viernes 29 marzo 2024

Imágenes del poder

por Mario A. Campos Cortés

El 1 de diciembre cambió el titular del Poder Ejecutivo, y con él, una manera de comunicarse desde el poder. Durante seis años, Vicente Fox fue constante en su meta por transformar la imagen presidencial. Empezando por aquella foto oficial que lo acompañó durante su gestión. Lejos de la tradición, el primer presidente panista colocó una imagen en las oficinas de gobierno en la que aparecíarodeado de las más diversas representaciones ciudadanas: desde el indígena, hasta la persona con discapacidad, en una idea de pluralidad en la que el Presidente era uno más.

Esa idea permeó todo su gobierno. Célebre por su lenguaje popular, Fox desacralizó lo que aún quedaba de la investidura de su cargo, ya de por sí modificada por su antecesor, Ernesto Zedillo. Sólo que Fox llevó al extremo el “no tengo cash” de Zedillo, para convertirse en un generoso creador de frases célebres que alimentaron durante seis años a sus críticos.

Pero el tema va más allá de la anécdota que muchos han acentuado, pues en realidad revelaban una manera de entender el poder, mismo que a Fox nunca le resultó del todo familiar, y cuando lo usó lo hizo con mesura, excesiva según algunos que no compartieron su noción de democracia y que la entendieron como falta de autoridad.

Lectura compartida, incluso, por aquellos con los que coqueteó desde el inicio de su gobierno. Pensemos, por ejemplo, en los seguidores del EZLN que nunca sintieron que debieran agradecer al foxismo por haber permitido aquella gira de inicios de sexenio. Sentimiento compartido por los herederos del movimiento del 68 y la guerra sucia, que lejos estuvieron de apoyar al ahora ex presidente en su empeño por colocar sus demandas en el centro de la escena nacional.

Dicho de otro modo, Vicente Fox se alejó de aquellos que añoraban el viejo poder presidencial, sin que fuera cobijado por quienes, al menos en el papel, compartían su visión para ejercerlo. Fenómeno que abarca desde organismos de derechos humanos, hasta diversos medios como La Jornada, que nunca reconocieron, entre otras características, la pluralidad que acompañó a Fox y que se vio reflejada en la presencia en su equipo de colaboradores, de personajes como Julio Frenk o Xóchitl Gálvez, que ilustran lo lejos que estuvo el foxismo de las formas y del fondo del régimen anterior, pero también del panismo tradicional.

El recuento es pertinente ahora que Felipe Calderón ha llegado al poder, y que desde el principio ha marcado su distancia con la anterior administración. No sólo en su lenguaje corporal, rígido, lejos de la cercanía que caracterizaba a Fox, sino en su comunicación en el sentido más amplio. Basta mirar los anuncios que desde hace semanas están en los medios, y en los que se ve a personas colocando la foto del presidente Calderón en sus oficinas.

La imagen es una vuelta al pasado al mostrar al mandatario en su conocido papel, sentado en la silla y portando la banda presidencial. Es una imagen de poder. Mensaje que ha sido recurrente desde la víspera del 1 de diciembre, en sus encuentros con las Fuerzas Armadas y en el ejercicio de la autoridad.

Con Felipe Calderón está de regreso la comunicación tradicional, con lo bueno y lo malo que eso signifique. Y vistas las reacciones de la mayoría de los medios, están encantados con el regreso de las formas clásicas. Sin embargo, aún estamos en la luna de miel de la nueva administración y habrá que esperar para ver cómo se puede volver a lo tradicional luego de haber pasado por el foxismo.

Irónicamente, hasta ahora los únicos irritados con la nueva autoridad y su noción del poder, son aquellos que fueron los primeros críticos de Vicente Fox. A ver si no resulta, al paso del tiempo, que se cumpla la profecía del mandatario saliente y lo terminan extrañando. Lo que sería, cosas de la vida, la última victoria del foxismo.

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