jueves 18 abril 2024

Nuevos paradigmas en los medios

por Ulises Castellanos

A raíz del más reciente cambio de diseño y de jerarquización de contenido que nos propone El País, vuelvo a caer en la cuenta de que ya nada es lo que era, y jamás volverá a serlo.

El pasado 11 de mayo el diario español propuso un nuevo enfoque de navegación sobre su producto impreso y sus diversas salidas en la red. Esa misma semana The New York Times y The Guardian anunciaron una nueva manera de difundir sus artículos en alianza con Facebook.

¿Qué viene en términos editoriales e informativos para nuestro país? Es cosa de ver a los grandes. Vendrá una especie de sinergia entre lo digital y el impreso que hará, en el mejor de los casos, un diarismo de papel más profesional, profundo, original y narrado desde otras trincheras con historias nuevas y más investigativo; (optimismo puro).

En el terreno digital, habrá nuevos contenidos, todo mucho más audiovisuales. La noticia será una especie de “dato” con actualización permanente cada diez segundos si es necesario, lo que hará eterna cualquier sobremesa medianamente polémica con los colegas.

¿Y la imagen? ¿Y la inmediatez? ¿Y la precisión? Miguel Ángel Bastenier dice en El País del 8 de Mayo: “La tecnología del chip, el chat y el link, por citar tan solo a su santísima trinidad, no podía sino afectar muy directamente al trabajo periodístico.” Lo mismo pasa con el diseño y la fotografía.

El periodista Bastenier continúa: “Leemos en pantalla diferentemente a cómo lo hacemos en el papel. Navegar no es lo mismo que leer un periódico de papel, porque nos movemos de manera mucho más fraccionada, un trozo de aquí, un fragmento de allá, y no siempre acabamos lo que empezamos porque hemos saltado a la comunicación en Twitter, Facebook o donde toque”. Y todo esto altera nuestra experiencia informativa y de conocimiento.

El lector contemporáneo tiene acceso a la información en permanente movimiento a través de su celular, (Internet celular wifi), ni la comodidad de la computadora en casa se le puede comparar; el periodista, al mismo tiempo, ha de responder al instante preguntas que presenta el lector en tiempo real, como si el periódico se retroalimentara a sí mismo. Es una locura postmoderna.

¿Estamos preparados para enfrentar esa revolución informativa y de rompimiento en hábitos y paradigmas?, Seguramente no, por lo que debemos actualizarnos y competir como si hoy estuviéramos empezando en esto.

Para sintetizar, veamos las ventajas y desventajas de este nuevo entorno: en el mejor de los casos las redes han contribuido a una mejor cobertura de la información en tiempo real, nos proporcionan información desde cualquier punto del planeta y nos permiten añadir localización. Tenemos a la mano imágenes de todo el mundo al instante. Ademas, valores extras desde links, fotos, documentos, estadísticas, videos o mapas y diversos tipos de referencias. Junto con ello el ciudadano ya es protagonista, puede informar, denunciar, postear, criticar y balconear lo que se le antoje.

¿Cuáles son sus desventajas? El mar de información es inabarcable. Muchas de las fuentes son anónimas y eso reduce la credibilidad. No hay tiempo para el contraste de la noticia. Cero rigor periodístico. Todo esto hace imposible profundizar en cualquier tema. Y las consecuencias están a la vista. Ya nadie cree a la primera lo que lee en las redes.

En este contexto, la información o la fotografía del “periodista ciudadano” puede ser oportuna pero requiere de una “verificación” profesional. Y ¿de parte de quién? De los medios llamados “tradicionales”. Así pues, parece que el periodismo escrito y visual está llamado a una transformación radical y sustantiva.

Porque una vez perdido el valor de la “oportunidad” o la “primicia” deberá rescatarse el dato, la precisión, la veracidad y honestidad para que la ansiedad de la inmediatez no se imponga a la credibilidad. De lo contrario, todo se habrá perdido.

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