jueves 28 marzo 2024

La imagen de México en el mundo

por María Cristina Rosas

Cuando el Presidente Felipe Calderón asumió el cargo dijo, a propósito de la política exterior, que la finalidad de su gobierno era que hubiera más México en el mundo al estilo del eslogan de la cerveza Corona. La gestión de su antecesor, Vicente Fox fue, sin duda, dañina para la política exterior mexicana, la cual no sólo perdió espacios y presencia, sino, especialmente, credibilidad. Por lo tanto, era de esperar que el nuevo mandatario tomara distancia, haciendo el esfuerzo de reconstruir la política exterior.

El camino ha sido difícil. Los problemas internos reclaman toda la atención del gobierno, por lo que la política exterior pareciera estar condenada a recibir un trato residual. Ciertamente se han dado pasos concretos en la normalización de las relaciones con Venezuela y Cuba, pero en ambos casos se trata sobre todo de una especie de recuento de los daños ante lo sucedido entre 2000 y 2006, lo que impide avanzar en todos los demás temas importantes de la agenda global.

Una consecuencia visible del deterioro que sufrió la política exterior de México es la confusión que se genera en la comunidad internacional en torno a las posturas que el país asume ante situaciones muy concretas. Eso era impensable en otros tiempos: lo que México hacía y decía en el mundo, a todos les quedaba claro. Sin embargo, durante la gestión de Vicente Fox ocurrieron situaciones verdaderamente bochornosas como la que se suscitó en el tristemente célebre episodio de la revocación del mandato como Director General de la Organización para la Proscripción de las Armas Químicas (OPAQ) al brasileño José Maurício Bustani.

México y su mala imagen en el mundo
Si se piensa que el caso Bustani fue sólo uno de muchos problemas en la política mundial durante el gobierno de Vicente Fox ante los que México quedó muy mal parado, dicho sea de paso, es obvio que para la administración de Calderón hay mucho por hacer. Lamentablemente, lo urgente no deja tiempo para lo importante.

La lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado acaparan buena parte de la atención de la administración de Calderón. Tan es así que el año pasado, cuando México buscaba el apoyo de la Asamblea General de la ONU para ocupar un asiento como miembro permanente en el Consejo de Seguridad (y que consiguió sin grandes aspavientos), el Presidente Calderón se presentó justamente ante los miembros de la institución para explicar las razones por las que el país quería estar en el órgano máximo de Naciones Unidas. El principal argumento presentado por el mandatario mexicano, fue que el país deseaba seguir luchando contra el crimen organizado (!?). No quedó claro, si su apuesta era que hubiera mayor cooperación entre México y el mundo para atacar este problema. Lo cierto es que, de todas las cosas que se pueden hacer en el Consejo de Seguridad (y se pueden hacer muchas), el argumento de Calderón dejó dudas en torno a si había claridad sobre el significado de la paz y la seguridad internacionales (que son las tareas básicas de la institución), y sobre la existencia de otras instancias para lidiar con ese problema. Lo que es más: si alguien le tomara la palabra al mandatario mexicano luego de lo que dijo en la Asamblea General, podría pensar que es tal la magnitud del problema que plantea el crimen organizado al país, que simplemente no se puede resolver y podría interpretarse como una invitación a que la comunidad internacional intervenga. En otras palabras: llevar a la ONU este tema, que es un asunto de seguridad interna de México, sugiere que no hay claridad respecto a las tareas y funciones del Consejo de Seguridad.

Es cierto que el narcotráfico y el crimen organizado son problemas que los medios de comunicación del mundo recogen a la hora de hablar sobre México, lo que a su vez se traduce en que la imagen del país ante la comunidad de naciones, está muy deteriorada. Las advertencias de diversos gobiernos a sus ciudadanos respecto a los riesgos de visitar México, así lo corroboran. El país es visto como inseguro, casi invivible. Las comparaciones con Colombia e Irak son tan frecuentes (en el primer caso por el poder que posee el narcotráfico, y en el segundo caso por las ejecuciones que, como es sabido, superaron en 2008 a las víctimas del conflicto que se libra en Bagdad y otras ciudades iraquíes) que pareciera que México ya es un Estado fallido (failed state).

De ahí que, en enero pasado, el presidente Calderón conminara a los embajadores y cónsules mexicanos, a difundir una imagen positiva de México en el mundo. Una mala imagen del país ante el mundo inhibe las inversiones, el turismo y daña la capacidad de gestión del gobierno mexicano de cara a los temas globales y ante la comunidad de naciones. Así, en la reunión referida, el mandatario fue muy crudo, según lo refirieron diversos medios de información.

Foto: Reuters

Pareciera que en el mundo se generara la impresión de que en México se está simple y sencillamente masacrando a la población civil en las calles, incluyendo las de esta ciudad y que se está generando una situación de caos y honestamente no es así, dijo Calderón. Pueden decirlo refirió el Presidente ante embajadores y cónsules mexicanos-, y no sólo pueden decirlo: les instruyo a que lo digan en cualquier parte del mundo.

Calderón aseguró que en México hay un gobierno y una sociedad absolutamente decididos a enfrentar y a resolver los problemas que llevan años en gestión y que están bajo la alfombra, como el de la inseguridad esta referencia tiene dedicatoria, en especial a su antecesor.

Pidió a los diplomáticos informar que en México hay estabilidad democrática y política y que existe un poder legislativo que está aprobando reformas importantes. También los exhortó a que divulguen que el gobierno mexicano no es un rehén de la crisis económica que vive el mundo ni de la batalla que libra contra el crimen organizado, batalla que reiteró, se ganará.

Pero, además de este exhorto ¿qué se puede hacer para mejorar la imagen de México en el mundo? En 2009, tanto la crisis económica como las elecciones de julio, tendrán prioridad sobre los temas de la política exterior. Sin embargo, desde enero de 2009 y hasta diciembre de 2010, México estará en el Consejo de Seguridad de la ONU, esto es, en la primera fila la escena internacional, y ello demandará un mayor activismo de la política exterior para que el país no sea sólo un espectador o seguidor de las agendas que otras naciones proponen en ese importante foro. Y si bien la actual administración puede culpar a la que le antecedió del caos imperante en México, ni el inmovilismo ni el conformismo son las mejores estrategias para el país en un mundo globalizado. El Presidente Calderón está entrando ya a la mitad de su gobierno y en política exterior todavía no ha terminado de definir la agenda. ¿Será posible darle el beneficio de la duda respecto de los siguientes tres años a las relaciones de México con el mundo?

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