viernes 29 marzo 2024

Una familia especial

por etcétera

Aquellos eran los días del tranvía que salía de Mixcoac a San Ángel. En el trayecto por avenida Revolución y a la altura de lo que hoy es el Asilo de Ancianos de Mundet, solía subirse un joven voceador a ofrecer sus productos. Entre ellos, el más comprado, era la Familia Burrón.

Mientras transcurría el trayecto era imposible no echarle un vistazo a la atrevida, inesperada y entretenida vida de don Regino Burrón que junto con su esposa Borola Tacuche y sus hijos Tecojote, Macuca y Foforito al lado de Wilson, el can de la familia, recreaban escenas de la vida cotidiana de un mexicano promedio.

Lo más gracioso era que estos personajes eran un perfecto retrato de gente que conocíamos en la vida real. Y cómo no habría de ser, si Gabriel Vargas, su creador, visitó toda clase de vecindades, cabarets, mercados, cantinas y pulquerías para crear a sus personajes y con ellos un vivo retrato de los mexicanos, porque nunca faltó quien, con mofa y un ejemplar entre las manos, volteara discretamente a ver rostros en la calle. De algún modo, teníamos un parecido con las cualidades o con la fisonomía o con las historias de aquellos fantásticos seres de papel y tinta sacados de la realidad.

La familia Burrón nació en 1948 y rompió varios récords en tiraje: 500 mil ejemplares cada semana, con historias nuevas y frescas. Y continúa publicándose, pese a que su creador ya no está en condiciones de seguirla haciendo.

Hace un año, el gobierno de la Ciudad, ya sin tranvías pero con planes de ponerlos de nuevo, le entregó a Gabriel Vargas un reconocimiento como ciudadano distinguido.

Alguien le preguntó: ¿Hasta cuando habrá Familia Burrón? “Mientras queden en México ricos en expansión, pobres en decadencia, soberbios en inflación y humildes apachurrados”, dijo alegremente, quien ganara el Premio Nacional de Periodismo en 1983.

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