jueves 25 abril 2024

¿Quién los controla?

por Iván de la Torre

Después de leer un artículo que explica detalladamente qué medio pertenece a qué grupo accionista no quedan dudas: los diarios, radios y canales de televisión más importantes del país están en manos de unos pocos grupos económicos. ¿Y qué quieren hacer con ellos? Fácil: ganar dinero. Si uno sabe esto, ya tiene la mitad de la ecuación para entender las relaciones siempre complejas que se establecen entre el poder y la verdad.

Por ejemplo: Grupo Clarín tiene el diario de mayor circulación, el segundo canal más visto del país, el 13 -con picos que lo acercan al primer lugar, ocupado por Telefé, propiedad de grupo Telefónica- y una de las radios líderes: Mitre. Lo mismo sucede con el grupo Hadad/Moneta que posee dos de las radios más escuchadas (Mega y 10), medios gráficos como Infobae y, hasta hace poco, el tercer canal en las mediciones, detrás de Telefé y el 13.

A pesar de todo ese poder, los dueños saben que si alguno de sus empleados dice o hace algo incorrecto -por ejemplo, criticar al Presidente sin la correspondiente venia-, el auspiciante puede retirar su dinero y esa simple idea los vuelve sumisos, obedientes, capaces de claudicar ante la perspectiva de una disminución de sus ingresos.

Incluso el diario que se animaba a criticar al menemismo en su hora de gloria, Página/12, ahora se dedica a buscar razones para justificar al Presidente, aunque ahora la razón no es el simple dinero sino la conexión ideológica, el sueño de volver a hacer todo de nuevo pero esta vez bien.

Los pocos periodistas independientes que quedan sobreviven en los mínimos espacios que dejan los grandes medios, sintiendo la espada presidencial colgando sobre sus cabezas: gente como Rodrigo Fresán en Página/12 y Tomás Eloy Martínez en La Nación, escritores que hacen periodismo desde los márgenes, dando sus propias opiniones y no copiando la del medio que los publica y paga, que puede, porque sí, o por una sugerencia, echarlos mañana.

Porque a los independientes que se niegan a integrarse o bajar línea oficialista -sea del canal que les paga o del gobierno- basta una simple señal para sacarlos de un medio donde predomina el tono neutro, la incapacidad de dar opiniones sin cambiarlas mañana para no molestar al directivo o al gobierno en turno. Por esta incapacidad para adaptarse, por ejemplo, fueron alejados Víctor Hugo Morales del noticiero de ATC y Pepe Eliaschev de Radio Nacional. Por eso desapareció, también, el programa Día D de América.

Alguien le dijo a los directivos del canal que el programa no le gustaba al Presidente pero cuando su conductor, Jorge Lanata, fue a pedir explicaciones a la Casa Rosada se le rieron en la cara mientras le repetían que estaba todo bien; incluso llamaron al canal para confirmarlo: “Jorge es un amigo de todos”, dijeron. El programa, sin embargo, no salió ni en ése ni en ninguno de los otros tres canales de aire. Como contraparte, misteriosamente, la publicidad oficial de América, según contó posteriormente Lanata, subió en un mes de 300 mil a un millón 200 mil dólares.

Con este panorama, los blogs son la última -¿la única?- opción frente al abuso de poder y el avance mundial de los multimedios.

En Argentina, los periodistas van sumándose lentamente a esta costumbre que, se parece, un poco, a la vieja libertad de expresión; incluyendo a profesionales que disponen, como Luis Majul (www.luismajul.com/), de su propio programa de televisión y radio; o empleados que reclaman a una editorial, Perfil, por sus derechos en http://trabajadoresdeperfil.wordpress.com: “Tanto en el conjunto de las revistas y los sectores administrativos y de servicios de la editorial, como en el diario y la puntocom, la situación laboral es insostenible. Peleas titánicas para lograr un franco compensatorio; aire ‘acondicionado’ caliente en verano y frío en invierno; ‘estiramiento’ de la jornada habitual de trabajo; cierres ‘kilométricos’…”.

El blog se perfila como el nuevo campo de batalla del periodista independiente argentino

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