viernes 19 abril 2024

Ganamos al Estado

por Leobardo Ordaz Zamorano

El 31 de octubre se cumplen 30 años del Consejo Estudiantil Universitario, cuyo movimiento retumbó durante 1986 y 1987 en la UNAM y en todo el país. Desde entonces mucho se ha dicho sobre los hechos y sus resultados.

La historia nos ha juzgado a quienes participamos en el movimiento, y al movimiento mismo. Bien o mal como estudiantes asumimos nuestra responsabilidad y protestamos ruidosamente contra las reformas del “Plan Carpizo” y lo frenamos a golpe de argumentos, organización y movilizaciones. Fuimos miles quienes desde nuestras escuelas dijimos no a la autoridad universitaria que, acorde con el proyecto neoliberal, pretendía hacer cambios que amenazaban nuestra permanencia en la Universidad, y la de futuras generaciones.

Dijimos no al pase reglamentado de las escuelas de educación media superior de la Universidad a sus facultades, dijimos no al cobro de cuotas y dijimos no a los exámenes departamentales.

Después de varias movilizaciones que fueron creciendo hasta ser masivas; luego de un diálogo público que ganamos frente a una burocracia acartonada y sin argumentos, y después de una huelga obligada por la cerrazón de la autoridad universitaria, logramos la suspensión de las medidas así como la realización de un Congreso cuyos resultados la autoridad universitaria se comprometía a asumir.

No estábamos contra el cambio y la mejora de la Universidad, sino que nos manifestamos contra la imposición y la exclusión que se pretendía con dichas reformas, las cuales tendrían repercusiones graves sobre todo para muchos estudiantes, hijos de familias de escasos recursos. Muchos teníamos que trabajar para ayudar a nuestras familias y costear gastos como transporte, comida, libros, etcétera.

Este fue un movimiento triunfante, no estábamos acostumbrados a ganar y esta vez ganamos, y sobre todo tomando en cuenta que las generaciones del 68 y 71 habían sido brutalmente reprimidas por el Estado. Supimos hacer presión con la organización y la movilización, y aprovechar esa fuerza para negociar lo aceptable para nosotros. Estábamos dispuestos a darlo todo para que nosotros y las futuras generaciones tuviéramos garantizado el acceso y la permanencia en la Universidad. Luchamos por el derecho a la educación. Le ganamos a la autoridad universitaria y al Estado nuestro derecho a la permanencia en la Universidad.

En esta lucha destacó la participación de estudiantes del CCH Oriente. Al respecto, Carlos Monsiváis señaló:

“De los contingentes quizá sea el de CCH Oriente el más cercano a la esencia de la base del CEU… En el conjunto de los CCH, la representación más nutrida, el CCH Oriente destaca por su energía y por su movimiento masivo. He visto en otras ocasiones a los del CCH Oriente. Nunca tantos, tan disciplinados por la convicción de militar”.

El momento fue favorable para nosotros pues al año siguiente, en 1988, habría elecciones presidenciales y el proceso sucesorio del grupo en el poder estaba haciendo crisis por la ruptura interna. El gobierno de Miguel de la Madrid y la autoridad universitaria representada por el Rector Jorge Carpizo, ante un movimiento pujante y decidido, optaron obligadamente por resolver el conflicto sin represión y trataron a toda costa de que se quedara en el marco universitario.

La dirección del movimiento estudiantil supo aprovechar la coyuntura política, ejerciendo la presión, sin reventar, y fuimos al mero centro político de este país, al Zócalo. Forzamos con todo para que la autoridad retrocediera y lo logramos. Las medidas se suspendieron y unos años después se llevó a cabo el Congreso al que llegamos por un camino lento y con dificultades, que nos obligaron a instalar una huelga de hambre en la Rectoría.

Después muchos dirigentes nos sumamos a la movilización política nacional que encabezó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, y que posteriormente derivó en la formación del PRD. Encontró así la fuerza del movimiento un cauce que nos forjó todavía más pero ahora por una alternativa de nación.

Han pasado 30 años de este movimiento y la generación que lo hicimos, hoy estamos en los 40, 50 y casi 60 años… ¿Dónde estamos ahora?, ¿Qué hemos hecho? ¿Qué nos toca hacer? Estamos en lugares y actividades diversas, según el camino que pudimos seguir cada quien; igual seguramente nos estamos ganando la vida con lo que la Universidad nos ayudó a ser y a prepararnos para hacer. Y lo que podemos hacer y seguir haciendo hoy en día, es seguir trabajar, luchar y participar para hacer un mejor país. Algunos lo hacemos desde la izquierda, hoy desgraciadamente dividida, fracturada y sin rumbo. Como generación, los que estamos de este lado, ahí tenemos una tarea. Para la historia que viene nuestra generación tiene que hacerse sentir, por lo pronto para el proceso que viene del 2018.

 

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