jueves 28 marzo 2024

Redes sociales: un mundo de apariencias

por Ana Lilia González

Las opiniones

Aún recuerdo esa charla con una amiga –por cierto, a través de WhatsApp–, en la que ella, contundente, me decía: “Yo no tengo cuenta de Facebook ni en ninguna otra red social, solo utilizo el WhatsApp y eso, una o dos horas al día. Me parece que en las redes todo mundo miente. Esa vida feliz y perfecta: sólo las mejores fotos, autos, viajes a Europa, familia íntegra y feliz, la mejor sonrisa. ¿Quién se lo cree? Yo no”, señaló.

En otra ocasión, 6 u 8 meses después, otra amiga decía: “Yo no tengo Facebook ni Twitter ni Instagram, ni nada, solo WhatsApp. Lo que quiero compartir lo hago directa y personalmente con mi familia, no tengo interés en que el mundo se entere de mis cosas. La gente que es importante para mí, está en mi vida real, cotidiana”.

Un tercer caso (que es el más sorprendente porque se ha atribuido a los millennial como condición sine qua non la hiperconexión a Internet, el uso intensivo de los dispositivos móviles y de las redes sociales) de un hombre de 35 años que afirma: “No me interesan las redes sociales, todo lo que tengo que decir, lo digo personalmente. Eso es puro chisme y problemas, no tengo Facebook ni lo tendré. Tampoco uso otras redes sociales, solo este mensajero instantáneo para las emergencias”.

Estos testimonios parecen de otro planeta en un entorno en el cual el uso de las redes sociales es habitual y corresponde a la nueva normalidad en la vida de la gente. Pero no se puede polemizar en un tema como lo es decidir estar o no conectado, es una de las libertades de las cuales aún gozamos en este mundo hipervigilado, en el que la privacidad se diluye cada día más. Estas son otras maneras de ver el mundo sin el exceso virtual que hoy caracteriza nuestra existencia.

Las cifras demuestran que, en agosto de 2017, el número de usuarios activos en redes sociales alcanzó 3 mil millones, esto es, 40% de la población mundial (7 mil 500 millones), y la tendencia parece irreversible, pues el incremento es constante a través de los años.

Diversos artículos en la red han afirmado que el uso excesivo de los medios virtuales, como las redes sociales, pueden provocar trastornos o efectos negativos en las personas, particularmente de orden psicológico y emocional.

Felicidad ajena y ansiedad

¿Es acaso que la felicidad ajena nos produce tristeza y ansiedad? Tal parece que sí. Diversos estudios demuestran que la perfección en las publicaciones de famosos y no famosos ejerce una presión incuestionable sobre los demás, pues todos quisieran tener esa vida de ensueño que otros presumen en las redes.

No solo los artistas son tomados como referentes estéticos de una vida de lujo, sino también personas del entorno inmediato.

No obstante, un artículo publicado por The New York Times refiere que no deberíamos dar tanta credibilidad a estas publicaciones en donde se alude a una vida exitosa y perfecta, ya que existen discrepancias importantes entre las imágenes y frases que los internautas publican en las redes sociales, respecto de las búsquedas que realizan a través de Google.

Mientras que en Facebook o Instagram, por ejemplo, los internautas publican fotos o frases que esbozan la felicidad en sus matrimonios, con sus familias, y el éxito económico a partir de las pertenencias, Google almacena una gran cantidad de información que da cuenta de que la mayoría tiene algo que ocultar, y no es tan espectacular.

Este artículo refiere: “frente a la pantalla y de manera anónima, la gente tiende a decirle a Google cosas que no publica en las redes sociales, incluso dice cosas que no le dice a nadie más. Google ofrece una poción digital de la verdad. Lo que se teclea a través de este buscador, pareciera ser más honesto que las publicaciones en las redes sociales”. Entonces jugamos a una doble vida virtual: mientras en Facebook o Instagram todo es perfecto, a Google revelamos nuestros miedos, ansiedades, padecimientos y, tal vez, hasta frustraciones, según refiere este artículo.

Otro estudio, realizado en Alemania y que difundió la agencia Reuters, menciona que la Universidad de Humboldt y la Universidad Técnica de Darmstad descubrieron que el sentimiento de envidia entre los usuarios de Facebook es algo que no se debe ignorar. Tal estudio sostiene que una de cada tres personas se sintió peor y más insatisfecha con su vida tras pasar un buen rato revisando las publicaciones de sus contactos en esa red social, aun cuando solo diera un vistazo.

Los investigadores detectaron que las principales causas de “resentimiento” entre los usuarios fueron las fotos de las vacaciones, seguidas por la interacción social –o popularidad–, puesto que los usuarios establecen comparaciones de las felicitaciones, los “me gusta” o los comentarios que hay en sus fotos y publicaciones, contra las que reciben sus contactos o amigos en Facebook.

Lo que han denominado “seguimiento pasivo” de las publicaciones de otras personas sería lo que origina la envidia y anhelos de la felicidad ajena.

Otro de los hallazgos del informe “Envidia en Facebook: una amenaza escondida para los usuarios”, refiere que las personas de 30 años serían los más resentidos por asuntos como la felicidad familiar, mientras que las mujeres envidian más el atractivo físico.

“En Instagram y Facebook, seguimos a personajes que son referentes de belleza para nosotros y es motivo de frustración y ansiedad, pensar: ‘¿Por qué no puedo ser o estar como ella?’”, afirmó una de mis alumnas de 20 años cuando les pregunté si coincidían con estos estudios que sostienen que redes sociales como Facebook e Instagram producen depresión, envidia e infelicidad.

Tal vez en todo esto no exista novedad en cuanto al comportamiento de las personas, ya que la envidia, los celos y el anhelar la felicidad o éxito ajenos han estado presentes desde los comienzos de la humanidad, solamente que hoy en día las redes exhiben todo lo que ocurre en la vida de los individuos, lo que hacen, a dónde viajan, en dónde están sus afectos, sus aficiones… En tal sentido, son como una caja de cristal.

Un mundo material

La sociedad confiere un valor significativo a la consecución de logros económicos y materiales, por lo tanto, siempre será motivo de presunción en los espacios que tengan mayor proyección, como son las redes sociales, puesto que alcanzar tales objetivos equivale a ser un ganador.

Informar que ya se tiene el auto deseado, la casa esperada, la pareja ideal o el smartphone de última generación son detonantes de felicidad que es imposible callar en el mundo virtual, más aun cuando estos representan el logro de poseer lo mismo que otros.

La psicóloga Graciela Chamut sostiene que Facebook abona a esta necesidad de querer tener lo del otro y contribuye a que uno sea feliz si lo alcanza. El problema viene cuando transcurre demasiado tiempo sin conseguirlo. Entonces se presentan la angustia, la ansiedad, la insatisfacción, el sentimiento de inferioridad y quizá hasta de exclusión. Las comparaciones nunca han sido una buena idea.

Sí, porque en un mundo perfecto, no tienen lugar la enfermedad, la dificultad, la imperfección física ni mucho menos. A propósito de ello, encontré uno de esos tantos mensajes motivacionales que circulan en las redes y decía:

“Ojalá que la gente fuera tan feliz como lo aparenta, estuviera tan enamorada como lo publica y fuera tan sincera como lo expresa”.

Esta frase es verdaderamente representativa del tema que ahora se expone. ¿Es posible que estemos prestando mayor atención a nuestros amigos de la red –en ocasiones son solo contactos– que a las personas reales, de carne y hueso que están alrededor?

Es verdad, una parte importante del tiempo la pasamos ignorando esta realidad, pero es casi increíble la facilidad con la que se da crédito a todo lo que se publica en las redes. ¿Por qué no habría de ocurrir así? Si creemos y replicamos noticias falsas, ¿por qué no habríamos de creer lo que nuestros amigos dicen?

Una investigación realizada entre jóvenes arrojó que, en su navegación pasiva por Facebook o Instagram no sólo enfrentan esa sensación de fracaso ante los logros de sus amistades, sino también una gran presión por tener que otorgar likes a determinadas publicaciones pues, por otra parte, es una manera en la que se puede lograr que el otro, en correspondencia, haga lo mismo a las propias publicaciones, lo cual es importante, ya que no obtener ningún like también deprime a no pocas personas.

Por su parte, psicólogos de la Universidad de Napier, de Edimburgo, dieron a conocer un estudio que revela que las personas con más amigos en Facebook tienen más probabilidades de experimentar ansiedad o estrés por el uso del sitio, ya sea por la sensación de que podrían perder alguna información importante mientras no están conectados, o por ese intento desmedido de ser ingeniosos y divertidos en sus publicaciones, con el único fin de lograr aceptación.

Las teorías psicológicas de la motivación encuentran cobijo ante este comportamiento de los cibernautas, ya que un aspecto importante en la dinámica de grupos es el sentido de pertenencia y aceptación, y puede incluso ser más atractivo para las personas que cualquier tipo de incentivo económico.

Por último, ni qué decir de las noticias sobre casamientos, nuevas parejas, rupturas y temas equivalentes de los cuales las personas se enteran a través de las redes sociales, y no solo de los ajenos, sino de los propios. A muchos de ellos les lleva a cancelar sus cuentas para evitar el cúmulo de emociones que producen este tipo de noticias. Otros, en cambio, alimentan su masoquismo vigilando estos perfiles.

Y mientras las personas libran estas batallas en el plano emocional, la Big Data almacena información valiosa acerca de sus sueños, ambiciones, tristezas, personas que les influyen, productos que prefieren, etcétera. De tal manera que la publicidad y contenidos que se ofrecen son personalizados, así como los test que pueden arrojar información acerca de quién, entre tus contactos, “te ama secretamente” o “te miente”. Pero, desde luego, es sólo un juego.

Conclusiones

Las redes sociales también pueden ser el conducto mediante el cual miles de personas pueden conocerse, interactuar, apoyar causas, reencontrarse, informarse e incluso obtener un empleo o promover un negocio para obtener mejores ingresos. No se niega su utilidad y contribución, pero la clave siempre estará en el equilibrio y la responsabilidad con las que se usen. En la distinción entre la fantasía y la realidad que, como usuarios de redes sociales estamos obligados a establecer, está la responsabilidad de su uso y la credibilidad que le otorgamos a lo que leemos en ellas.

Las redes sociales son un medio de comunicación e interacción, así como de intercambio público. No deben ser concebidas como un fin ni como una forma de vida, aún y cuando traslademos parte de ella a la virtualidad.

Fotografías / Erwin Olaff

La perfección no es de este mundo, y si tener y administrar una cuenta en Facebook u otra red social genera angustia, ansiedad, estrés, inseguridad o, en el peor de los casos, depresión, quizá sea un buen momento para valorar el nivel de influencia que se le está confiriendo a esta herramienta, el tiempo que se está dedicando a ella, así como para recordar que nadie jamás publicaría sus peores fotos ni la parte más oscura de su vida, pues en un mundo en el que la apariencia es tan apreciada, cada quien creará la imagen y al personaje que le resulte más conveniente para ser aceptado y reconocido, lo cual no necesariamente es un retrato fiel de su realidad ni tampoco forzosamente corresponde a una situación sostenida, sino a pequeños momentos que son inmortalizados en una imagen o publicación, y esto no define la existencia.

Y ante todo recordar que nada es para tanto, nunca.


Referencias

https://www.genbeta.com/a-fondo/elestado- de-las-redes-sociales-en-2017 h t t p s : / / w w w . l a g a c e t a . c o m . a r / nota/530942/sociedad/facebook- edeprimen- al-ver-felicidad-sus-amigos. Html
https://www.elcinco.mx/viral/facebook- te-deprime-y-arruina-tu-relacionpareja
http://culturainquieta.com/es/inspiring/ item/11434-la-triste-obligacionde- tener-que-ser-feliz.html
https://ilifebelt.com/cuanto-tiempo-vida- pasas-las-redes-sociales/2017/04/
h t t p : / / c n n e s p a n o l . c n n . c o m / 2012/08/21/facebook-una-herramienta- ara-socializar-o-paradeprimirse/
https://www.nytimes.com/es/2017/05/11/no-dejes-que-facebook-
te-baje-el-animo

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