viernes 19 abril 2024

Un año para olvidar

por Dino Cappelli

2006 fue un año para olvidar en los medios de comunicación de Uruguay… por muchas razones.

Un mal comienzo, allá cuando el Presidente de la República Tabaré Vázquez se preocupó de tener “injerencia” sobre la prensa y alertó de la existencia de “algunos medios que realizan una oposición sistemática”. Y los nombró, uno por uno. Ellos lógicamente expusieron su ofensa pública. Causó sorpresa y estupor en propios y ajenos. En los propios, hombres del partido de gobierno (Encuentro Progresista Frente Amplio) caracterizado en muchos de sus actos por aludir a la libertad de expresión y a la independencia de los poderes.

Sorpresa, estupor e indignación en los ajenos, aquellos medios aludidos directamente que no ocultaron su malestar, y en los medios colegas que no entendían la intromisión en las palabras del primer mandatario, algo que no ocurría en forma directa desde los años oscuros, terribles, de la dictadura militar (1973-1985).

Fue una voz de alerta que habló desde las gremiales que conforman periodistas radiales, escritos y televisivos. Porque los nombrados pertenecían -y aún lo hacen- a las tres formas.

La justicia convocada

Con el correr del año el suceso se fue olvidando, pero quedaron las sombras y los resquemores. Los aludidos se sintieron perseguidos desde el gobierno, y los declarados por cuenta propia “medios de izquierda” sistematizaron la crónica e investigación de los hechos como aludiendo a una retórica negativista… de sus colegas.

Un año de juicios y audiencias, un año donde la justicia tuvo que lidiar en muchos casos ante la publicación de hechos que a uno u otro uruguayo afectaron. Un año de periodistas procesados por ejercer su función, muchos aludidos que convocaron a los tribunales para dirimir sus pleitos, y un caso que marca jurisprudencia de forma increíblemente negativa para los medios de comunicación.

Un semanario de publicación regional en el centrodel país se vio obligado a cerrar el año de la peor manera: condenado civilmente a pagar dos mil dólares a un agente policial que fue mencionado por una carta de lectores allí publicada. La justicia penal falló en favor del medio y de la libertad de expresión aunque halló culpable a la autora de la carta de difamación e injurias. Y luego un juez de paz que apeló a una ley ya obsoleta, fechada en los años de gobierno de facto, y condenó al medio por la vía civil como responsable por los delitos de prensa que a través de sus páginas se cometieran.

Y la publicación deberá pagar este año. Mucho dinero para un medio independiente, para una región empobrecida.

El mal reparto

El año que se fue se llevó consigo investigaciones de las asociaciones de prensa del Uruguay respecto de la publicidad oficial y su dispareja distribución en las empresas periodísticas. Y sus resultados no marcan asombro pues las cosas (léase lo que hacían los partidos tradicionales en el gobierno y lo que hace la nueva izquierda) no han cambiado.

La gran frutilla de la torta se queda en Montevideo, en los tres canales de TV abierta de carácter privado, en los tres mayores diarios de circulación nacional, en las empresas radiales del área metropolitana. Y afuera, en el interior profundo, siguen subsistiendo -sobreviviendo- como pueden una serie de pequeños medios: semanarios, radios AM y FM, diarios, revistas, programas de televisión, canales de TV locales. Con escaso apoyo, “con migajas de los miles de dólares que se continúan distribuyendo en avisos del Estado” se quejan los dueños, los empleados.

Pero en 2006 hubo cosas buenas, que son aquellasdignas de proyectar a 2007. Y que marcan los desafíos de la prensa y los medios en el Uruguay que viene.

La notoria y masiva aparición en el éter de radios comunitarias, generalmente iniciadas a partir de profesionales que abandonaron medios de mayor poder económico y alcance. Así han surgido de dos a tres emisoras por ciudad con población mayor de cinco mil habitantes -promedio-, que generalmente canalizan las necesidades de los oyentes (comunicación, presencias, programas en vivo) y se presentan como una opción a la hora de publicitar más barato para los anunciantes, y de promover acciones barriales y comunales que de lo contrario difícilmente llegan al gran público.

Desafíos encontrados

Pese a los años de crisis económica que aún tienen huellas en el país, las ideas persisten. En breve verá la luz un nuevo diario de circulación nacional, Plan B, que se suma a otro surgido en el año finalizado: La Diaria.

Y también desde el Estado surgen señales de aportes económicos tendientes a jerarquizar el rol del canal oficial, TVEO. La señal que dirige Sonia Breccia ha invertido como nunca en su historia de décadas, y en el verano 2007 incorpora móvil satelital, digitaliza sus cámaras y emisiones, renueva pantalla, refresca su programación. Lo mismo en radio donde las emisoras AM y FM del Estado llamaron a periodistas a concurso, pensaron en corresponsales, iniciaron redes de comunicación abarcando el cien por ciento del territorio nacional buscando nuevos aires en el año nuevo.

Pero lo que sin duda marcará a 2007 en desafíos -y de hecho lo presiona para que así sea- es la nueva Ley de Radiodifusión que aún descansa en el Parlamento. Una ley que busca legitimar a las radios comunitarias, darles forma legal y permitir que sus obreros puedan aportar y facturar, cobrar y pagar. Una ley que desde AMARC se impulsa, pero que por la desidia de legisladores de ambas cámaras no obtiene satisfacciones.

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