miércoles 24 abril 2024

Los sonidos del Azteca

por etcétera

Ahora como hace 35 años exactamente, aunque claro con otra escuadra y otro director técnico,el equipo de futbol más odiado y querido de México sufría en el torneo. Así lo registra ¡Fibra América! de aquel entonces al reseñar la derrota de Los Canarios por 2-1 ante el Toluca, la lesión de Carlos Reynoso durante el partido, las ausencias de Toño de la Torre, el Campeón Hernández y Enrique Borja tras su llamado a la selección y eso sin contar las continuas recaídas del Pajarito Cortés y que el portero suplente, Tarzán Palacios, no más ya no podía recuperar su nivel. Pese a ello, el América sería campeón al ganarle 2 a 1 al Cruz Azul en el Estadio Azteca. (Por cierto, al que nos diga quiénes anotaron le regalamos una suscripción, excepto a Luis Miguel Aguilar, porque él seguro que sabe hasta en qué minutos marcaron).

Ojalá que ahora como entonces, el América remonte la adversidad y levante otra vez el trofeo con las manos de Guillermo Ochoa, Salvador Cabañas y Germán Villa.

(Aviso que este redactor es amonestado por los integrantes de la Redacción para que, ni modo, devele ser director de etcétera y así quede deslindada claramente la afición de ellos por la Máquina Celeste, los Pumas y las Chivas Rayadas.)

Respuesta de la Redacción
La Redacción manifiesta su inconformidad con el texto escrito por el director sobre su equipo de futbol, y corresponde con esta instantánea de la realidad actual del América.

A todo color
Ah, qué año en México el de 1973. El de la política gubernamental contra la explosión demográfica; el de los comicios intermedios y la preeminencia del PRI pese a la reforma electoral de hacía dos años; el del influyente Jacobo Zabludovsky además de los comentarios de Agustín Barrios Gómez y su programa sabatino sobre temas de actualidad, así como la siempre amable e inteligente presencia de Guillermo Ochoa en Hoy mismo todas las mañanas en Canal 2 sin dejar de mencionar a Jorge Saldaña. El del ascenso del televisor a color y de la apoteosis del sonido cuadrafónico con tornamesa y todo para los acetatos, además de los aparatos toca cintas en sonido estéreo. Qué tiempos. Seguramente en ese entonces el ahora famoso triple play podría haber sido visto como una serie de béisbol.

Es el año de las estampitas de “Amor es…” ¿Recuerdan? Por cierto, ¿qué habrán dicho las niñas de entonces, feministas de ahora, al leer la frase “Amor es… ser feliz aunque no tengas libertades”? Con todo, para los chavales de ayer tal vez lo más emocionante sea recordar las narraciones épicas de Ángel Fernández y su interminable y trepidante grito de gol tanto en los partidos como en Siempre en Domingo de Raúl Velasco. Lo único que quizá podría superarlo son las series de Marino y la patrulla oceánica o Meteoro aunque para los americanistas, claro, ahí están las Aventuras de Borjita y eso que estaba en su apogeo Led Zeppelin y su Houses of the holy. Pero frente a eso también está aquel discazo de Reynoso donde canta (parece un ángel, de veras) “cómo se escucha el grito del campeón” en el Azteca.

(La mesa de Redacción irrumpe otra vez y dice que esto último, el acetato de Reynoso, no va en la nota, que eso no fue en 1973 sino en el 76, cuando el América tritura 4 a 0 a los Leones Negros de la U de G y luego gana el Campeón de Campeones a los Tigres de la U de Nuevo León con 2 a 0. Ignoro la errata y entono el himno del mejor jugador extranjero que ha venido a México.)

El bello vello
Ahora el traslado es a tres décadas atrás, a 1978, pero sin decir, para evitar molestas interrupciones, que ese año el América fue campeón de la Concacaf y que también obtuvo la Copa Interamericana al doblar nada menos que al Boca Juniors con otro golazo de Reynoso en el Azteca, de tiro libre contra Hugo Gatti, y que todos han visto más allá de su edad y del equipo al que le vayan. Para atenuar polémicas, así sea sólo entre hombres, es mejor evocar aquel comercial televisivo donde canta Patti, pero no Smith, sino McGuire. ¿Recuerdan su vestidito azul y su mano izquierda tronando los dedos mientras canta “Johnnie-Walker, shala, la, la, la…”? ¿No? Claro que sí, ella fue playmate en 1977 y luego se casó con Jimmy Connors. Dice la leyenda que el anuncio es subliminal y que, sin darnos cuenta, la señorita McGuire salió desnuda ahí cada quién sabe cuántas diapositivas. A saber. Con todo, es mejor mirarla sin ropa en Playboy, la edición estadounidense, claro, porque las restricciones legales en México impedían mostrar el bello vello, como explica en la edición de marzo de 1978 el director de Caballero, Raymundo Ampudia, a un lector enojado porque aquél fuera escondido. (De ese año no reseñamos las fotografías que le haría esa publicación a Farraw Fawcet con el pretexto de su incursión en el cine porque aquí tenemos el mal sabor de boca de que ella, 30 años después, comercializó el video del tratamiento del cáncer que padece.)

Es 1978. El año del fracaso, pero no sólo ni principalmente de la selección mexicana en el mundial de futbol de Argentina, sino el de la promesa de que nuestro peso sería defendido como lo haría un perro y que, precisamente por cumplirse con inteligencia canina, se devaluaría a niveles insospechados. Es el año de los casquitos de futbol americano cortesía de Danesa 33, de la euforia por los ovnis, la Fiebre de sábado por la noche y la cumbre de John Travolta, así como de los programas de ese baile de moda conducido por Fito Girón en el canal 2. También es el año del estreno de extraordinarias cintas, entre otras, El Golpe, con las estupendas actuaciones de Newman y Redford; Malas calles en la que debuta en el cine Scorsese, y la mejor cinta de terror de todos los tiempos, El Exorcista.

Además es el año en que los buscadores de noticias y de juicios fuera del cartabón oficial leían Proceso, El Día junto con su muy buena sección internacional, y la ya dicha Caballero que, recogiendo lo mejor de Playboy, difunde por esos meses una extraordinaria charla con Julio Cortázar en París donde platica sobre su afición poética, sus influencias literarias y su soledad para escribir, así como el dolor que le causó Rayuela (que, por cierto, cumple 45 años desde que fue publicada). Imposible dejar de evocar en todo esto a Su otro Yo y su estela de colaboradores, Renato Leduc y Carlos Monsiváis, entre otros. Por cierto, en la colección de 1978 de esa revista mensual hay, sí hay, un brillante texto de Octavio Paz sobre el cine de Buñuel. Entonces, llevaba dos años la revista Vuelta por él fundada y aún le restarían 20 años de vida más. Pero a eso, le dedicaremos más espacio porque esa historia continuará…

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