viernes 26 abril 2024

Jenaro Villamil, un periodista militante y de consigna

por Angélica Recillas

Esta es la reseña de un emblema del periodismo militante y de consigna. Su principal empeño es ser algo así como la sombra de Televisa y Enrique Peña Nieto. No importa que, precisamente por esa encomienda, sus críticas parezcan eso, sombras que pretenden impacto mediático –estruendo– a costa del rigor deontológico y profesional, la información rigurosa y precisa. Porque una cosa es el imperativo ético de criticar al consorcio televisivo y la ineficacia gubernamental, y otra muy diferente hacer propaganda que tiene eco en los reductos que no exigen calidad informativa sino proclamas. Eso sucedió, por citar un caso memorable, cuando el reportero firmó como suyos documentos apócrifos sobre una supuesta alianza entre el ahora Presidente de México y Televisa (el tema llevó al mismísimo The Guardian a ofrecer disculpas a Televisa, porque lo retomó con las mismas directrices militantes y sin rigor profesional).


Jenaro Villamil Rodríguez ha cincelado su imagen como acérrimo opositor al consorcio de Chapultepec aunque no tiene reparo en alinearse con los intereses del monopolio del hombre más rico de México, Carlos Slim, y su imperio en la telefonía fija y móvil que tanto daño causa a la economía del país y a los consumidores.


Villamil acusa de “nado sincronizado” a los medios o periodistas que disienten de sus posturas, aunque en incontables ocasiones él ha participado en ese “nado sincronizado”.


Este militante de los medios se define como un apasionado de las redes sociales y les confiere un poder supremo para tumbar colosos; por ello promueve cuanto hashtag aparece contra sus adversarios predilectos (a quienes jamás -la causa se lo impide- les reconoce nada). Además, como si tuviera autoridad moral, fustiga a la televisora y al Presidente y su partido, pero hace mutis sobre los yerros de otros actores políticos, principalmente los de Andrés Manuel López Obrador.


Así es Villamil, alguien cuya concepción del periodismo indica que no hace falta demostrar nada, con sólo crear percepciones basta. También es un fiscal que exige a sus imputados una transparencia que él no ofrece; un litigante que abraza causas y las defiende a cualquier precio y un integrante del tribunal mediático que enjuicia y emite fallos inapelables. En resumen, un distinguido representante del periodismo militante y por consigna.


El mito construido con un reportaje inexistente.


El 23 de octubre de 2005, bajo el título de “Manipulación informativa, negocio publicitario”, Jenaro Villamil publicó en Proceso un reporte que alude a un supuesto “plan de trabajo” firmado entre el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y Televisa, con el fin de promover su imagen y posicionarlo como candidato presidencial para las elecciones de 2012. Para ello, el gobierno mexiquense erogaría 742 millones de pesos tan sólo en el primer año de gestión (los supuestos y las condicionantes siempre son parte de este tipo piezas periodísticas).


El acucioso lector de etcétera conoce los detalles de esta impostura: en realidad no fue un reportaje sino la copia fiel de un legajo sin membretes ni rúbricas, que unas manos misteriosas distribuyeron en varios medios de comunicación, entre ellos esta revista (y los editores lo expusieron en esos años). Se hacía acompañar de una carta donde la fuente anónima decía que por su seguridad y la de su familia, preferia no revelar su identidad, dado lo “delicado” del asunto.


Desde entonces, Villamil ha insistido en el mito e incluso, entre 2009 y 2012, escribió tres libros basados en éste: Si yo fuera presidente: el reality show de Peña Nieto, El sexenio de Televisa y Peña Nieto: el gran montaje; en ninguno ofrece elementos contundentes de una investigación que acredite el famoso plan de trabajo, sino que conecta la trama central con circunstacias protagonizadas por Carlos Salinas de Gortari y personajes del llamado “Grupo Atlacomulco”, del Estado de México. Su intención, además de vivir de ese embuste ha sido sembrar la percepción de que el expresidente es “la mano que mece el copete” (una arenga similar a la que sostiene el dirigente de Morena).


Y así como Villamil “se fusiló” el contenido de los documentos misteriosos para crear la fantasía de un candidato presidencial fabricado por la televisión, en junio de 2012 The Guardian la reprodujo en su totalidad con la firma de Jo Tuckman, quien luego reconoció que no pudo corroborar la autenticidad de esos documentos, es decir, el mismo paquete anónimo repartido en varias mesas de redacción siete años atrás.


Para Jenaro Villamil, el que su trabajo haya llegado a las páginas de un medio extranjero, le concede un estatus de verdad universal de la que nadie debe dudar, según lo establece en el reporte “Se les cayó el teatro”, publicado en la edición impresa de Proceso del 9 de junio de 2012; ahí fustiga a quienes pusieron en tela de juicio su “investigación”.


 


Pero la realidad se impuso. El 16 de agosto de 2012 el entonces IFE desechó el reportaje de Villamil, retomado por The Guardian . Televisa, por su parte, anunció acciones legales y finalmente el rotativo inglés se disculpó con la televisora, como consta un comunicado conjunto difundido el 5 de febrero de 2013. Ese día, por cierto, Proceso publicó esta nota en su portal: “The Guardian se desdice y se disculpa por vincular a EPN con Televisa”; aunque Villamil dijera hace unas semanas que The Guardian nunca se había disculpado por ninguno de sus trabajos sobre México. La evidencia de que sí lo hizo, está en la propia hemeroteca de Proceso.


En favor de Slim, ese puño si se ve


El debate sobre la reforma a la Ley de Telecomunicaciones, que se concretó en julio de 2014, comenzó desde febrero del mismo año. El día 1, Jenaro Villamil advertía en Proceso que se preparaba una nueva “Ley Televisa” y mencionó una presunta reunión del presidente Enrique Peña Nieto con ejecutivos de la televisora quienes estaban dispuestos a “cobrarle el favor” por el trato privilegiado que le dieron durante la campaña que lo llevó a la Presidencia.


Apoyado en supuestos, Villamil afirmó que los directivos de Televisa le pedían al ejecutivo detener la investigación del IFT en su contra, a fin de no ser declarado como agente preponderante. Asimismo que sugerían acotar la licitación de las dos nuevas cadenas de televisión abierta, sobre todo para que no entraran competidores incómodos, como compañías extranjeras y, mucho menos, Carlos Slim, el magnate de las telecomunicaciones, con quien Televisa mantiene una declarada confrontación.


Esas mismas aseveraciones las mantuvo Villamil el 3 de febrero en Noticias MVS con Carmen Aristegui, en una mesa de discusión donde sólo se convocó a voces coincidentes; el resto del panel estuvo conformado por Denise Dresser y Lorenzo Meyer quienes, junto con la conductora, avalaron al reportero de Proceso. Desde entonces, la postura del semanario y Villamil fue clara: contra el consorcio de Azcárraga Jean y a favor del dueño de Grupo Carso, quien unos años atrás hizo una fuerte inversión para apoyar el portal de la revista.


 


Proyecto Alpha”. El silencio


El 19 de febrero de 2014, El Financiero difundió documentos oficiales del despacho Forastieri Abogados, que revelan detalles del “Proyecto Alpha”, consistente en la firma de cinco contratos entre Telmex y Dish. Esto implica una concentración empresarial que contraviene la legislación en la materia. El silencio de Villamil y Proceso sobre el asunto fue casi absoluto; sólo en dos ocasiones lo mencionó en seis meses. La primera, el 30 de marzo y la segunda, el 25 de mayo; las dos veces se refirió a la alianza entre Dish y Telmex como un “supuesto acuerdo” y acusó a El Financiero de tener cercanía con el duopolio televisivo.


Luego de que la reforma a la Ley de Telecomunicaciones se aprobara en el Senado el sábado 5 de julio, Proceso difundió que el poder de Televisa se impuso. En uno de los dos textos firmados por Villamil, éste sostuvo que Enrique Peña Nieto no escatimó en recursos para sacar adelante la ley, tal y como Televisa quería. Sin aportar prueba alguna, afirmó que el gobierno federal filtró a las redes sociales una grabación donde se escucha a la entonces diputada del PRD, Purificación Carpinteyro, una de las más férreas opositoras a la reforma, proponer a un empresario un negocio en el mercado de la telefonía móvil, sobre ese negocio, no dijo nada.


Villamil además, determinó que al declarar la preponderancia por sector y no por servicio, se favoreció a Televisa en perjuicio de otros actores como América Móvil, a quien se le escatimó su derecho de participar en las licitaciones por las cadenas de televisión abierta.


 


Días después de que se aprobara el dictamen, el 9 de julio, América Móvil anunció la desincorporación de activos y la renuncia a la compra del 50% de acciones de Dish, como parte de una estrategia para que se le retirara la declaratoria de preponderancia. Villamil interpretó esto como una jugada maestra del magnate para enfrentar la guerra mediática de Televisa en su contra.


La perfecta sincronía


El 6 de octubre de 2015, Jenaro Villamil escribió en el portal de Proceso el artículo “El Complot Mongol”, donde señalaque, a semejanza de la trama que plantea la obra de Rafael Bernal, en el ámbito periodístico de México hay un grupo de columnistas “que cobra en Los Pinos” el cual acusa una conspiración en contra del gobierno de Enrique Peña Nieto y, amparado en esa hipótesis, desacredita las críticas que se le hacen desde la prensa independiente”, organismos civiles y otros sectores. El reportero les llama “el club del nado sincronizado” porque, según él, parecen ponerse de acuerdo en sus opiniones y descalificaciones hacia los críticos del gobierno.


Curiosamente, Villamil ha conformado con otros medios y periodistas otro equipo de “nado sincronizado” que casi al unísono bracean persiguiendo las mismas causas y publican sus notas con una sincronía realmente sorprendente, al grado de replicar la misma línea argumentativa y los mismos déficits deontológicos.


El 3 de julio de 2012, La Jornada, Aristegui Noticias, Sin Embargo y Proceso, bajo la firma de Villamil, publicaron sendas notas de compras de pánico en una sucursal de Soriana en Iztapalapa, de presuntos beneficiarios de los monederos electrónicos que el PRI regaló para “comprar votos” en favor de Enrique Peña Nieto. Para ellos, ese montaje era una prueba del “fraude” electoral que acusaba la coalición que postuló a Andrés Manuel López Obrador. Pero Villamil fue más lejos: señaló que el Gobierno del Estado de México, encabezado por Eruviel Ávila Villegas, otorgó contratos a la cadena para algunos de sus programas sociales, una “evidencia” de la culpabilidad de la “telecracia peñista” para “comprar la voluntad popular”. Sin sustento, el reportero cumplió con proclamar la consigna de un fraude financiado con tarjetas para el supermercado.


 


El tribunal contra OHL


A partir de febrero de 2015 estalló un conflicto legal en tre la constructora española OHL y la empresa mexicana Infraiber. Ésta acusa la revocación ilegal de un contrato que le había sido asignado por el Gobierno del Estado de México para auditar el flujo vehicular del Circuito Exterior Mexiquense, concensionado a OHL. Según Infraiber, esta decisión se tomó por la colusión del consorcio hispano con autoridades estatales y federales para llevar a cabo un manejo ilícito de su concesión.


La estrategia de Infraiber se basó en publicar desplegados, filtrar grabaciones ilegales y cartas de su representante legal Paulo Diez, quien seleccionó a un sector de la prensa para difundir su versión.


Como etcétera documentó, aquel grupo de medios decidió erigirse en un tribunal paralelo que litigó abiertamente en favor de Infraiber sin buscar nunca la versión de OHL y determinó su culpabilidad en actos de corrupción aun antes de que las investigaciones formales concluyeran. Así, Reforma, Aristegui Noticias, Animal Político y Proceso, de la mano de Jenaro Villamil, se asumieron como abogados defensores de Infraiber.


Este conjunto de medios, con una perfecta sincronización, propaló sin objeción ni cuestionamiento alguno, cada grabación ilegal filtrada por Infraiber y cada comunicado de su apoderado legal.


 


Dentro de las notas de Villamil destaca la del 20 de diciembre de 2015, bajo el título “Más peñanietistas implicados en el caso OHL”, en la cual alude a Mario de la Vega Grajales, director de Vinculación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a quien señaló como un integrante de la “red de corrupción” de funcionarios vinculados a OHL. Su único sustento es una carta del abogado de Infraiber; no hay ninguna otra investigación que avale sus dichos. Una semana después, Francisco de la Vega Aragón, director de Innovación de la Secretaría de Turismo envió a Proceso una carta en la que reclamó a Villamil el uso de su fotografía en su nota sobre OHL. El reportero nunca reconoció su error. Semanas después también se le cayó el teatro a Villamil y a sus compañeros de nado en este tema: el 9 de septiembre la SCJN falló en favor de OHL en su litigio contra Infraiber por la concesión del circuito mexiquense.


El 6 de febrero de 2016, una semana antes de la visita del papa Francisco a México, Aristegui Noticias y Proceso, con Jenaro Villamil a la cabeza, publicaron simultáneamente un reportaje en el que acusaban presuntas irregularidades en el matrimonio eclesiástico del presidente Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera. El material no fue en realidad una investigación, sino un enredado rompecabezas armado con partes informativos de revistas del corazón como Hola, Quién y TV Notas. Además, las hipótesis previamente planteadas por Villamil en su libro Peña Nieto: el gran montaje (Grijalbo 2012), en donde afirma, sin pruebas, que la boda del Presidente con Rivera formó parte del “plan de trabajo” trazado por Televisa desde 2005.


Compañeros de causa


Proceso y Aristegui Noticias se sincronizan en la cobertura de sus causas. Más aún, entre Carmen Aristegui y Jenaro Villamil se ha establecido una conexión especial: los hermana su animadversión por Televisa y Enrique Peña Nieto y se apoyan mutuamente en el marcaje que cada uno ha llevado sobre “sus enemigos”. Villamil ha estado al lado de Aristegui en sus conflictos laborales, primero con W Radio en 2008 y después con MVS en 2009 y 2015. En cada episodio el reportero ha respaldado sin chistar las acusaciones de censura lanzadas por la periodista; para él no existen las transgresiones éticas de Aristegui ni las otras vertientes de su relación con los concesionarios que la han contratado, ampliamente documentadas por etcétera.


En la batalla legal que Aristegui mantiene con MVS tras su salida en marzo de 2015, Villamil ha fungido como un “abogado moral”. El 18 de julio de 2015 en Proceso aseguró, sin pruebas, que la Presidencia de la República y la CIRT cabildearon para que los juzgados donde se radicó el litigio fallaran en contra de la periodista al negarle un amparo para ser reinstalada. No importa que el veredicto unánime dejara en claro que este recurso legal sólo aplica para actos de autoridad y no para las relaciones laborales en el sector privado. Y justamente por eso, Villamil no consultó a expertos en leyes para soportar su hipótesis, sino a amigos de la comunicadora, Sergio Aguayo y Lorenzo Meyer, quienes obviamente convalidaron su versión.


 


Villamil se ha negado sistemáticamente a explorar otras aristas del conflicto entre Aristegui y MVS, una por ejemplo, que después de la transmisión del reportaje sobre la “casa blanca”, al cual se atribuye la salida de la periodista, la empresa le renovó el contrato en condiciones muy favorables para ella. Sólo dice que su compañera de causas fue víctima de un acto de censura.


Por su parte, Aristegui ha correspondido ampliamente al trato de su colega: la emisión matutina de Noticias MVS fue el foro donde Villamil presentó sus libros contra Televisa y Enrique Peña Nieto sin que recibiera el menor cuestionamiento sobre el rigor de sus investigaciones; por el contrario, encontró a una aliada que respaldó todas y cada una de sus aseveraciones.


Como lo documentó etcétera en su momento, de enero de 2009 a marzo de 2015, Carmen Aristegui entrevistó en 28 ocasiones a Jenaro Villamil en Noticias MVS, de las cuales 25 fueron para expresar posturas contra Televisa y Enrique Peña Nieto. Y justo en nombre de esas consignas, Aristegui invitó a Villamil a participar en una mesa de discusión que organizó el pasado 25 de agosto, junto a Lorenzo Meyer y Denise Dresser, para tratar el tema del plagio de la tesis de licenciatura del Presidente de México. En ese ejercicio carente de pluralidad y equilibrio, lo de menos es que sobre Dresser pesen señalamientos de plagio o que Villamil haya plagiado aquellos famosos documentos anónimos para simular una investigación; lo que Aristegui necesitaba era portavoces de sus causas y los tuvo.


Soberbia y amnesia


Dentro de su cruzada contra Televisa, Jenaro Villamil publicó en Proceso, el 26 de septiembre de 2015, un reporte en el que señala que de acuerdo con contratos disponibles en el portal del INAI, Joaquín López-Dóriga facturó más de 237 millones de pesos en publicidad oficial entre 2001 y 2015, siendo el IMSS la dependencia que más lo favoreció con más de 33 millones de pesos. Esta facturación se habría realizado a través de dosempresas de su propiedad: Astron Publicidad y Ankla Comunicaciones.


En el mismo texto, Villamil recapitulael enfrentamiento del comunicador con la empresaria María Asunción Aramburuzabala, quien denunció ser objeto de extorsión por parte de Adriana Romo, esposa del conductor de Televisa. La causa es un proyecto inmobiliario que la dueña de Grupo Modelo pretende realizar en Polanco, muy cerca del edificio donde López-Dóriga vive. Este diferendo ha sido cubierto desde sus inicios por el periódico Reforma.


Villamil nunca precisó, que los contratos de publicidad de López-Dóriga ya habían sido revelados por el portal En la Politika y luego por etcétera, el 23 de septiembre. También guardó silencio cuando en Letras Libres, Juan Carlos Romero Puga evidenció que Villamil utilizó la imagen de un cheque falseado tomado de Internet para documentar su reportaje. Pese a ello, el reportero se ufana frecuentemente en las redes sociales de que “su trabajo” fue determinante para que concluyera el noticiero de López- Dóriga.


La aparente victoria de Villamil fue pírrica, porque si bien la imagen de López-Dóriga resultó afectada éste no salió de Televisa como el reportero afirmó en enero pasado. El periodista sigue en la televisora con un programa de entrevistas y otro de debate.


El pasado 9 de agosto The Guardian publicó un reportaje sobre un supuesto nuevo conflicto de interés del Presidente de México y su esposa, por la posesión de un de partamento en Miami, en el cual estaba implicado Ricardo Pierdant, un “potencial contratista” del gobierno mexicano. Ese mismo día, el vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez, lamentó la falta de profesionalismo del rotativo inglés.


 


Dentro de la prensa militante que tomó dictado de The Guardian, Proceso, por medio de Jenaro Villamil, refirió haber consultado a la responsable de omunicaciones del grupo mediático británico, Kate Thompson, quien le dijo que el periódico nunca había pedido disculpas por ninguno de sus reportajes sobre México. Y ante la amnesia del reportero, etcétera documentó el 12 de agosto que Proceso publicó el 5 de febrero de 2013 una nota con el título “The Guardian se desdice y se disculpa por vincular a Peña con Televisa”, en donde se da cuenta del comunicado conjunto de la televisora y el diario inglés, luego de que éste reconociera lo endeble de sus reportajes sobre el presunto contrato entre Televisa y Enrique Peña Nieto, basados en el trabajo de Villamil ya referido.



El activista compulsivo


Obsesionado en las redes sociales, Jenaro Villamil se suma en automático a cualquier hashtag o convocatoriacontra la televisora y contra el gobierno mexicano, en particular contra Enrique Peña Nieto. Bajo esta premisa, el reportero se convirtió en un entusiasta activista ante el surgimiento de #YoSoy132 tras la visita de Peña a la Universidad Iberoamericana el 11 de mayo de 2012 o del hashtag #YaMeCansé, palabras pronunciadas por el exprocuradorJesús Murillo Karam, tras presentar “la verdad histórica” del caso Ayotzinapa.


Villamil le concede un valor supremo a cada tendencia que se populariza en las redes contra Peña Nieto o Televisa, pero al mismo tiempo, descalifica cualquier otra que se oponga a la agenda del periodismo militante; sin mayores bases, califica como bots o trolls a todos los que expresan una opinión diferente y es aquí donde cae en una contradicción: reivindicar la libertad de expresión de los opositores de Peña Nieto o Televisa y escatimársela a quienes desean manifestarse en otro sentido.


Jenaro Villamil, claro, se sumó a la convocatoria denominada #RenunciaYa, en la que se llamó a realizar una marcha el 15 de septiembre para exigir la renuncia de Enrique Peña Nieto. En Twitter, el reportero replicó insistentemente el llamado. De acuerdo con un análisis presentado por el portal Eje Central el 15 de septiembre, él fue uno de los más activos promotores de la manifestación y el propio Villamil así lo asume; en un texto publicado en Homozapping el 16 de septiembre, dice: “Nadie pensamos en derrocar a Peña Nieto a tuitazos”; aunque también advierte: “El hundimiento del Titanic Peñista es ya imparable”.


No lo admite abiertamente, es astuto, pero Villamil deja entrever su simpatía por Andrés Manuel López Obrador al reproducir en sus cuentas de redes sociales la información que se genera alrededor del político tabasqueño, a quien pocas veces critica. Es más, se entusiasma con sus eventos públicos, como la marcha que encabezó el 26 de junio en apoyo al magisterio disidente. Más aún, alimenta las teorías de la conspiración que tanto le funcionan al presidente de Morena. En un video de Periscope del 28 de julio de 2016, Villamil consideró que las declaraciones de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón sobre el excandidato presidencial, forman parte de una campaña en su contra.


Pero todo esto es apenas un puñado de atisbos que delinean a la prensa militante que, al dejar de hacer periodismo, menosprecia la calidad informativa. Así, como Jenaro Villamil.

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