miércoles 24 abril 2024

Ni héroes ni villanos

por Marco Levario Turcott

Si la trama mexicana sobre la industria de la radiodifusión y las telecomunicaciones no fuera tan seria y preocupante podría se referente para redactar algún guión de héroes. No obstante, hay quienes buscan incorporar varios de los componentes clásicos de las creaciones de ese tipo —como cuando imaginan la existencia de seres malévolos y, claro, a los paladines de la justicia que le hacen frente— y, con ello, no sólo trivializan el tema sino que contribuyen a que no se aborde ni se resuelva con la seriedad requerida.

Por lo anterior es que, en esta edición, ubicamos a los súper héroes donde les corresponde: en la fantasía de la lucha contra cualquier cosa mientras en el plano real construyen o no el destino seres de carne y hueso. El distingo queda claro en el ensayo de María Cristina Rosas y, la complejidad mexicana rumbo a la televisión digital terrestre es notoria en el estupendo escrito de José Luis Peralta sobre quien, por cierto, ratificamos nuestro orgullo porque forme parte de la plantilla de colaboradores de etcétera.

Simplificar las cosas conduce al apagón de ideas y acciones y eso es lo que, consideramos, está sucediendo con la Comisión Federal de Telecomunicaciones cuyo presidente enarboló la bandera de licitar más frecuencias de televisión abierta sobre la plataforma de las arengas y no de las propuestas y, por eso, no hay acuerdo al respecto entre los comisionados de ese órgano. Y es que, sin lugar a dudas, deben incorporarse todos los matices que integran una decisión de ese calado porque en el objetivo que es diversiticar la opciones en la pantalla, los cinco comisionados de Cofetel han dicho coincidir. Hace falta, entonces, acelerar el estudio de los proyectos y construir acuerdos. Ojalá que eso suceda en las siguientes semanas aunque, al momento del cierre de edición, había la tendencia de un enfrentamiento interno de mayores proporciones.

Una situación similar notamos al registrar la tensión entre el nuevo modelo de comunicación rumbo a las elecciones de este año y las empresas mediáticas que tienen la responsabilidad de acatarlo conforme a las directrices del Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De ahí la pertinencia del texto de Marco Antonio Baños con el que inicia una columna mensual a la que damos la bienvenida. Baños tiene una postura reconocida por todos los actores y, sin duda, será referente indispensable para generar aquí polémica y debate porque, como se sabe, en este espacio tiene cabida los distintos pareceres que hay sobre los diversos temas que abordamos asiduamente.

Hay múltiple variables y vueltas de tuerca que podrlan desprenderse al revisar el entramado electoral que regirá la contienda entre los partidos en este año. Y una arista que, incluso va más allá de los comicios, es el gasto de publicidad del gobierno federal que, en los años mas recientes, ha crecido de manera exponencial, como documenta en en esta ocasión Rubén Aguilar y quien de ahí desprende la propuesta para que ya no se oriente recursos del erario que debieran ser para atender los agobiantes problemas que existen en diversos sectores sociales como los relacionados con la eduación, la salud y la pobreza, por ejemplo.

Otra línea de análisis dela organización electoral tiene que ver con observar los contenidos de los medios durante las campañas electorales, y no nos referimos al incompleto y sesgado monitoreo que el IFE encargó a la UNAM, en donde no serán contempladas las opiniones de los comentaristas u opinadores con el frágil argumento del respeto a la libertad de expresión, como si apuntar las tendencias editoriales de los medios atentara contra aquella. Pensamos en la evaluación que, de cualquier modo, harán los ciudadanos frente a las pautas editoriales, y es que éstas se definen mediante genuinas posiciones políticas aunque también a veces con poco claras intencionalidades financieras. Al respecto publicamos la reflexión hecha por Mario Campos.

En los asuntos citados, y en los otros más que se despliegan en eso que damos en llamar como opinión publica, el valor de la palabra escrita es inconmensurable. Lo es porque exige al pensamiento ideas creativas, propositivas y, sobre todo, canales de comunicación, también porque signa el testimonio de lo que se sostiene y argumenta. En consecuencia, publicamos con particular gusto el homenaje que Beatriz Chemor hace al texto escrito al que valora por el placer que genera la inteligencia y la capacidad para entenderse con el otro, lo cual implica no solo el acto de escribir sino de leer, en esta versión impresa como en el sitio web y las redes sociales en las que se desenvuelve la oferta editorial de etcétera.

En suma: no podemos ni debemos encomendarnos a la herocididad de nadie ni señalar la fechorías de otros sino que habremos de construir o no el paisaje de la modernidad del país. Y para ello hay que encarar la realidad compleja, incluso aunque no esté de nuestro lado “La mujer maravilla”, “El hombre de acero” o “El caballero de la noche”.

También te puede interesar