sábado 20 abril 2024

Hiperperiodistas

por Orquídea Fong

¿Hiperperiodistas? ¿Qué es eso? ¿Alguna clase de Transformer? No. O casi.

Uso esta expresión de manera absolutamente intencionada y nada académica para nombrar al nuevo estadio al que se encamina el periodismo digital y al que, en estricto sentido, ya debería haber llegado por completo.

Hiperperiodismo es, siguiendo mi arbitraria conceptualización, aquel periodista que no trabaja únicamente un texto, sino que piensa en hipertexto. Y es precisamente en esta noción, nada nueva puesto que lleva entre nosotros por lo menos 25 años, que voy a detenerme para reflexionar sobre la necesidad que tenemos los periodistas de pensar de otra manera: hipertextualmente.

Qué es hipertexto

“Con hipertexto me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que se bifurca, que permite que el lector elija que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre sí por enlaces que forman diferentes itinerarios para el usuario”, dijo en los 60 el autor Theodor H. Nelson. Esta noción básica se ha extendido para incluir no solo a los fragmentos de texto, sino a toda clase de formatos visuales y sonoros.

Todos los días, los que navegamos por Internet, en diversos sitios web de noticias, videos y plataformas de redes sociales, nos topamos con el hipertexto. Leemos un artículo cualquiera y en el cuerpo del mismo encontramos algunas frases resaltadas en otro color que contienen un link a otro artículo. Además, en las partes laterales o inferiores, encontramos “notas relacionadas” con lo que leemos.

También encontramos videos incrustados, galerías de fotos, mapas interactivos y, en ocasiones, cuadros de diálogo que surgen al poner el cursor sobre algunas palabras y que nos dicen su significado.

Además, los contenidos con frecuencia se encuentran en sitios web que permiten comentarios por parte de los lectores y los links se comparten en redes sociales (del medio o de quien sea), con comentarios que los presentan y resignifican.

Todos estos elementos generan una manera enriquecida de leer que va mucho más allá de la sola escritura, del texto raíz.

Siguiendo dicha línea de pensamiento, pues, el hiperperiodismo será aquel que no únicamente piensa en textos elaborados de acuerdo a los diversos géneros periodísticos, sino que además piensa en formatos digitales que ofrecen al usuario una lectura enriquecida, no lineal, no rígidamente secuencial y, además, con cierto grado de apertura en la que el lector resulta ser, en cierto sentido “colaborador” del periodista.

Hipertexto y periodismo

La manera hipertextual ya está presente en el periodismo, por supuesto. Como dije arriba, tiene lugar cuando el sitio web (usualmente de manera automática) genera una lista de información relacionada con la que estamos leyendo. También cuando el editor o administrador pone un link activo sobre alguna frase, que lleve a otro texto complementario.

“El hipertexto implica un lector más activo, uno que no sólo selecciona su recorrido de lectura, sino que tiene la oportunidad de leer como un escritor; es decir, en cualquier momento, la persona que lee puede asumir la función de autor y añadir enlaces u otros textos al que está leyendo”, señala George P. Landow en su libro Hipertexto 3.0.

Ahora, si la forma hipertextual de presentar la información ya existe, ¿por qué hablo de la necesidad de volvernos “hiperperiodistas”? Bien, por la sencilla razón de que, en una inmensa mayoría, los periodistas no sabemos nada de ello, sino que dejamos esa parte al criterio de quien monta nuestro texto en la web. Pensamos mucho en escribir bien (bueno, no todos, la verdad), y muy poco en crear un entorno propicio a la comprensión de la información que transmitimos.

Cómo ser hipertextual

Los primeros esfuerzos de hipertextualidad computarizada tuvieron lugar en la ficción. Tal como refiere Landow (2006), diversos programas como Intermedia o Storyspace permiten crear ficciones distribuidas por fragmentos, a los que se puede acceder en cualquier orden y en los que se puede dejar notas y enlaces.

Fotografías: Cecilia Rodarte

Esta forma de elaborar hipertexto probó ser algo confusa para mucha gente, pero aún así, no ha muerto. En cambio, las prestaciones hipertextuales que brindan las plataformas de blogs y sitios web han tenido mucha aceptación, ya que cada vez son más accesibles y fáciles de entender.

Un primer paso para ser un periodista hipertextual es sencillamente aprender a utilizar las plataformas gratuitas de blog. Pensar no sólo en la escritura, sino en la imagen que acompaña (la foto) y en el conjunto de etiquetas (tags) que agregar a la publicación, es un buen principio.

Sin embargo, hay mucho más. Un segundo paso es pensar de manera menos lineal, menos secuencial y pensar la información como si fuera una red en la que cada nudo es una nota diferenciada y en que la escritura no es el único, ni el elemento más importante. “Por fuerza, la hipertextualidad incluye una proporción de información no verbal mucho mayor que la imprenta”, dice Landow.

Un tercer paso es imaginar de cuántos modos diferentes podemos enriquecer la experiencia del lector, del usuario. Pensemos en un reportaje sobre un festival de jazz. ¿Qué puede llevar?

Además del texto, del escrito en sí, podemos tener elementos básicos como una galería de fotos y un par de videos del concierto. Pero también podemos tener una infografía interactiva para informar sobre los instrumentos que componen una Big Band: al poner el cursor o tocar con el dedo cada uno de los instrumentos, el lector podrá escuchar un par de notas para saber cómo suena cada instrumento.

También, por supuesto, presentar en otra pieza independiente, pero parte del reportaje, la lista de los grupos que tocaron en el festival. El nombre de cada grupo será en sí mismo un link que puede llevar al sitio web del grupo, o bien a una lista de reproducción de Spotify con sus principales éxitos.

Podemos tener también un mapa interactivo de la ciudad donde se realiza el festival, a la manera de Google Maps, con los teatros o auditorios resaltados con una señal. Cada elemento podrá contener fotos, indicaciones para llegar, horarios y un link que lleve al sitio web para comprar boletos. Todo lo anterior conforma un ecosistema informativo. Algo mucho más grande que un texto individual. Un hipertexto.

Nada de esto es nuevo y lo encontramos todos los días. El problema es que, en general, no somos los periodistas los que diseñamos piezas así, con el resultado que rara vez sacamos todo el provecho a las posibilidades que nos brinda la información.

Naturalmente, la premura con la que publicamos y los costos de crear piezas adicionales son elementos a considerar. No todo tema merece semejante esfuerzo.

Legibilidad y usabilidad

En los principios de los sitios de noticias, era una práctica habitual ir añadiendo actualizaciones dentro de la misma nota conforme iban surgiendo nuevas informaciones. Se creaba así un texto larguísimo, muy completo, eso sí, pero difícilmente abordable para el usuario.

Esto es una práctica totalmente lineal, textual, no hipertextual y que algunos medios aún practican, como La Jornada. Como resultado, el usuario no encuentra nuevas entradas que le indiquen que hay nuevos fragmentos de información disponible. Lo indicado es que cada nuevo fragmento se elabore en una nueva entrada, con diferente link, que a su vez sea una nota relacionada con la primera del hilo informativo.

Una práctica indispensable en la escritura en medios digitales es romper la uniformidad del texto mediante subtítulos, fotos, links o cuadros. Los textos saturados no son tan legibles en una pantalla. Por ello, los elementos visuales que rompan el texto en pequeñas unidades, formando “capas” de información son muy necesarios.

El hiperperiodista, en resumen, es un periodista que piensa como diseñador, pero no gráfico ni web, sino como un diseñador de la experiencia de lectura del usuario y que no sólo cuida la perfecta corrección de sus datos y su escritura, sino que se pone en el lugar del lector y piensa en cómo facilitar la comprensión mediante elementos adicionales.

Thedore Nielsen, citado arriba, señala que “el auténtico hipertexto debería hacer sentir a los usuarios que pueden moverse libremente a través de la información conforme a sus propias necesidades”.

Landow coincide: “¿Qué debe uno hacer para orientar a los lectores y ayudarles a leer de manera eficiente y agradable?… ¿Cómo podemos ayudar a los lectores que han entrado en un nue-vo documento para que se sientan cómodos?”.

Evolucionemos, pues, hacia el hiperperiodismo. No exagero si digo que el futuro del periodismo digital depende de ello.

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