jueves 28 marzo 2024

Radiografía del porno en Argentina

por Andrea Recúpero

Foto: Guns

La pornografía es un gran negocio en todo el mundo y Argentina no es la excepción. Los sitios Web que ofrecen sexo explícito en todas sus variantes suman cada año más visitas y los canales codificados de cable, como Venus y Playboy TV, más clientes premium y contenidos para vender a terceros, mientras que revistas como Hustler y Penthouse apenas sobreviven en un mercado que las reemplazó sin culpa por imágenes en CD, juguetes eróticos y fiestas que incluyen sexo grupal.

Aunque la mayoría de los contenidos pornográficos que se consumen en Argentina se producen en el exterior, el porno casero y las películas realizadas en el país también cosechan seguidores. Incluso se hacen producciones porno para exportar y mucha gente de cine, formada profesionalmente, se vuelca al tema porque se gana bien, explicó a etcétera Fabio Zurita, creador y director del Festival de Cine de Temática Sexual, uno de los encuentros del circuito alternativo que se realiza todos los años en la ciudad de Buenos Aires.

El Festival de Temática Sexual, único en su especie en América Latina, se realiza en Argentina desde 2000 y convoca año a año a realizadores independientes que encontraron en ese espacio un lugar donde mostrar sus producciones.

Desde entonces se convirtió en una cita obligada de cinéfilos, jóvenes y curiosos, pero según Zurita, muy pocos consumidores de pornografía, pues los que buscan excitarse se aburren, debido a que la propuesta no gira en torno al sexo explícito ni a las consabidas recetas de la industria pornográfica. Se trata de películas que cuentan una historia, donde el sexo no siempre es el eje central, explicó Zurita, quien anticipó que decidió dejar la organización del festival en manos de un grupo con ganas de renovar la propuesta, para dedicarse nuevamente al cine documental y a la literatura.

La mayoría de las películas que se exhibieron en el Festival de Temática Sexual son de realización a bajo costo, filmadas en DVcam, MiniDV y, las más viejas, en SúperVHS, todos formatos accesibles y en común con la realización del cada vez más demandado porno amateur o casero, con el que también comparten la intención de narrar una historia.

Si es casero, mejor
El porno casero le disputa consumidores al circuito profesional pero ofreciendo sexo real, o al menos una ilusión de realidad, pues los protagonistas son personas del común y las situaciones y los contextos donde se realizan los encuentros sexuales cotidianos.

En Argentina, la circulación de este tipo de material es en algunos casos tan artesanal como su manufactura: por ejemplo una pareja muy conocida en el ámbito del porno amateur se encarga de filmar con un trípode sus encuentros sexuales, luego editan las imágenes en una computadora personal y, por último, ofrecen el CD a vecinos y conocidos a un precio razonable.

La revista Noticias en su edición 1577 afirma que el sexo amateur convertido en pornografía amateur (imágenes y videos hechos de manera hogareña por el común de la gente, y después colocados en la Web) es un horizonte en vertiginosa, cómoda y cálida expansión, donde las páginas virtuales especializadas tienen un promedio de 50 mil usuarios registrados y el material a disposición como lo llaman los pseudomercaderes se renueva casi a diario y desde todos los puntos del mundo y del país.

Entre los realizadores de cine porno local, Victor Mayland ocupa, según los expertos, el centro del podio, pues filmó más de 20 películas y ahora produce contenidos para el mercado norteamericano.

Según contó en varias ocasiones, comenzó a filmar porno apostando a nuevos formatos, y así su ópera prima Las tortugas pinjas es considerada por los consumidores del género como una de las 100 mejores del cine porno de todos los tiempos y, otras, versiones de programas de televisión como Expedición Sex o la más reciente Gozando por un sueño, ya se consideran clásicos del porno local.

Mayland fue el creador de Expedición Sex, un reality show filmado en las Islas del Tigre, en la provincia de Buenos Aires, con escenas de sexo explícito, que fue pionero en el género. El reality lo puso al aire la señal de cable Afrodita y lo protagonizaron, entre otros, una maestra jardinera, un camionero, un barman, una estudiante y un abogado.

El programa fue creado como una suerte de espejo porno de un reality que se transmitió en la televisión abierta, llamado Expedición Robinson, donde los participantes tenían que superar pruebas de supervivencia en una isla e iban eliminándose entre sí. La versión porno tuvo 13 capítulos y numerosas proezas sexuales, que luego se comercializaron en video.

Las películas de Mayland son conocidas en el circuito porque relatan con mucho sexo hechos ocurridos en el país. Son películas con escenas de sexo explícito, pero que cuentan algo y apelan a la identificación del espectador con lo que la gente vive a diario.

Entre ellas, Delito de corrupción o Secuestro Express, en las que el director echa un vistazo a las bandas armadas que están asociadas a la policía, o El último suspiro, donde cuenta la vida sexual de un diputado y los delitos que comete para intentar ocultarla. El tono crítico de sus películas derivó en quejas de los directivos del canal Venus, sobre todo cuando se estrenó Cosecha de lujuria, que denuncia la compra de campos con reservas de agua dulce de parte de extranjeros adinerados.

Las películas porno con argumento son muy solicitadas por los canales codificados de cable, pues son las preferidas de las mujeres, que ya no tienen reparos en confesar que se excitan viendo pornografía. Un estudio de mercado realizado por los canales Venus y Playboy TV, que difundieron los medios argentinos, concluyó que se observa una tendencia significativa al consumo de películas porno en pareja y que las mujeres son las más demandantes de calidad y guión.

Todo para ver
El acceso a nuevas tecnologías digitales, como la web-cam, las cámaras de video digitales y los teléfonos celulares con cámara, permitieron, casi de inmediato, diversificar la oferta casera de pornografía, pues en apenas unos minutos se pueden captar imágenes y subirlas a Internet. Junto con las imágenes, foros de opinión, páginas, blogs y fotoblogs se convirtieron en sitios de acceso gratuito a contenidos de sexo explícito y, a su vez, en lugares donde exhibir material XXX con sólo estar dispuesto.

Los contenidos de muchos sitios de porno casero argentino son gratis, y por lo general los que montan las imágenes lo hacen a través de servidores gratuitos. En esas páginas, la parte comercial se limita a publicidades de sex shops o de otras páginas que buscan promoción y que colocan los mismos servidores para financiarse y mantener la página gratuita para los que la navegan.

Por otro lado, casi todas estas páginas caseras, una vez que cosechan seguidores, inauguran espacios a los que solamente se puede ingresar pagando una cuota que ronda los 50 dólares mensuales. Esos espacios lo ocupan imágenes consideradas especiales o los chat que ofrecen sexo en línea.

El perfil de los que navegan páginas de sexo amateur corresponde a argentinos de entre 15 y 20 años con un nivel educativo medio, la mayoría estudiantes y profesionales vinculados a la informática, según datos revelados por la prensa local. Los usuarios de estas páginas disfrutan de las imágenes que no intentan reproducir los clichés de la industria del porno, pues lo que atrae del género es justamente ir a contrapelo de la estética del porno profesional, concentrado en la genitalidad.

Descifrada la clave del porno casero, muchos de los videos que se producen en Estados Unidos y aparecen en pornotube.com se filman teniendo en cuenta el gusto estándar del consumidor de pornografía amateur, en escenarios reales y sin cuerpos esculturales o medidas y desempeños difíciles de igualar.

La pantomima de reproducir el porno amateur se traduce en más ganancias millonarias para la industria, que sólo en Estados Unidos moviliza más de más de diez mil millones de dólares anuales. De ellos, unos dos mil 500 sólo por los contenidos en línea.

Muchas XXX, muchos ceros
El diario español El País publicó hace poco una nota con las cifras multimillonarias del porno. Según el reporte, las compañías de cine porno producen al año unos 13 mil títulos, casi 30 veces más que la industria de Hollywood, y facturan entre diez mil y 14 mil millones de dólares, según datos del FBI y otras organizaciones: casi una quinta parte de los 60 mil millones que movilizan los productos de entretenimiento erótico en el mundo.

Del total, siempre según datos publicados por El País, 20 mil millones proceden de las ganancias por videos, siete mil 500 millones de las revistas, unos cinco mil millones de las hot line, dos mil 500 millones de imágenes pagadas y otros dos mil 500 millones en Internet.

El caudal de ganancias es tan importante que cada vez más empresas se involucran en esta industria, pero excepto las más conocidas, como Playboy o New Frontier Media, el resto prefiere mantener esto en secreto por temor a ser señalados por sectores defensores de la familia.

En Argentina, confió a etcétera un hombre que está en el negocio, apenas un par de distribuidoras, Capitol y Butman, concentran la venta de películas y otros productos que se comercializan en DVD, así como contenidos audiovisuales para Internet que se venden a través de mensajes de texto.

Capitol Hot Video es uno de los negocios del grupo Emerald, que nació en 1991 como editora de videos en VHS, pero en poco más de 15 años se convirtió en una de las productoras y distribuidoras más importantes del país, con presencia en Uruguay, Paraguay y Chile. La empresa lanza unos 40 títulos al mes, la mayoría pornográficos.

Revistas con bajo rendimiento
La abrumadora oferta en la red puso en jaque a las revistas de contenido erótico instaladas desde los años 60 en el mercado, a pesar de la resistencia inicial de los sectores más conservadores de la sociedad escandalizados por contenidos que hoy serían calificados de soft. Estos productos, a medio camino entre el erotismo y la pornografía, como Penthouse, Playboy y Hustler llegaron a convertirse en clásicos dirigidos a un público masculino.

Hoy, en Argentina, buscan mejorar sus ventas invitando a las mujeres más mediáticas a desnudarse para su edición local a cambio de suculentas sumas de dinero. Actrices, bailarinas, modelos publicitarias, famosas por un día surgidas de Gran Hermano y otros programas por el estilo tienen y tendrán lugar en las páginas de estas publicaciones, que las inmortalizan, casi siempre Photoshop mediante, para subir el caudal de ventas.

Hasta surgieron producciones nacidas al calor de la política local y de las páginas de judiciales. El último caso es el de María Luján Telpuk, la joven policía aeroportuaria que fue tapa de Playboy en febrero de 2008 y que se hizo famosa por haber incautado la valija con 800 mil dólares que intentó ingresar ilegalmente en 2007 al país el venezolano Guido Antonini Wilson, supuestamente para la campaña electoral de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La certeza de que el sexo vende y mucho es tal, que las alusiones al acto sexual están presentes en casi todos los programas de televisión abierta, desde los magazines de la primera mañana hasta los resúmenes de chismes del espectáculo de la tarde, donde se suelen reproducir hasta el hartazgo las escenas más calientes registradas en los programas nocturnos, protagonizadas por las mismas vedettes y bailarinas que llenan las páginas de las revistas para hombres.

El vocabulario utilizado acompaña la tendencia y el doble sentido adorna cada frase. La presencia de mujeres con poca ropa, la introducción del baile del caño y otros ritmos con una fuerte carga erótica, la presencia de sexólogos explicando con vocabulario técnico cómo desempeñarse entre las sábanas y las infaltables escenas sexo en las telenovelas, abundan en la televisión de factura local, que tiene claro que el sexo es un negocio seguro que no se debe desaprovechar.

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