viernes 19 abril 2024

Medios chilenos, protagonistas del terremoto

por Teresa Gurza

Polpaico. 15 de marzo 2010. A las 3:40 de la madrugada del pasado 27 de febrero, seis minutos después del terremoto de 8.8 grados, el centro y centro sur de Chile estaba desvastado, a obscuras, y sin comunicación, porque la energía eléctrica se fue y las redes de Internet y telefonía fija y celular se cayeron.

Y por increíble que parezca, en este país donde muchos de sus habitantes se sentían superiores a sus vecinos y creían ser “los ingleses de América Latina”, nadie podía comunicarse con nadie; ni siquiera la entonces presidenta Michelle Bachelet lo pudo hacer con sus ministros.

No por nada, a las 48 horas del terremoto, Hillary Clinton le trajo de regalo un teléfono satelital. Si Bachelet lo hubiera tenido antes, se pudieron salvar cientos de personas, que por falta de alerta de tsunami, fueron tragados por el mar.

En esa situación de angustia y emergencia, los medios fueron los protagonistas principales, y los periodistas llegaron a los lugares dañados, antes que las autoridades y con equipo satelital de calidad. Sobre todo y antes que nadie la radio.

Los canales de televisión reaccionaron en minutos pese a que a la hora del terremoto habían cerrado sus transmisiones diarias habituales; sus periodistas se presentaron a trabajar en cuanto pudieron salir de sus casas, fueron mandados sin dilación a cubrir la noticia y llegaron a los lugares más destruidos incluso antes que las autoridades y con teléfonos satelitales y equipos móviles. Es de verdad increíble que el gobierno de Chile no tuviera una red de comunicación que le permitiera saber lo que ocurría y actuar en consecuencia.

Y más increíble que el marino que recibió la primera alerta de tsunami enviada desde Estados Unidos, no la entendiera porque no hablaba inglés; para colmo, tampoco entendió muy bien cuando le pasaron a alguien que hablaba español, por lo que nada claro trasmitió por fax a la Oficina de Emergencia Nacional de Bachelet.

Aunque el texto hubiera sido un dechado de perfección, era ilegible porque el fax de la Onemi no tenía tinta. Fue precisamente por las imágenes que la televisión difundía sobre el desastre y los saqueos que le siguieron, que Bachelet decidió decretar el estado de catástrofe y el toque de queda en uno de los puntos más destruidos, la ciudad de Concepción.

Recién había pasado el movimiento cuando bajé con una linterna para buscar información en el radio de mi coche.

Sólo pude pescar una estación argentina, donde se hablaba con vaguedad de que había habido un terremoto en Chile, pero al instante se fue la señal. Cinco minutos después logré sintonizar Radio Cooperativa, donde empezaban a precisar de la magnitud del desastre ocurrido.

Pero las radios comunitarias de poblados alejados no pudieron operar, porque resultaron totalmente dañadas.

Los días siguientes nos agenciamos un generador de electricidad que en casa de un hijo de mi esposo funcionaba sólo a ratos en la noche; y así pudimos estar más o menos al corriente de lo que iba sucediendo y de que el terremoto había sido de magnitud 8.8, de acuerdo a datos del Centro de Desastres de Estados Unidos.

El canal que, a mi juicio, hizo un trabajo más serio y profesional, fue Televisión Nacional, TVN.

El 13 de la Universidad Católica de Chile, pasaba imágenes y frases repetitivas; su trabajo era como de espectáculo y cuando mencionaba lo que las empresas y organismos mandaban a la zona de desastre, sonaba a propaganda.

Los periodistas de Chilevisión, el canal propiedad del aún presidente electo Sebastián Piñera -que por cierto incumplió su reiterada promesa de entregarlo a una fundación antes de tomar posesión el 11 de marzo-, fueron gritones, escandalosos, y un tanto empeñados en echarle la culpa a la presidenta. Este canal sigue aún repitiendo tomas de los primeros días, lo que ha llevado a que muchos niños crean que se trata de un nuevo temblor.

Mega es un canal sin muchos recursos, pero se manejó bien en el terremoto: mandó a terreno a sus principales “rostros”, que fueron empáticos con los entrevistados y acompañaron a muchos en el dolor por la pérdida de todo lo que tenían.

La RED TV, propiedad del mexicano Angel González que reside en Miami, parece que no se enteró del terremoto; siguió con sus teleseries mexicanas y brasileñas y con el Chavo del Ocho.

Al tercer o cuarto día del sismo, el Colegio de Periodistas de Chile recomendó a sus miembros respeto hacia los sentimientos de quienes habían perdido familiares. Afortunadamente, ningún canal pasó imágenes de muertos o heridos graves.

Una semana después del siniestro, fue la televisión la que levantó el ánimo de Chile.

Primero, por la imagen del humilde pescador Bruno Sandoval, que rescató de entre los escombros una bandera chilena rasgada y embarrada de lodo que al extenderla para la foto, se convirtió en símbolo de un país que quería tirar para arriba.

Luego por la Teletón, en la que participaron todos los canales con excepción de la RED; evento en el que Mario Kreuztberger, el famoso Don Francisco -que la verdad no era santo de mi devoción-, fue excelente comunicador con conmovedoras historias y testimonios en los sitios de la tragedia. Su labor fue esencial para conseguir solidaridad y casi el triple de la cantidad de dinero pretendida.

La televisión y el radio siguen siendo fundamentales para la gente en estos momentos de réplicas y apagones. Y para trasmitir la toma de posesión de Piñera entre fuertes sismos y mostrar los rostros aterrados de visitas como el Príncipe Felipe de Asturias y los presidentes de Uruguay, Colombia, Bolivia y Ecuador, que miraban temerosos el techo del edificio del Congreso en Valparaíso.

Todavía en casi todos los poblados donde hay gente durmiendo en la calle, por falta de casa o temor de dormir bajo techo, los vecinos hacen reuniones al aire libre en torno a pequeñas televisiones para ver en los noticieros lo que los periodistas reportan sobre ellos. La radio volvió a ser indispensable el domingo 14 de marzo, cuando un nuevo apagón dejó sin luz a más del 90% de los chilenos.

Ya prevenida, tenía yo un radio portátil sintonizado en Radio Cooperativa que dio durante casi tres horas todos los detalles de esa falta de luz general que causó pánico y más daños.

Los medios mexicanos, ausentes

El 27 de febrero México aún vivía la resaca del aluvión mediático que, 15 días antes, generó el sismo en Haití. El saldo informativo era más o menos claro y fue provocado sobre todo por el campo audiovisual: decenas si no es que cientos de imágenes conmovedoras y cifras reveladoras de una tragedia que estaba ahí antes de esa fecha, pero que no eran noticia ni siquiera para que cualquiera pudiera ubicar la situación geográfica de ese país. Fueron los mismos recursos de siempre en la televisión y la radio junto con la prensa escrita y su aporte por situar a la catásfrofe en sus dimensiones precisas, pero ninguno estuvo exento del el tremendismo y la especulación (por ejemplo, al día siguiente del sismo ya se hablaba de 100 mil fallecidos estos resultan tanto de los métodos tradicionales para captar audiencias como de la propia impericia profesional. No obstante, la enorme solidaridad que recibió Haití no puede explicarse sin la exposición mediática que tuvo la tragedia; en tal sentido el aporte de los medios es incuestionable.

En ese corte de caja estábamos, es decir, en medio del declive de un tema que iba cerrando ciclo en las mediciones de rating cuando ese 27 de febrero a la 1:45 de la mañana tiempo de México, un terremoto de 8.5 grados en la escala de Ritcher sacude a Chile; el epicentro fue a unos 90 kilómetros de Santiago, en la ciudad de la Concepción.

La noticia se expandió primero en Twitter a través del hashtag #terremotochile y minutos más tarde desde la televisión pública chilena y el Canal 24 horas donde, a juicio de los editores de etcétera, la periodista Mónica Rincón hizo una labor espléndida por la sobriedad y la cautela con las que trasmitía los partes informativos, incluso en medio de fuertes réplicas que sacudían el estudio. Fuera de esos medios, como señaló durante esos minutos la directora de nuestro portal, Laura Islas Reyes, ningún otro medio en ese país cubría el sismo, como ella comprobó al visitar los sitios de El Mercurio y CNN Chile.

(Laura se enteró de todo esto porque estaba a unas horas de partir a Chile a cubrir el Quinto Encuentro Internacional de la Lengua Española.)

En relación con las audiencias mexicanas, la cobertura más rápida, precisa y elocuente al reseñar la tragedia ocurrió a cargo de la periodista Teresa Gurza a quien, una vez más le expresamos nuestro cariño y respeto y, en este caso, además gratitud al habernos considerado como un sitio para difundir sus reportajes.

Apenas en la víspera en nuestro país, mediante un enorme despliegue propagandístico, el 15 de febrero, Foro TV iniciaba trasmisiones como opción noticiosa durante las 24 horas. Pero ni ese medio que tiene todos los recursos, ni algún otro en la televisión, por ejemplo Milenio Noticias que trasmite información durante todo el día, ofrecieron el parte sobre lo que sucedía en esos momentos en Chile; Televisa y Azteca tampoco cubrieron la noticia en sus señales de televisión abierta y tampoco ocurrió en los distintos circuitos de la televisión de paga: A esas horas, en el cuadrante radial ocurría lo mismo. Cerca de las 2 de la mañana tiempo de México, etcétera. com.mx subió la primer nota y colocó en la red la trasmisión que entonces hacía Mónica Rincón; un par de horas después, aunque signando la nota una hora antes de ser puesta, El Universal fue el primer diario en la red que atendió el drama. Desde entonces ambos medios fueron los que, al paso de los días, más y mejor informaron al respecto.

La versión impresa de los diarios mexicanos registró el movimiento telúrico hasta el domingo 28, es decir, casi 28 horas después de que sucedió (si calculamos que comienzan a circular desde las 5 de la mañana la oferta informativa fue la reiteración de lo que los medios arriba citados ya habían expuesto oportunamente. Ese domingo, los partes en la televisión y la radio fueron escuetos aunque, poco a poco, le dieron mayor espacio a la tragedia; entre la oferta, según nosotros, también destaca un extraordinario reportaje publicado en Milenio Semanal. Entre todo esto, antes, durante y después del terremoto, las redes sociales destacaron no sólo como la vía principal de acceso a la información de lo que sucedía en Chile sino que además fueron la más importante fuente de comunicación para familiares o amigos de las víctimas.

Al cierre de esta edición, sin embargo, ya es decendente la curva de atención que los medios mexicanos dedican al terremoto en Chile.

etcétera

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