jueves 28 marzo 2024

Raúl Mendoza: “Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó a mí”

por Melina Alzogaray Vanella

Primera llamada. México es el paso obligado para miles de personas que intentan llegar a Estados Unidos, la frontera entre ambos países es la más transitada y EU el mayor receptor de migrantes del mundo. Según la Secretaria de Gobernación 150 mil migrantes cruzan el país anualmente, la mayoría son centroamericanos, pero organismos de la sociedad civil aseguran que son 400 mil.

Gran parte de estos hombres, mujeres y niños viajan de dos a tres meses desde diferentes lugares de Centroamérica; en promedio solo el 15% llega al destino, cerca de 15 mil son secuestrados en México cada año por diferentes grupos de la delincuencia organizada. El viaje encima de “La Bestia” cuesta entre 100 y 400 dólares, y no garantiza ninguna seguridad, al no pagarlo cualquiera puede ser arrojado del tren. Éste no es el único gran riesgo ya que después de la frontera noroeste está el desierto: de octubre de 1999 al 2012 se registraron dos mil 269 muertes de migrantes,tan solo en el desierto de Arizona. Actualmete el viaje se considera uno de los más peligrosos del mundo.1

Segunda llamada. Esta frontera es una de las heridas abiertas de América Latina y por ello también es inspiración para algunos artistas mexicanos que como malas hierbas buscan vida en lo imposible. Se entregan a un arte que se convierte en experiencia de vida y son parte medular en la reconstrucción del tejido social, una tarea silenciada por la ausencia del Estado. Raúl es obrero, un jornalero del arte, casi etnógrafo y parte de los actuales creadores escénicos mexicanos; desde hace cinco años trabaja en Amarillo, -una puesta en escena de la compañía mexicana Teatro Línea de Sombra-. Amarillo es una muestra de las dramaturgias emergentes, ya recorrió mundo y medio, desde abril se presentan en el Teatro Nacional de Cataluña y habrá nuevas funciones en junio en el DF. La obra toma como eje la situación migratoria que sucede en México: Amarillo crea consistencia en la incertidumbre, es un mensaje político en cada una de sus acciones, es fruto de la realidad noticiosa, aún así Amarillo es belleza.

Tercera llamada. El cuerpo humano es un mapa. Cuando el arte es comprometido y todavía poético es también un medio de comunicación.

Raúl, ¿cómo llegaste a ser quien eres?

¿Por dónde comenzar? ¿Qué sitios en la memoria tienen que ser visitados para traer a este juego de letras y palabras el origen del ser y la existencia?

Nací en México, Distrito Federal, en 1982. Me acostumbré a no celebrar mi cumpleaños desde que iba en la primaria, nunca fui celebrado porque para esa fecha ya estábamos en vacaciones. Además, no deseo celebrar esa fecha porque en 1997 fueron asesinados 45 indígenas tzotziles en Acteal, Chiapas.

Pasé más tiempo tirando a la canasta de basquetbol que repasando los libros escolares. Ahora veo que ese colegio se transformó en una estructura condenada a muerte; todo se hará pedazos y habrá un nuevo centro comercial.

Soy el que soy por el esfuerzo de mis abuelos y mis padres. Soy de origen indígena y me llevó mucho tiempo darme cuenta de eso. De niño la pasé por largas temporadas entre Pátzcuaro (Michoacán) y Huajuapan de León (Oaxaca), crecí visitando mis raíces y mirando de cerca la profundidad de cada una de éstas. Mi mundo inició en el corazón del barrio de La Merced (D.F.), donde mis padres se conocieron. No nací en La Merced, crecí ahí. Detrás de escobas, recogedores, plumeros, cubetas de plástico, bolsas transparentes y negras, detrás de cajas estibadas y mercancía es que empecé a mirar al mundo. Me encontraba rodeado de muchas personas todo el tiempo, personas de otros estados de la República Mexicana, que eran de otros países también, sobre todo de origen árabe y español. Siempre he pensado que La Merced es un lugar migrante, de economía flotante. Desde entonces imaginé que otros mundos eran posibles, que atrás de todos esos orígenes se encontraban historias de vida que deseaba escuchar.

Quería escribir historias. Entonces decidí dedicarme al mundo del arte. Busqué por varios lados hasta que me encontré con el Diplomado Teatro del Cuerpo. A través de éste conocí a creadores escénicos con los que comencé a trabajar. Desde entonces me he relacionado con grupos y compañías nacionales e internacionales, manteniendo mi trabajo en tránsito entre un lugar y otro. En este momento pienso en aquello que se dice: yo no cruce la frontera, la frontera me cruzó a mí.

Desde hace cinco años trabajo en una puesta en escena de la compañía mexicana Teatro Línea de Sombra titulada Amarillo. En sus inicios la obra solo tomaba una parte de la situación migratoria en México como eje de su desarrollo dramático; hoy en día no se puede ver el tránsito migratorio a través de situaciones aisladas, hay que mirar el mapa económico del mundo para entender por qué este flujo se incrementa año tras año, mirar con atención las provocaciones de inestabilidad social, las crisis impuestas en los estados corrompidos, mirar cómo las ruta del tráfico de personas, de armas y de drogas se revela de manera cínica y obscena.

 

Ante esta realidad, ¿cómo se sostiene un proyecto artístico sin que parezca que se usa la desgracia del otro como un botín de guerra? Éste es el que soy hoy en día. Preguntándome. No soy migrante, me siento así.

¿Qué es la migración? ¿Cuál es su naturaleza?

Migrar es una condición humana. Punto. Nadie tiene derecho a impedir tu libre tránsito dentro de un mundo que ya existía antes que todas las leyes y las reglas. Migrar va más allá de nuestro entendimiento. Migrar es una forma de vida que me permite estar en todas partes y en ningún lugar al mismo tiempo. Migrar es conectarse con la naturaleza de un mundo que está en permanente movimiento. ¿Cómo es posible que alguien establezca límites y fronteras entre un lugar y otro? ¿Por qué alguien ajeno determina el lugar donde se puede o no se puede habitar?

Migrar es una cultura, la del viaje, la del mestizaje.

¿De qué debemos hablar para profundizar sobre la migración en tránsito en México?

México. México migrante… México el de los migrantes… Quisiera platicarte primero un relato vivido en 2011. En una ocasión fui a Tierra Blanca, Veracruz. Iba en compañía de Norma (de Las Patronas), del gringo y de una señora que vivía en una comunidad cercana a Amatlán de los Reyes. La señora nos iba platicando sobre su situación; había recibido una última llamada de su hija antes de cruzar la frontera norte en Tamaulipas, con la certeza de que ya todo estaba resuelto, que le hablaría ya estando en el otro lado. Así no sucedió. Recibió una llamada de otra persona que le decía que su hija se había perdido en el desierto y que había sido difícil encontrarla. La señora, no satisfecha con la llamada viajó con su marido hasta la frontera norte y fueron recibidos con amenazas de muerte. Mientras ella nos contaba la historia nosotros recorríamos Veracruz para llegar a Tierra Blanca. El campo estaba seco, abandonado, sucio; la carretera en mal estado, las líneas ya no se distinguían, el señalamiento casi nulo. Tierra Blanca no se distingue por ser un lugar amable para el paso de migrantes. ¿Cómo se trabaja la esperanza en un paisaje desolador como el de este país?

¿Conoces “La Bestia”? ¿Qué puedes decirme acerca de las dificultades que enfrentan quienes se suben al tren?

Conozco la bestia y la tengo tatuada en el pecho. No es broma. En las vías del tren he recibido los mejores consejos: 1. “De aquí en adelante, cuatro ojos y cuatro orejas”; y 2. “Si no tienes realmente necesidad, no te subas a “La Bestia”. Hasta el día de hoy no me he subido a ella.

Sabemos que “La Bestia” no es solo el tren, sino también las personas que procuran su uso como medio de transporte para la gente migrante, éste es un punto más complejo… Tengo que pensar varias veces sobre lo que quiero contestarte al respecto. Uno se hace más responsable al hablar de este tipo de cosas, no se pueden soltar palabras al aire.

Los encuentros trascienden las fronteras.

¿Crees que existen experiencias positivas de la transmigración en lugares de tránsito en México?

¿Los encuentros positivos suceden en el camino? Sí. La mayoría, aislados e invisibles. En los últimos años la presencia de los albergues y de los defensores de los derechos de los migrantes ha sido notable y sabemos que ese esfuerzo -amoroso- no es suficiente. Después de 2011, el gobierno federal de ese entonces se encargó de desarticular la red de ayuda migrante que se había construido en los últimos años. Alejandro Solalinde, Axel García, Irineo Mujica y Fray Tomás González fueron amenazados de muerte directamente por el crimen organizado y, en algunos casos, tuvieron que salir del país para salvaguardar sus vidas. Los encuentros positivos no solo sucedieron en el camino de los migrantes, sino también en el de estos defensores exiliados en otros países.

Los albergues, los comedores y el paso por Las Patronas son ese acto de amor que atraviesa las fronteras, que respalda el esfuerzo de los que no tienen voz y que es importante apoyar para volver a extender el perímetro de ayuda y de restablecer la red de apoyo perdida en los últimos años del gobierno panista.

En medio de toda esta barbarie existen aquellas personas que son diablos y se disfrazan de ángeles. El ejemplo más cercano que tengo es el de Las Patronas, ese grupo de mujeres que da de comer a quienes van sobre el tren cuando pasa enfrente de sus casas. Hace un par de años una organización civil de Puebla lucró con el nombre de Las Patronas y lo utilizó en su favor para recibir apoyos económicos de la Unión Europea. Las Patronas recibieron ayuda de otras personas con las que lograron denunciar este fraude y pusieron en evidencia la “buena voluntad” de las organizaciones civiles. Sabemos muy bien que el esfuerzo no solo se concentra en darles cobijo o comida a las personas en tránsito, sino en ayudar a las personas que se encargan de esta labor.

Al día de hoy tengo amigos, amigas y hasta una ahijada en EU y en Centroamérica. Los conocí en el camino, en las vías, en los albergues. A través de Las Patronas es que he dado asilo a otras personas de Centroamérica en mi propia casa. Con ellas me he visto involucrado directamente en esta ayuda humanitaria. La primera vez que lo hice fue por la inercia del momento, pero después de ese encuentro dejé de ver a los otros como ajenos. Me siento en familia y a la familia se le cuida.

¿Por qué crees que el discurso “desde arriba” criminaliza y enmarca a la migración como un problema de seguridad nacional?

Más que decirte cómo pienso, quisiera expresarte cómo siento. Este país es una colonia dentro de las reglas del mercado. Se le imponen leyes y condiciones que de una u otra forma deben ser cumplidas. ¿Quiénes nos criminalizan y cómo lo hacen?

Lo primero que se me viene a la mente es un libro que leí hace un año, que se titula Violencias de Estado, de la doctora en Ciencias Políticas Pilar Calveiro (Argentina, 1953). De una forma concreta y cruda, llena de datos, informes y estadísticas, expone las relaciones que se establecen en una geopolítica que beneficia a los países centrales sobre todos los otros que están a su periferia; explica la manera en que se montan los medios de control y cómo es que los Estados corrompidos llevan a cabo ordenes para mantener una inestabilidad social en democracias simuladas.

He aquí una de sus sentencias:

“Por su parte, la llamada guerra contra el crimen recurre a una reorganización jurídica y penitenciaria que conduce al encierro creciente de personas, en especial jóvenes y pobres, en aras de la supuesta seguridad interior de los Estados”.

Para que existan criminales tienen que existir leyes constituidas por el Estado. El engaño del cumplimiento del deber se establece en el aparato institucional, se divide en secretarias y departamentos; cada una de éstas determina las reglas a seguir por cada uno de los ciudadanos y todo aquél que no sigue las reglas del juego es un foco rojo a seguir. Así es como crecemos con miedo. Así es como nuestro imaginario es colonizado.

El Artículo 13 de la Declaración de los Derechos Humanos dice: “Toda persona tiene el derecho de circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un estado”. Al día de hoy las únicas personas que pueden llevar a cabo esto son aquéllas que tienen poder adquisitivo. Nosotros somos criminales porque así somos mercancía.

Vos te preguntabas: ¿Cómo se sostiene un proyecto artístico sin que parezca que se usa la desgracia del otro como un botín de guerra? Creo que hacer arte es crear algo de la nada. En este sentido, ¿cómo podrías reconstruir el proceso creativo por el cual fueron esculpiendo Amarillo? ¿Qué sucedió en tu interior durante ese proceso?

La pregunta se responde en el campo de batalla. ¿Qué se puede hacer en una situación donde el contexto global utiliza la desgracia del otro como una mercancía? ¿Por qué se trabaja con estos temas? ¿Por qué simplemente no se dejan a un lado y se habla de otra cosa?

Nos sabemos frente a una crisis humanitaria. Lo que ahora es Amarillo no lo fue en un principio. El resultado sobrepasó el proceso y la puesta en escena misma se volvió el campo idóneo para adquirir nuevas experiencias. Creo que se deben de pensar las cosas antes de hacerlas. La responsabilidad de aquello que se trae a la escena y que se expone frente al ojo del espectador recae en sus creadores.

Éste es un proceso que no termina y que se ha vuelto un estilo de vida. Se cruzó la delgada línea entre aquello que está dentro y lo que está fuera de la escena. ¿Qué sigue entonces? Ahora, junto con Alfadir Luna, estamos tratando de llevar a cabo aquello que hemos titulado tentativamente como “Documento amarillo”. En principio queremos exponer esto que preguntas, la manera en que el proyecto ha salido de la escena para verse envuelto en otra serie de proyectos comunitarios.

¿Cómo te imaginas la migración del futuro?

La migración es una y es una condición natural. Siempre será la misma. Lo único que cambian son las reglas y las leyes del mercado. La especie humana se va a extinguir y con ella todo el mundo con el que se ha rodeado.

¿Y al arte del futuro?

Con que no sea en píldoras…

Fuentes:

  1. CNDH (Comisión Nacional de los Derechos Humanos), Amnistía Internacional México, y Sin Embargo.

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