miércoles 24 abril 2024

Videofakes

por Alberto Monroy

Son muy comunes, cada vez más frecuentes y los hay de todos los colores y sabores, al gusto de cada partido: “Tatiana Clouthier pone en su lugar a Javier Lozano”; o aquel otro en el que es ella la que es “puesta en su sitio” por Jorge Castañeda; o ése en el que Mikel humilla a Sheinbaum y Barrales; o alguna de ellas a los otros, etcétera.

No sé cómo llamarles: ¿videofake, tal vez? ¿Spots disfrazados? Se trata de un trozo de video (fuertemente editado) que narra de un modo incompleto y parcial un debate o esgrima verbal específicos entre actores políticos de esta campaña electoral, que tuvo lugar en algún noticiario o espacio televisivo del país.

Se construye, no para informar, sino precisamente lo contrario: manipular y tergiversar a fin de obtener réditos políticos. No pretende dejar constancia de una diferencia argumental o programática, sino hacer escarnio del rival aprovechando un recurso retórico o una frase afortunada. Es casi como un meme en movimiento.

Pero lo más absurdo es que estos videofakes son frecuentemente compartidos en redes sociales, no como la broma ingeniosa del día, sino como “prueba definitiva” y “testimonio objetivo” de que el “partido equis” es la maravilla del planeta, mientras que el “zeta” es una runfla de incompetentes y traidores. La impostura absoluta, la completa degradación del debate político.

Lo peor de todo es que a nadie parece importarle ni reclama la evidente manipulación y desinformación, o exige, por ejemplo, la liga al video completo y sin editar del episodio. Todos se hacen patos y dejan pasar la mentira descarada, sin siquiera objetar… Simplemente se aprestan a compartir el videofake que se alinea con la preferencia partidista particular.

Se da inclusive la patética y ridícula situación que del mismo debate televisivo se puede escoger el videofake en el que Juana le pone una madriza a Chana, o aquel en que ésta sale victoriosa contra aquélla. Todo depende del trozo de video escogido y cómo fue editado.

Validamos la mentira; nos habituamos a la prueba defectuosa, contribuimos a la pauperización de nuestro intercambio político… Y nos resignamos a ello.

Cuando fue escrito este artículo, aún no se realizaba el primer debate entre candidatos presidenciales, pero ya me imagino la ingente cantidad de videofakes que se fabricarán de él y que nos enjaretarán partidarios entusiastas.

Y con cada subsecuente debate, la invasión será mucho peor, a menos que, como sociedad, los descartemos como lo que en verdad son: piezas de propaganda… ¿Alguien acaso celebraría (ya no digamos compartiría) al inútil que publicase spots partidistas en sus redes? Bueno, pues el videofake es lo mismo.

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