Marco Valerio Marcial (recordado sólo como Marcial) fue un poeta latino cuyos epigramas han sido considerados como la herencia clásica de otros grandes de la poesía romana como Catulo.
Sin que se conozca su fecha exacta de nacimiento (el 1 de marzo de entre el año 38 y 41), Marcial es recordado por la precisión de sus versos, por la exactitud con la que describió el contexto social, político y su propio devenir existencial en cada epigrama.
Al cumplir 20 años, viajó a Roma con la esperanza de ser glorificado en una ciudad donde la virtud y el vicio se hacían uno. Ahí, bajo el resguardo de Lucano, Pola Argentaria (viuda de Lucano) y Quintiliano, “mendigó” durante casi 34 años, obteniendo todo lo que poseía por medio de sus poemas, lo que le hizo ganar una popularidad importante con sus contemporáneos.
Y aunque quiso vivir como bohemio, sin trabajar y ganando todo por caridad, también era una especie de izquierdista burgués que quería todo regalado (al final de sus días dijo que la mejor vida es cuando se viven en el campo, con un terreno heredado y una mujer discreta). Durante su vida gozó de tierras, esclavos y nunca padeció hambre.
Respecto al erotismo, Marcial aboga por el erotismo discreto y elegante, no sólo para hablar del que se desarrolla dentro de los ámbitos de la prudencia y en la secrecía que otorga la riqueza, sino también para hablar del erotismo practicado sin tapujos y sin distinción de sexos, o sea, el erotismo de entrega total al goce lúbrico, tal como hace en uno de los epigramas que dedica a Lesbia:
Das tu amor, Lesbia, a puertas abiertas y sin guardar. No ocultas tus placeres y gozas más si te ven que cuando te aman, pues no te agrada el juego si lo recatas. Sin embargo, la cortesana se oculta de testigos tras de las cortinas y cerrojos y las zahurdas de la zona roja apenas dejan filtrar la luz por sus aventuras. Que, al menos, Quiones o Ias te den lecciones de pudor. Las más procaces prostitutas se ocultan hasta en los sepulcros. ¿Qué? ¿Te parece demasiado dura mi reconvención? Con esto no te quiero decir que no cedas. Lo que no está bien es que te vean.
Y en este otro dedicado a Mamuriano:
“Cesto se me queja muchas veces, con lágrimas en los ojos, de que le tocas con tu dedo, Mamuriano. No es preciso el dedo: cógete a Cesto todo entero si es eso lo que te falta. Ahora bien, si no eres dueño de un hogar ni posees un mal camastro sin cobertores, ni una copa desportillada como la del burdel de Quione y la de Antíope; si un manto astroso y decolorado por los años se ciñe a tus riñones y si una corta camisola gala cubre tan sólo la mitad de tus nalgas; si tu único alimento es el mal olor de tu ahumada cocina y si a gatas bebes con tu perro un agua inmunda, no imgines perversas apetencias. Y no vayas a acusarme de celos o de malevolencia. En resumen, Mamuriano, haz porquerías, pero bien alimentado”.
Más este breve epigrama para Aglae:
“Cantabas, Aglae, cuando bien te querían. Ahora cantas mal. No habrá que besarte”