresamente que “no se justifica emplear a personas con discapacidad en un país con tanto desempleo”, las mismas declaraciones se encuentran para los adultos mayores, esta vez en un 48%.

Pero la discapacidad ya vive en los hogares mexicanos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2010, el 16.4% de las familias tienen al menos un integrante con esta condición, por lo que los gastos en el rubro de salud se duplican, de ahí la necesidad de que este grupo tenga ingresos propios, por obvias razones el mayor desembolso se presenta en atención primaria o ambulatoria con un 77.2%, medicamentos en 16.1% y atención hospitalaria en 6.7%, a esto habría que sumar terapias privadas. En voz de las personas con discapacidad, el 80% no cuenta con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades, mientras que al 78% le resulta casi imposible obtener apoyos gubernamentales.

La modelo, Tamara de Lempicka, 1925

Los adultos mayores son altamente excluidos debido a su edad, de acuerdo con la ENADIS 2010, al 91.2% le es difícil encontrar un trabajo, aquí podemos subrayar que sólo el 57.9% de los hombres están pensionados, las mujeres mayores están en gran desventaja, pues sólo el 11.7% cuenta con algún tipo de pensión, tal vez quepa preguntarse por qué el índice es tan bajo. La respuesta es que la aplastante mayoría de las mujeres en nuestro país se han dedicado al trabajo doméstico no remunerado durante casi toda su vida, por esta misma razón al 75.6% de las mujeres mayores las sostiene económicamente algún miembro de la familia. Lo que las coloca en una situación de alta vulnerabilidad, pues no tienen ingresos propios y la edad trae consigo consecuencias, entre ellas enfermedades y condiciones discapacitantes. Cifras del “Perfil sociodemográfico de adultos mayores 2014” realizado por el INEGI señalan que sólo el 32.6% de los adultos mayores cuentan con ingresos a través de programas sociales. Los propios adultos mayores declaran que hay una importante brecha entre los salarios de hombres y mujeres; en tanto que 489 mil adultos mayores con alguna limitación o discapacidad, continúan siendo productivos económicamente.

Dicho estudio señala que en las últimas 2 décadas, este sector de la población se duplicó para llegar a los 10.1 millones de personas, es decir, 1 de cada 10 habitantes. De ellos 3 de cada 10 adultos mayores no tienen ningún tipo de servicio de salud. En la Ciudad de México, por cada hombre con discapacidad adulto mayor, existen 2 mujeres en esta condición. El INEGI registra la edad como la principal causa de limitaciones físicas, con 1.3 millones de casos (el 47.9%); en segundo lugar aparecen las enfermedades en 1.1 millones de personas, o sea el 40.6%; los accidentes han afectado a 321 mil adultos mayores, lo que representa al 11.6%, y por último existen “otras causas” con el 1.8%, es decir 49 mil habitantes. Así pues, aquí se unen condiciones que de manera general son rechazadas por el grueso de la población: la enfermedad o discapacidad, la edad y la falta de ingresos propios.

Existen varias discrepancias entre cómo nos vemos y cómo actuamos en conjunto, creemos que somos un país unido, cuando en realidad discriminamos y segregamos a quienes son distintos, a aquellos que no se ajustan a los patrones que hemos heredado.

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