jueves 28 marzo 2024

Uno confía en los ángeles y el otro en las nuevas tecnologías

por Salvador Quiauhtlazollin

Son dos puntos de vista muy, muy diferentes, pero al final se resumen en lo mismo: el destino los ha alcanzado y pronto los rebasará. Pero hay una diferencia fundamental: mientras uno confía en los ángeles y la “luz y el amor” que subyacen en todos nosotros, otro sí confía en las nuevas tecnologías. Vayamos a León, Guanajuato, el sábado 15 de octubre. Carlos Santana regresa después de 22 años a la ciudad zapatera, a revivir la magia que nos hizo vivir hace dos décadas. Pero no sólo regresa a una ciudad cambiada completamente en infraestructura, también en mentalidad: si hace apenas dos décadas se vio temblar a los locales, temerosos por los fuereños que invadimos la en ese entonces pequeña urbe para disfrutar por primera vez en México la samba pa ti; ahora lo más copetudo de la rancia oligarquía guanajuatense se dio cita para oír al ex mariachi de Autlán, Jalisco. El propio organizador, don Vicente Fox, ex presidente de la Coca Cola y además de los Estados Unidos Mexicanos, ocupaba, con el sombrero bien puesto, un conspicuo lugar en las primeras filas. El eslogan es que ahora León es una ciudad puntera, con espectáculos de primera y una neta vocación solidaria. Y quién mejor que Santana, el hombre que algún tiempo se llamó Devadip, para encarnar este ideal.

Pero por muy noble que sea la causa, el pasado pesa, y mucho. De entrada, a alguien se le ocurrió darle a un tal Chetes la encomienda de abrir el concierto. Error fatal: este rockero no mereció ni la rechifla del respetable. Patético fue cuando invitó al público a cantar con él su gran éxito, y sólo se oyó el chirriar de los grillos.

Y Santana tampoco está muy adecuado a los tiempos. Cierto, ha modernizado algunos himnos del rock, incluyendo uno de AC/DC, pero se extraña al virtuoso, al mago que dejaba los discursos seudo místicos atrás para concentrarse en la guitarra. Tampoco trajo una banda para impresionarnos: si en el concierto añorado de hace más de veinte años estaban nada menos que Chester Thompson y ¡Greg Rollie! en los teclados, en esta ocasión David Mathews demostró que no da el feeling necesario. Aunque la baterista Cindy Blackman, la flamante esposa de Santana, aporreó con fuerza inusual la batería, el sabor que deja la agrupación del jalisciense es el de una etapa superada por la mayoría de los cuarentones que casi llenaron el Nou Camp; la certeza que en este mundo siempre cambiante, Santana se ha amarrado en el punto explosivo en el que conmocionó a Woodstock. Lo peor -o mejor, pues tal vez esto hable de la estabilidad de la especie-, es que tal parece que el espectador es lo que espera: la eterna repetición de los mismos temas interpretados siempre igual.

En efecto: todo eso parecía esperar el público, excepto la bazofia religiosa del líder, que no ha dejado este rollo desde que se le apareció el ángel y Dios le habla. Por cierto, el que esto escribe probablemente haga suyos estos argumentos, pues para abandonar a su ex mujer, Santana afirmó que el todopoderoso le habló y le dijo que la dejara en sus manos. Creo que he encontrado la justificación perfecta para mis desmanes.

Pero dejemos atrás el pasado, que únicamente mereció esta visita por la nostalgia, y por el hecho de que el ganador de enemil grammys anunció que prontamente en México se legalizará la marihuana (un soplo, o una mentira piadosa, supongo, de sus encumbrados anfitriones). Regresemos al presente con ganas de proyectarnos a lo que sucederá en pocos años, y entremos al Hotel Brick, en la calle de Orizaba, que conjunta el pujante estilo porfiriano con la contundencia mercantil de hoy. Tommy Stinson, Dizzy Reed, Chris Pitman, Richard Fortus, Frank Ferrer, Ron Bumblefoot Thal y DJ Ashba, visitan el bar de los martinis frutales para un showcase. Son los actuales integrantes de Guns N’ Roses, y herederos de todos aquellos miembros que no se han tragado los desplantes de Axl Rose y han dejado el grupo con apetito por la destrucción. Poc, rockera de ochentena pelambre, presenta su nueva producción y será telonera de Guns N’ Roses en sus presentaciones en el Palacio de los Deportes. Junto a ella está Ron Bumblefoot Thal, guitarrista de la banda de Axl Rose, y que para ser una súper estrella del metal es demasiado, demasiado amable, lo que me hace casi enrojecerme. Durante unos minutos, cercados de violentos decibeles y la presión de una inminente conferencia de prensa, habló para etcétera sobre el futuro…; sí, aunque parezca frase sacada del CONECTE de los setenta: sobre el futuro del rock:

¿Qué opinas de la pronta desaparición de los formatos físicos de la música (CD, vinilos, cintas)?

– No creo que nada de eso en el futuro vaya a desaparecer, yo mismo tengo todavía vinilos. La tecnología puede ajustarse a lo nuevo y presentar otras cosas, pero creo que los formatos deberían… no, seguirán existiendo por la facilidad que le dan al oyente para oír su música como quiera y en cualquier momento. Lo que creo que sí cambiará es la economía de la música.

¿De dónde saldrá entonces el dinero, tu sustento?

– Merchandising, conciertos, la solidaridad de los fans, que apoyarán a las bandas en las giras y comprarán los pocos discos. Yo pienso siempre que tenemos que tener muchísima fe en el fan, en el seguidor de la banda ante toda circunstancia.

¿Qué opinas de la audacia de Radiohead de poner su disco en Internet para que cualquiera lo bajara pagando lo que creía justo?

– Finalmente hay que confiar en los nuevos formatos, no se oyen tan bien, pero hay gente que lo hará, que los comprará. Lo que hizo Radiohead fue una jugada exitosa, pero lo más importante es que hicieron uso de la tecnología para difundir su música…;…;si tienes la tecnología, debes de hacerlo, de hecho, yo he realizado algunas cosas similares, valiéndome de la tecnología.

¿Es duro vivir con Guns N’ Roses?

– Lo más duro es renunciar a tu vida anterior y ajustarte a una vida nueva, sobre todo el estrés de tener un show tras otro, la presión, pero…;pues nos acostumbramos.

¿Qué prefieres de los medios de comunicación?

– Me gustan todos, puedo oír música por horas y horas, ir al cine, disfrutar música en mi coche. Me gustan todos, los disfruto todos.

Si no fueras el vocalista de Guns N’ Roses: ¿en qué otra banda te gustaría estar, o con qué solista te gustaría tocar?

– ¿De no estar en Guns?

– Hoy por hoy: con Poc.

No sé si fue una respuesta muy solidaria y caballerosa, o verdaderamente con Poc estamos ante el surgimiento de un portento.

Así lo hizo la banda inglesa el 10 de octubre del 2007, uno podía descargar su álbum In Rainbows, pagando lo que quisiera (incluso nada). Fue un éxito, pues en promedio los cibernautas pagaron unas 4 libras. Las ventas del formato físico, que salió después, también fueron muy satisfactorias.

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