viernes 19 abril 2024

La lucha libre en la arena de los medios

por Luis Torres Albarrán

A 75 años de su llegada a México, la lucha libre vive uno de los mejores momentos de su historia como deporte-espectáculo. O al menos eso parece, si se toma en cuenta los espacios que su renovada popularidad le ha granjeado en la arena de los medios, esa extensión de los encordados donde, en muy buena medida, se han forjado las leyendas de rudos y técnicos por igual.

Foto: Cuartoscuro/Felipe Castellanos

Funciones VIP y concursos de baile, acrobacias y malabares por televisión; videoclips de música pop y telenovelas juveniles; exposiciones, congresos y giras por Europa; campañas gubernamentales por la erradicación de la violencia contra la mujer y películas de animación… Hoy, los luchadores están por todas partes.

Es un furor que no se entendería sin antes revisar la relación existente entre la lucha libre y los medios, prácticamente desde el momento mismo de su llegada a México.

Un ABC de papel
El 21 de septiembre de 1933, la Arena México fue el escenario de la primera función oficial de lucha libre en nuestro país.

Según consta en la edición dos mil 837 de la revista Box y Lucha (24/IX/07), ese mismo día, las planas del diario deportivo La Afición fueron, tal vez, el primer espacio en medios conquistado por el nuevo deporte-espectáculo.

En un texto intitulado Un exótico deporte llamado lucha libre, el columnista Fray Nano ofrecía una minuciosa descripción de la disciplina con que Salvador Lutteroth reabriría la hasta entonces conocida como Arena Modelo.

Punto por punto, con un lenguaje claro y concreto, el redactor copropietario de La Afición aclaraba, por principio de cuentas, que la lucha libre era muy diferente al boxeo: en su práctica, a excepción del estrangulamiento, todas las llaves posibles estaban permitidas con tal de acabar con el rival, lo mismo que los golpes con la palma o el revés de la mano… o enlazando las dos manos.

Acto seguido, Fray Nano se refería a las reglas, haciendo énfasis en las tácticas rudas motivo de descalificación: morder, patear, meter los dedos en los ojos o la boca del adversario, siempre sancionadas por el réferi, supremo árbitro en el cuadrilátero.

Por último, el columnista enumeraba las diferentes formas que tenían los luchadores para hacerse de dos de las tres caídas que les permitieran resultar victoriosos: nocaut, espaldas planas del rival contra el piso por tres segundos, rendición por dolor ante el castigo de alguna llave o descalificación.

Ojalá que la lucha sea aquí un éxito, como lo ha sido en Estados Unidos, había escrito al principio de su columna Fray Nano, la víspera de la función del 21 de septiembre de 1933. Hasta esa fecha, nunca se había visto en acción a un luchador mexicano, sólo franceses, alemanes, españoles, rusos y estadounidenses.

Esa noche, la victoria del sonorense Yaqui Joe sobre Bobby Sampson, ex campeón de la Marina americana, marcaría el inicio del tan anhelado éxito del nuevo deporte-espectáculo en nuestro país.

Y también el del vínculo, hoy más vigente que nunca, de la lucha libre con los medios.

¡Una revista atómica!
En mayo de 1951, el Canal 2 transmite a control remoto las luchas de la Arena Coliseo. Es tan favorable la reacción del público que al año siguiente se inaugura un encordado en el Estudio A y, desde el 9 de febrero de 1952, el programa sabatino Las Luchas de Televicentro se comienza a producir en las propias instalaciones de Telesistema Mexicano.

Además de representar el más lejano antecedente de la lucha libre en la televisión, en tales hechos se encuentra el origen de otro de los episodios más destacados en su relación con los medios.

Escribe Armando Bartra en su ensayo Las viñetas del Apocalipsis, publicado en el número 27 (2004) de la revista Luna Córnea: En agosto de 1952, seis meses después de que Emilio Azcárraga inaugurara su encordado de Televicentro, uno de los rudos de la pantalla chica debuta en la historieta de José G. Cruz bautizada: Santo. El Enmascarado de Plata. ¡Un semanario atómico!.

Nace así la que podría ser considerada como la historieta más importante de cuantas se han hecho hasta el momento en torno a la lucha libre.

Para 1953, el subtítulo de la publicación cambia a ¡Una revista atómica!, pues desde septiembre de ese año aparece los lunes, jueves y sábados. Al respecto, apunta Bartra:Periodicidad que Cruz habría hecho diaria de no ser por la rebelión de sus colaboradores, y que mantiene por 20 de sus casi 30 años de vida, volviéndolo el cómic más rápido del mundo: 30 páginas por entrega, 90 páginas semanales, 36 viñetas diarias, más de dos viñetas por hora de vigilia….

Poco le falta a la del Santo asegura para ser una historieta en tiempo real; una historieta cuyos lectores eran incontables:Si le atribuimos un tiraje conservador de 300 mil ejemplares por número, a razón de no menos de cinco lecturas por fascículo, tendríamos un millón y medio de lectores. Esto sin contar que desde 1954 y hasta los sesenta las aventuras del luchador también circulan en tomos de 250 páginas, que por lo general se leen más veces pues son menos frágiles que los cuadernillos; además de que cuando menos hasta los sesenta había establecimientos especializados dotados de rústicas bancas de madera donde por una módica renta se podían leer los manoseados volúmenes.

De 1952 a 1956, la revista se sustenta en la idea y los guiones del propio José G. Cruz, quien no duda en echar mano de películas, novelas, cuentos, leyendas, chismes de comisaría, hechos históricos, noticias periodísticas, mitología grecolatina, cantares de gesta, poemas épicos y hasta la Biblia a fin de tener qué contar.

Por ese entonces, los años canónicos de la publicación, Cruz cuenta con el apoyo del fotomontador y dibujante José Trinidad Romero, a la cabeza de un equipo conformado por sus hermanos además de Juan Tovar, Arturo Dávila y el fondista Horacio Robles, entre otros.

Son ellos quienes se encargan de hacer de esta historieta técnicamente se trata de un fotomontaje narrativo un verdadero fenómeno, que perdura por cerca de 30 años y que, a pesar de los intentos, jamás logra ser mínimamente igualado por las protagonizadas por otros luchadores como Blue Demon, Tinieblas, Konnnan, Cibernético y Místico (ver recuadro).
Entre otras razones, tal vez la fundamental, porque ninguno de ellos resulta digno de comparación con el personaje de las aventuras de José G. Cruz: Santo, el Enmascarado de Plata, quien más tarde sería encarnado por Rodolfo Guzmán Huerta, el Santo de verdad, para echar a andar una de las máximas leyendas del cine nacional.

De los encordados al celuloide
En la edición 61 de etcétera (noviembre de 2005), al recordar los orígenes del cine de horror en México, Luis Miguel Carriedo señalaba: Al arribo de los años 50 el género comenzaba a desdibujarse con la llegada del cine de luchadores (…) En 1952 El luchador fenómeno, de Fernando Cortés abrió la puerta a las primeras películas de este subgénero internacionalmente famoso. René Cardona filmó El enmascarado de plata, Chano Urueta La bestia magnífica y Joselito Rodríguez El Huracán Ramírez.

A partir de ese año, los luchadores serían los protagonistas lo mismo de verdaderos clásicos que de auténticos churros.

En estricto sentido a decir de Nelson Carro en su libro El cine de luchadores, de las cuatro películas arriba citadas, sería El Enmascarado de Plata, la última en ser realizada, la que marcaría la vertiente más socorrida del género en el futuro: Originalmente, debía ser interpretado por Santo, quien ya se había dado a conocer en las arenas, en la televisión y mediante la fotonovela de José G. Cruz. Sin embargo, fue el Médico Asesino quien inauguró el mito de El Enmascarado de Plata que posteriormente encarnaría Santo en medio centenar de películas. Este hombre enmascarado, inspirado en El Fantasma de Lee Falk, era, como su fuente de inspiración, un infatigable luchador contra el Mal y en defensa de la Justicia.

Foto: Cuartoscuro/
Miguel Dimayuga

Así, a lo largo de 30 años, los justicieros enmascarados entre los que también se cuenta a Blue Demon y Mil Máscaras se enfrentan a todo tipo de villanescos enemigos: sabios, monstruos, vampiros, momias, marcianos o cualquier otro engendro pergeñado por la delirante imaginación de los argumentistas.

Según la filmografía incluida en el especial preparado por Récord con motivo del 75 aniversario de la llegada de la lucha libre a México, de 1952 a 1982 se graban 135 películas de luchadores entre cuatro y cinco por año, en promedio, la gran mayoría protagonizada por el Santo.

En el transcurso tres décadas, el nuevo ídolo del pueblo se erige como el máximo redentor, como la representación del Bien por antonomasia. De ahí que una vez que el Enmascarado de Plata grabara la última de sus películas probablemente La furia de los karatekas (Alfredo B. Crevena,1982) y pusiera fin a una carrera que había iniciado 24 años atrás, con Santo contra el cerebro del mal (Joselito Rodríguez, 1958), el cine de luchadores entrara en franca decadencia.

Vendrían filmes tan disímiles como Mi compadre Capulina/Poninas dijo Popochas (Víctor Ugalde, 1989), La leyenda de una máscara (José Buil, 1991), Octagón y Atlantis, la revancha (Juan Fernando Pérez Gavilán, 1991), entre otros, pero ya nada volvería a ser igual para la lucha libre en el celuloide.

Había llegado la hora de dejar la pantalla grande para ir en pos de una nueva conquista: la pantalla chica.

La magia de la televisión
En su edición 120 (octubre de 2007), la revista Quo publica el reportaje Lucha libre: ficción al filo de la realidad. En dicho texto, Isaac Bengurion e Iván Carrillo recuperan las siguientes líneas de Pablo Lavín en su libro 100 llaves de lucha libre: A la popularidad que le dio la televisión a la lucha libre, este deporte correspondió convirtiéndose en el principal factor de venta de aparatos de televisión en México, cosa que usted puede comprobar con cualquier vendedor de telerreceptores.

Sin embargo, el gusto duraría poco: cuenta la leyenda que entre un supuesto pronunciamiento del entonces regente Ernesto P. Uruchurtu contra la lucha libre por televisión y la transmisión del pleito máscara contra máscara entre el Santo y Black Shadow, el programa Las luchas de Televicentro comenzaría a venirse abajo hasta desaparecer.

Tendrían que pasar cerca de 30 años mismos que duró la época de oro del cine de luchadores para que la lucha libre regresara a la pantalla chica. Así lo recuerda Alfonso Morales, cronista de Televisa:La primera transmisión que se hace en la televisión es la despedida del Santo en el Toreo el 12 de septiembre de 1982, que en ese entonces se transmitió a través del programa Acción. Fue el Santo, Huracán Ramírez, Gori Guerrero y el Solitario contra el Signo, el Texano, el Negro Navarro y el Perro Aguayo.

Por esas fechas continúa Morales, Moisés Zárate, Alejandro Burillo y Jaime de Haro inventan lo que se llama el Pavillón Azteca, una especie de carpa de circo ubicada frente al Estadio Azteca de donde surgieron, entre otros, luchadores como el Apache, Fuerza Guerrera y Súper Muñeco.

A pesar del éxito de estas transmisiones los lunes, a las 8, por Canal 4 de acuerdo con la versión del doctor Morales, hasta llegaron a hacer que bajara el rating del Chapulín Colorado la resurrección del supuesto veto a la lucha libre en televisión por parte de Uruchurtu sume las funciones del Pavillón Azteca en un impasse que las saca del aire.

Con el correr de la década de los 80, la transmisión de la lucha libre no sólo se restablece, sino que se formaliza: los sábados, de 7 a 10, Televisa transmite las funciones de los martes en la Arena Coliseo y las de los viernes en la Arena México, mientras que Imevisión ofrece las funciones organizadas en el Toreo y en la Arena Nezahualcóyotl.

La llegada del deporte-espectáculo a los hogares contribuiría a que, poco a poco, la gente regresara a los pleitos en vivo. Se dice que antes de la llegada de la televisión, la Arena México estaba a punto de cerrar: los domingos entraban entre 300 y 400 personas.

Así, el buen desempeño de los gladiadores en combinación con el glamour de la televisión allanan el camino para una nueva era de prosperidad para la lucha libre hacia la década del 90.

Figura clave de este proceso en opinión de Fernando Álvarez Téllez, coordinador editorial de Box y Lucha resulta Antonio Peña, a quien se debe, entre otras, la lucha de máscara contra máscara entre Rayo de Jalisco Jr. y Carmelo Reyes, Cien Caras, en la Arena México: Antonio Peña resucitó, en los últimos años que estuvo en la Arena México, la lucha libre, precisamente porque estaba tan estancada, en un rollo tan tradicional, tan aferrados a ser la empresa seria y estable. Él adaptó muchas cosas de la lucha gringa y de la lucha japonesa a México: hexadrilátero, luchas en jaula, muchas cosas. Y lo imitó tal cual. Evidentemente, el gran problema es que aquí se hace con papel china y engrudo y allá son producciones hollywoodenses.

A esta lucha tan tradicional, llevó a las edecanes, los juegos de luces, la música: era apoteósico (…) Imagínate cuan atractivo fue entonces para la cámara de televisión (que) el Perro Aguayo, con su cara de yaqui enojado, llegara (al ring) con su sombrero, su chaleco, sus botas peludas, su perro y con la Marcha de Zacatecas a todo lo que da.

Para Alfonso Morales, igualmente importante resulta la labor de quien se encargaba por esos años de la producción de las funciones para Televisa: El genio de la producción en televisión se llama Benjamín Hidalgo, él es el genio. Lo que (él) hizo (fue) poner el barandal para que la gente no se metiera, pintar las tarimas de azul, el ring vestirlo de colores, las luces, las robóticas, los efectos cuando salían los luchadores.

Cuando los empresarios se incomodan con tanta innovación, Antonio Peña sale de la Arena México y funda su propia empresa Triple A que desde 1992, en sociedad con Televisa, inaugura una nueva etapa, más moderna, de la lucha libre en México.

Alejandro González, editor de Récord Luchas, detalla su modus operandi: El esquema de negocios de Triple A es más enfocado a lo que hace en Estados Unidos, a nivel argumental, WWE: generar historias para los luchadores (…) Sí hay una caravana que le genera ingresos por entrada, pero ellos van enfocados al rating, a trabajar para la tele y tener ingresos adicionales por la entrada.

Un esquema que rinde su primer gran éxito al año de haber sido fundada, en la función Triplemanía celebrada en la Plaza de Toros México, donde más de 50 mil almas se dan cita para presenciar la lucha por el retiro entre Carmelo Reyes, Cien Caras, y Konnan y que, desde entonces, alimenta el gran momento que vive actualmente la lucha libre.

Con transmisiones por Televisa, TV Azteca, Cadena Tres, Canal 52MX, TVC Deportes, Sky, la lucha libre ha demostrado ser redituable para la televisión, no sin también verse beneficiada por la proyección recibida.

Pareciera una relación de simbiosis prácticamente perfecta, de no ser por un detalle, a juicio de Fernando Álvarez Téllez: La televisión le ha ayudado a la lucha en abstracto, pero no al luchador en concreto. Tú como empresario, vas a invertir tu lana (para organizar una función obviamente, quieres que la entrada sea buena, recuperar y ganar. No vas a llevar al Súper Pelos en la lucha estelar, vas a llevar al Místico. ¿Y qué pasa con el Súper Pelos? No tiene chamba. O tiene que regalar su trabajo.

Realidad y fantasía
Más de dos mil 900 números semanales publicados a lo largo de 57 años hacen de Box y Lucha la revista de más tradición en el ámbito de la lucha libre. En contraste, con siete ediciones mensuales en poco más de medio año de existencia, Récord Luchas es la de más reciente lanzamiento, a excepción de WWE Magazine (ver recuadro).

Entre el proyecto de cada una de ellas bien puede ubicarse más de una decena de publicaciones hoy dedicadas a la cobertura del deporte-espectáculo.

Inspirada en la revista The Ring, editada en Estados Unidos, Box y Lucha empieza a circular el 21 de marzo de 1952, con el nombre de Clinch. Al paso del tiempo, no sólo adquiriría su nombre actual, sino que dejaría de ser una revista dedicada principalmente al boxeo para ocuparse de la lucha libre.

Fernando Álvarez Téllez, coordinador editorial, define la publicación: Box y Lucha es, eminentemente, la revista del medio (…) Es la revista que el luchador busca para hacer declaraciones tronantes, porque saben que nosotros, si hay que elegir entre el luchador y la empresa, vamos a elegir siempre al luchador porque, como medios, vivimos gracias a que unos tipejos se suben (al ring) a partirse el queso.

Nos leen los luchadores porque somos la revista que tiene la cartelera más amplia (…) Todos los directivos están pendientes de lo que se dice de ellos (…) Nos lee la gente aficionada de muchos años (…) Mucho tiempo se ha hablado de que es la revista del público adulto. Y puede ser que sí, porque es una revista para leer.

Por su parte, Récord Luchas tiene su origen en un número especial mitad lucha libre, mitad deportes extremos, que Grupo Editorial Notmusa pone a circular en 2007. Aunque el éxito es moderado, queda claro que no se debe a los deportes extremos, así que para 2008, se trabaja un especial con motivo del 75 aniversario de la llegada de la lucha libre a México.

Nuevamente, contra toda pronóstico, la publicación resulta un éxito, al grado que tiene que reimprimirse. Es entonces cuando se toma la decisión de echar a andar el proyecto mensual encabezado por Alejandro González: Nuestro ángulo editorial era no basarnos en resultados (…) sino hacer una revista mensual y contar la historia del mes. Los textos se enfocan a hablar de los luchadores a fondo, anécdotas, trayectorias (…) Cada artículo involucra una planeación previa de la locación, del ángulo que se le va a dar al luchador, que va de la mano con la historia del personaje.

Muchas de las publicaciones son muy críticas, hablan generalmente de aspectos negativos de los luchadores (…) Nuestra línea es amable, del lado de los luchadores (…), recuperar las historias (…) A la gente le interesa saber, igual, cosas personales de Rey Misterio, de Místico y, en general, yo no creo que tenga mucho sentido hablar de si tuvieron tal o cual desplante con la prensa, la empresa o el público (…) Al final, lo que queremos es que nos concedan tiempo y que nos dejen retratarlos.

De cara a 2009, tanto Box y Lucha como Récord Luchas se declaran listas para conservar a sus lectores e ir en busca de más. Cada una, obviamente, con su apuesta y sus recursos: la primera, con las crónicas de las funciones, las polémicas, la recuperación de la memoria; la segunda, con las semblanzas conmovedoras, las fotos de lujo, el derroche de diseño.
Porque, finalmente, la lucha libre es una dualidad de realidad y fantasía.

Al final, los mismos de siempre
Son ya 75 años de lucha libre en México, los cuales, en muy buena medida, han quedado en la memoria de la afición gracias al testimonio que de ellos han dado los medios, desde los días de las primeras crónicas en los periódicos y las fotonovelas hasta hoy, que la pantalla chica y los puestos de periódicos comienzan a acusar una cierta saturación de este deporte-espectáculo.

La situación es tal, que proyectos como Ras de lona una producción de Armando Padilla y Sara Contreras para Canal 52MX de MV prefieren afinar muy bien su oferta y presentarse como el noticiario oficial del Consejo Mundial de Lucha Libre, explica Leobardo Magadán, co-conductor del programa: El público está dividido: los segmentos de Triple A son los segmentos de Triple A y el Consejo tiene su propio mercado. Esto va dirigido a ese público en particular (…) No puedes cubrir Triple A, CMLL, también TNA, WWE, porque son públicos muy diferentes. A la gente que le gusta la lucha americana no le gusta la lucha mexicana y viceversa: tienes que ir dirigido a públicos muy específicos.

Así, en el marco de la celebración del 75 aniversario de la llegada de la lucha libre a México, Editorial Televisa pone en circulación la revista Dos de tres para los seguidores de la Triple A; Grupo Editorial Notmusa incursiona en un terreno que jamás habría imaginado con Récord Luchas; en alianza con inversionistas mexicanos, WWE lanza WWE Magazine apenas un par de meses después de la llegada de sus transmisiones en televisión abierta, mientras que Box y Lucha, Súper Luchas, Luchas 2000 y Guerreros del Ring se disputan, semana a semana, la preferencia del sector más duro de la afición, tratando de cubrir las funciones de todas las empresas y también de los independientes.

Pero toda esta efervescencia va a pasar, advierte Fernando Álvarez Téllez: Nada es para siempre. La lucha libre ya ha vivido etapas así (…) Es un fenómeno de sentido común: esto va a venir abajo. (Entonces), se van a quedar los medios de siempre y los aficionados de siempre (…) porque los de siempre están acostumbrados a estos vaivenes.

El Príncipe de Plata y Oro en papel
Una de las más recientes incursiones de la lucha libre en los territorios de la historieta fue la protagonizada por el Místico entre el 6 noviembre de 2006 y el 17 de marzo de 2008, período en el que se mantuvo en circulación el cómic Místico, el Príncipe de Plata y Oro, de Editorial Toukan.

Con el título “Comienza la aventura”, el primer ejemplar rememora el descubrimiento de la vocación de Místico en los días difíciles de su infancia, cuando le promete a Fray Tormenta -su protector en el hospicio- no rendirse por nada a fin de sacar adelante la escuela y, así, ganarse el derecho a entrenar para llegar a luchador.

La remembranza llega justo cuando, disfrazado de Atlantis, Bestia Asesina -un desquiciado que se cree el mejor luchador de la historia- lo trae a maltraer en una función de la Arena Coliseo. “¡Nunca me voy a rendir!”, musita el Príncipe de Plata y Oro, al tiempo que toma un respiro para enfrentar a su enemigo y descubrir qué pasó con el verdadero Atlantis.

Trabajadas en tres o cuatro partes, historias por el estilo alimentaban semana a semana las páginas de la publicación, puesta a la venta originalmente en siete pesos -cuatro en un principio, por “oferta de lanzamiento”-, que terminarían siendo diez para cuando aparece por última vez, el 17 de marzo de 2008.

En el número 72 del cómic -“Lucha final cuerpo a cuerpo con la Bestia”-, Místico alcanza a mantener a raya al mismísimo Infierno y sus abominables engendros, que amenazaban con sentar sus reales en nuestro mundo. En la tercera de forros de la edición, todavía se lee:

“Algo extraño está ocurriendo en el drenaje profundo de la Ciudad de México. Los niños de la calle están desapareciendo y Místico se dará a la tarea de investigar su paradero… ¿Podrá averiguar algo?”. No habría forma de saberlo, porque el siguiente número no llegaría. En su lugar, a manera de consuelo, sólo un “especial de colección” de cuatro episodios: “¡El Príncipe reta a los muertos!”.



La lucha se hace
A principios de diciembre, además de Box y Lucha y Récord Luchas, etcétera ubicó prácticamente una decena de revistas dedicadas a la cobertura de la lucha libre nacional e internacional.

Sobra decir que, como suele suceder, hay de todo y para todos:

Guerreros del Ring (Editorial Mango): 168 números semanales en cuatro años La Hurracarrana (Editorial Kilate): 19 números catorcenales en dos años Luchas 2000 (Emiliano Cruz Martínez*): 448 números semanales en ocho años

Súper Luchas (Jorge Ocampo Campos*): 292 números semanales en seis años Dos de Tres (Editorial Televisa): 12 números mensuales en un año Titanes del Ring (Mina Editores): nueve números mensuales en nueve meses WWE Magazine (Nobel Audiovisual): primer número mensual Enciclopedia de Máscaras (Mina Editores): 19 tomos mensuales en un año y siete meses Grandes Figuras de la Lucha Libre (Mina Editores): 18 números mensuales en un año y medio Enciclopedia Mundial de Luchadores (Mina Editores): primer tomo mensual En esta Esquina Lucha Libre (Gerardo García Ibarra*): sin información disponible.

*Editores responsables
LTA



Cine de luchadores, ahora en animación
Lejos, cada vez más lejos están los años de oro del cine de luchadores. O por lo menos del cine de luchadores de carne y hueso porque, lo de hoy, son los proyectos que llevan de vuelta a la pantalla grande a estos personajes… ¡pero mediante técnicas de animación!

Con una producción de tres millones de dólares, este otoño llegará a las salas Triple A la Película, cinta 100% mexicana, dirigida por Alberto Rodríguez y producida por Dorian Joaquín Roldán, vicepresidente de la empresa de lucha libre fundada por Antonio Peña.

Aunque sea en dibujos, la cinta contempla la participación de Latin Lover, La Parka, Octagón, Súper Porky, Mascarita Sagrada y Cibernético, entre otros.

A mediados de octubre pasado, se estrenó en México Los Campeones de la Lucha Libre, una coproducción de Azteca Cine y Video y Bouncynet, a cargo de Eddie Mort, creador y productor de la serie Mucha Lucha, de Cartoon Network.

La película narra la historia de Dragón Rojo Jr., un joven luchador que, además de buscar superar la sombra de su padre, deberá salvar a los extraños habitantes de una aldea, en compañía de sus amigos Tse Tse Fly, Rayo X, Mr. Professional y Sorpresa.

Otro proyecto de este tipo fue la caricatura que el mismo canal Cartoon Network estrenó en 2004 con el personaje del Santo como protagonista.

LTA
(Con información de
Reforma y Récord)



Hasta en la sopa
De las funciones de siempre en los lugares de siempre, hoy los luchadores han pasado a estar en todos lados:

Foto: Cuartoscuro/
Julio César Pérez

*En 2005, Latin Lover sorprende a propios y extraños con sus dotes artísticas en Bailando por un sueño, concurso de Televisa en el que termina en primer lugar, lo que le vale participar en el especial Reyes de la pista, donde también alcanza el triunfo. Luego de semejantes proezas, el stripper metido a luchador conquista el privilegio de conducir la revista sabatina Muévete, al lado de Maribel Guardia, también por el Canal de las Estrellas.

*En 2006, la fama de Místico lo lleva a pelear en las funciones VIP organizadas en el entonces Salón 21. Ese mismo año, graba el videoclip del tema Me muero, del grupo de pop español La Quinta Estación, incluido en el disco El mundo se equivoca. Al año siguiente, el Príncipe de Plata y Oro es invitado a participar en la telenovela Muchachitas como tú. A principios de este año, el ahijado de Fray Tormenta lanza su disco Las favoritas del Místico, una recopilación de temas de Jerry Rivera, El General, Bronco, Magneto, Elvis Crespo, OV7, Maldita Vecindad y Las Ketchup, entre otros.

*En 2007, el Hijo del Perro Aguayo lidera al equipo Amarillo que participa en el programa de acrobacias y malabares Los Cinco Magníficos, también de Televisa.

*A finales de 2008, Blue Panther se suma a Ciro Gómez Leyva, Javier Alarcón, Pepe Cárdenas, Javier Solórzano, Víctor y Raúl de La Academia y varios más, en la campaña de medios del gobierno de Felipe Calderón por la eliminación de la violencia contra la mujer.

LTA
(Con información de
Reforma)




La llegada de la WWE a México
En octubre de 2008, la llegada de las funciones de la WWE a México por televisión abierta Raw, por Televisa, y SmackDown, por TV Azteca representa una oportunidad inmejorable para que inversionistas mexicanos aceleren las negociaciones iniciadas entre junio y julio para traer al país WWE Magazine, la revista oficial de la empresa de lucha libre más grande y poderosa del mundo.

Tras concretar la compra de la licencia correspondiente a Ediciones Nobel, de España quien tiene los derechos de la revista para Latinoamérica, la publicación comienza a circular los primeros días de diciembre.

Como ninguna otra en México, WWE Magazine ofrece a los lectores mexicanos toda la información en torno ECW, Raw y SmackDown, las tres categorías que maneja la WWE, con carteleras, notas, entrevistas, reportajes, todo con fotografías y diseño impresionantes.

Luego de absorber por completo la primera edición de 50 mil ejemplares, los planes de comercialización de la revista se enfocan según Rodrigo Elías, del área de Publicidad a tener como futuros anunciantes a los mismos licenciatarios de la WWE: videojuegos, videos, camisetas, juguetes, transmisiones…

Porque, al final, de lo que se trata es de posicionar al 100% la marca WWE en México y, una vez conseguido el objetivo, tirar el doble y lanzarse a la conquista del mercado del sur de Estados Unidos y Centroamérica.

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