viernes 29 marzo 2024

Primero los medios y luego nosotros

por Peter Hirshberg

Cómo ha cambiado Internet la naturaleza fundamental de la comunicación y su relación con el público

En una sola generación, Internet ha cambiado profundamente nuestra relación con los medios de comunicación. Hoy estamos casi permanentemente conectados a Internet a través de smartphones y muchos otros dispositivos y cada vez hay más datos de nuestra vida, los medios que consumimos y la información que buscamos almacenados en servidores. Estamos además plenamente inmersos en una era de invención mediática sin precedentes y el público, en otro tiempo pasivo, asume un papel más decisivo e influyente que nunca.

Los medios nuevos siempre transforman a sus predecesores, aunque a menudo de forma inesperada. Como consecuencia del desarrollo de internet, por ejemplo, se anunció la muerte de la televisión porque los nuevos medios fragmentarían las audiencias y las redes sociales acapararían la atención del público. Y, contrariamente, la televisión atraviesa su mejor momento.

La renovación de los contenidos -con el éxito de series como “Mad Men”, “Breaking Bad”, o “Juego de Tronos”- o la distribución a través de plataformas de streaming prueban que la televisión se ha adaptado a ese entorno cambiante y complejo. Y también se ha trasfigurado el modo en que interactuamos en lo referente a la televisión: hemos recreado online la función social de la pequeña pantalla que en su día se limitaba a los hogares y la televisión como tema ha copado las redes sociales a escala mundial. Más de la mitad de los individuos de entre 16 y 24 años usa dispositivos complementarios para hablar de lo que están viendo en televisión con otros a través de mensajes de texto, Facebook o Twitter.

Ese notable incremento del consumo en multipantalla -cuando el espectador recurre a más de un dispositivo a la vez-, es además uno de los cambios más importantes en el mercado de los medios. Facebook ha lanzado herramientas que permiten a las cadenas de televisión seguir la actividad en las redes sociales y los productores de contenidos desarrollan aplicaciones para iPad o para las gafas de Google con las que reforzar la experiencia de visionado.

Internet también ha transformado por completo el mundo de la música. Después de la sustitución de los soportes físicos por el MP3 digital, los servicios de música en la nube se han generalizado. Ese drástico cambio se ha producido muy a pesar de la industria musical que, irónicamente, se ha visto obligada a recurrir a lo que trató de evitar con todas sus fuerzas en los primeros años de Internet: ahora hay más música disponible online que nunca y gran parte de ella es gratuita.

Aplicaciones como Spotify o Pandora ofrecen acceso a enormes catálogos de música y sitios como SoundCloud y YouTube han abierto las puertas de la distribución a nuevos artistas. Muchos de esos servicios también tienen un componente social. Sus páginas y aplicaciones están diseñadas para que los usuarios puedan compartir las canciones, álbumes y artistas favoritos con otros a través de Facebook y Twitter y ello es prueba de cómo lo que crea el público es una parte cada vez más importante del proceso creativo.

Hoy también estamos aprendiendo que esos nuevos medios confieren poder a un público antes pasivo y ello entraña responsabilidades y comporta nuevas reglas. Esto se hizo evidente, por ejemplo, tras el atentado del maratón de Boston, en 2013, cuando el FBI solicitó la colaboración ciudadana para identificar a los autores. Horas después, el sitio de noticias Reddit publicó la página de Facebook de Sunil Tripathi, un estudiante con cierto parecido a un sospechoso, rápidamente se propagó el rumor y el inocente fue objeto de cientos de amenazas de muerte. «Esta crisis», afirmó posteriormente un comunicado de Reddit, «nos ha hecho conscientes de la fragilidad de las vidas humanas y de la importancia de nuestras comunidades, tanto online como offline. Dichas comunidades y vidas están hoy interconectadas de una forma sin precedentes ».

Esos nuevos medios, además, son absorbentes, seductores y adictivos. El 8 de octubre de 2013, en San Francisco, un hombre amenazó a los pasajeros de un tren con un arma. Ninguno de ellos se dio cuenta porque estaban absortos en sus smartphones, ajenos a lo que sucedía a su alrededor. Nadie alzó la vista hasta que el hombre disparó e hirió mortalmente a un joven. Ese caso responde a una realidad de esta era digital: vivimos ya en un mundo hiperconectado, y es una red que nos conecta los unos a los otros, pero que también puede desconectarnos de la realidad.

Internet nos ofrece la capacidad de crear y expresarnos de maneras antes impensables, pero trae consigo repercusiones que solo estamos empezando a comprender. Las herramientas más poderosas en la historia de los medios de comunicación no son ya patrimonio de magnates, sino de toda la humanidad. Y puesto que los medios somos «nosotros», es fundamental que asumamos nuestra responsabilidad en el mundo que estamos creando.

Éste es un resumen del artículo de Peter Hirshberg “Primero los medios y luego nosotros”, publicado en el libro C@mbio: 19 ensayos clave acerca de cómo Internet está cambiando nuestras vidas, editado por BBVA, y que puede consultarse en OpenMind (https://www.bbvaopenmind.com/articulo/primero-los-mediosy- luego-nosotros-como-ha-cambiado-internet-la-naturalezafundamental- de-la-comunicacion-y-su-relacion-con-el-publico)

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