viernes 29 marzo 2024

Silverio Palacios: “La televisión es una mujer fácil”

por Verónica Díaz

¿Dónde iniciaste tu carrera?

En Colima, de donde soy originario, en la compañía de teatro de la Universidad de Colima, a la que me integré a la edad de 15 años.

Con esa compañía obtuviste un premio importante.

Sí, a los 18 años participé en un festival internacional de teatro del Siglo de oro en Texas y ahí me reconocieron como mejor actor en categoría universitaria.

¿Por qué decidiste ser actor?

Fue una cosa que se fue dando, en la medida en que eso que empezó como un juego, me fue redituando no sólo en el aspecto de satisfacción personal sino que fui reconociendo en la labor del actor algo de utilidad. Algo que beneficia un poco a la gente en su relación consigo misma.

Si el cine, teatro y la televisión fueran mujeres, ¿cómo sería cada una de ellas?

En el caso del cine y del teatro, como dos muy fuertes y pasionales amantes, a las que tengo que serles profundamente fiel y leal; necesariamente tengo que dividir el alma para entregarme a ambas. La televisión me parece una mujer atractiva, seductora, pero fácil. Me parece, incluso, traicionera.

¿Cuál es la película que recuerdas con más cariño?

Siempre tengo una reserva afectiva para la última película que hice. Con el cine el amor no se agota tan fácilmente y cada película es un amor al que hay que entregarse profundamente y que además hay que terminar, siempre. Terminar el amor, acabar con el amor, de manera voluntaria no es fácil hay que irlo diluyendo poco a poco.

¿Hay alguna cinta que te hubiera representado un reto especial?

Sí, el último largometraje que hice, El Acorazado, de Álvaro Curiel, creo que representó muchos retos, pero particularmente uno: el personaje tiene la particularidad que se llama como yo, Silverio Palacios. Al director le gustaba mi nombre y dijo,”es que se tiene que llamar Silverio Palacios”. No me di cuenta que eso representaba una invitación franca a echarme un clavado hacia mis adentros, hacia mis entrañas; más que como persona, como mexicano.

¿Qué viste o descubriste en ese clavado a tu ser mexicano?

En este personaje vi reflejados muchos aspectos míos y favoreció este proceso de aceptación.

¿Por ejemplo?

Reconocerme como mexicano, como ser que sueña y que lanza expectativas más allá de su alcance, que de repente cree que obtener un reconocimiento es cuestión de fe y no de trabajo, no de disciplina.

¿Cuándo veremos El Acorazado?

Yo espero a principios de año.

Todo mundo habla del nuevo cine mexicano, desde hace más de 15 años. Para ti, ¿en qué consiste el nuevo cine mexicano?

Yo considero que esta ola se va prolongar todavía un rato más, en tanto el cine nacional está en una búsqueda pujante de una calidad y una cualidad propias. Hemos pasado por fases complicadas con imitaciones hollywoodenses, historias que ya se filmaron en otros países pero a la mexicana, estamos en la búsqueda de temas y personajes propios. Creo que esa etapa se va a seguir prolongando hasta que no consolidemos una estructura, una industria fílmica sólida mexicana cuyas temáticas incidan en todos los festivales a nivel mundial.

En no pocas ocasiones el llamado nuevo cine mexicano se siente comprometido con decir groserías o mostrar desnudos.

Yo tengo una particular opinión respecto de las groserías en el cine, creo que por más que se intentan significar, justamente se delata que carece designificado. A veces utilizamos las groserías para sustituir muchas imposibilidades de decir las cosas. Yo sí soy partidario de volver a enriquecer el lenguaje, el léxico de los personajes del cine nacional, para eso sí se necesita trabajar, hacer más estudio, hacer toda una escuela de guionismo, volver el guión casi una obra literaria; necesitamos volver a nuestros dramaturgos, a nuestros novelistas, a nuestros cuentistas, ahí hay mucho material infinitamente rico. En torno a los desnudos, sí hay una afán y sí una necesidad de enseñarnos tal cual, no hemos superado muchos tabúes respecto de nuestra sexualidad y de nuestro físico; el principal es que somos como somos, chaparritos, gorditos, morenos y que tenemos una riqueza y un atractivo que falta explorar y explotar.

¿Qué le puede pedir Amor sin Barreras al llamado nuevo cine mexicano?

¡Híjole! Yo creo que Amor sin barreras nació en un contexto sobre una problemática que nos concierne incluso, por el hecho de ser latinos. Es una obra fílmica terminada y redondeada cuya temática es tratada con este género tan rico como es la comedia musical que nosotros debiéramos, en un momento dado, explotar porque somos sumamente musicales, sumamente teatrales, sumamente festivos, podemos a través de la fiesta tomar conciencia de muchas cosas.

¿No es paradójico que el nuevo cine mexicano siempre se asocie con alguno de los Bichir?

No, no creo. Nos estamos dando cuenta que a parte de ellos hay más talentos, hay una riqueza de formas, de propuestas actorales, propuestas interpretativas. Sin duda ellos representan un estilo o un tipo de personajes que bien tuvo su época y se explotó en su momento, como en otras épocas, con otros actores. Habemos otros a los que nos dicen que somos ajonjolí de todos los moles porque estamos en un papelito de sombras pero estamos ahí. Yo creo que los Bichir fueron un paso que no hemos terminado de dar.

¿Con quién cenarías a la luz de las velas: con Lumi Cavazos o con Salma Hayek?

¿Se puede con las dos? Son completamente distintas y muy hermosas.

¿Con quién te gustaría compartir créditos?

No he compartido, pero he estado en sus películas, con Damián Alcázar, con Ernesto Gómez Cruz, Jesús Ochoa, Daniel Giménez Cacho, muchos actores de gran potencial.

¿Imaginas algún día en que las distribuidoras del país le den su lugar al cine mexicano?

No. No. Lo que puedo imaginar y hasta soñar con ello es que el cine mexicano le arrebate el lugar que nos pertenece a las distribuidoras.

¿Qué puede pasar primero: que las distribuidoras le den su lugar al cine mexicano o que gobierne la izquierda?

Dadas las circunstancias actuales, que la izquierda gobierne. Quizá lo pienso como un sueño, como una esperanza en términos de que como sociedad maduremos un tanto y que le demos la oportunidad a la izquierda.

¿Tú también sufriste con los “ratones verdes”?

Ya tenía, desafortunadamente, en mi mente, la idea de que no nos iba a ir muy bien en este Mundial. Una representación del país lo refleja. Este auge mediático tan poderoso donde incluso al director técnico de la selección se le puso como imagen representativa de Iniciativa México, es porque atrás no hay un respaldo.

¿Eres usuario de las redes sociales?

No. Me dan miedo, me gusta ser feliz. Siento que eso que está planteado como un medio de comunicación justamente para enlazarte con la gente, comunicarte y ser feliz, es un engaño. Siento que además es utilizado para joder, para perjudicar a la gente porque hay mucha información ahí, y de la nada saben cosas de ti, todo y cómo te mueves y cuántos hijos tienes y si tienes amante o si no tienes, y yo soy muy discreto en ese sentido (risas).

¿Qué te ha dado Colima y qué le has dado a Colima?

Me ha dado todo; nací ahí, ahí está mi familia, la gente que yo quiero, de ahí es mi mujer, voy con mucha frecuencia. Yo recuerdo mucho esa figura de la mitología de Anteo, el hijo de la tierra, aquél contra quien tuvo que pelear Hércules que era prácticamente invencible porque cada que Hércules lo derribaba Anteo recobraba sus fuerzas porque era el hijo de la tierra, lo fortalecía. Entonces yo siempre vuelvo a mi tierra con ese afán, para recobrar mis fuerzas.

¿Qué tanto ayuda el cine para ser feliz?

Muchísimo, un día encontré que podía ser feliz a través de esto y que podía divertirme con la gente, compartir un estado de ánimo como un buen platillo.

¿Con qué personaje de la política nacional te gustaría conversar y para qué?

Con el jefe del Ejecutivo, pero a estas alturas no tendría nada qué decirle. Desearía pero ya no tendría nada qué decirle. Veo una situación tristemente muy complicada. Sé que representa un mundo de intereses que incluso están fuera de su alcance, su control, que eso es lo triste. Le pediría que recordara que cada empleo, cada puesto tiene un sentido de utilidad para el cual fue creado. Yo pienso que el actor, por ejemplo, es útil para la sociedad en cuanto puede establecer medios y formas de entendimiento y comunicación para una mejor convivencia social y quien funge como una máxima autoridad tiene la obligación sustancial de proveer, a través de todos los mecanismos institucionales y constitucionales, una mejor convivencia social y si este país no la tiene es porque desde ahí se está fallando. Quizá es lo único que me gustaría comentarle.

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