viernes 29 marzo 2024

Fuera de tiempo

por Regina Freyman

Para que estés ahora aquí, tuvieron que agruparse trillones de átomos errantes. Es una disposición tan especializada y tan particular que nunca se ha intentado antes y que sólo existirá esta vez…Por la razón que sea… tus átomos responderán a un único impulso riguroso: que tú sigas siendo tú”.

Bill Bryson

Mi nieta llegó de visita este verano, Marcela se enfrenta al divorcio por segunda vez y decidió que era mejor que la niña pasara unos días conmigo ¡Qué desatino! Pensé al principio. La primera semana sonrisas y silencios se alternaban como pasaporte entre lo cotidiano, hablábamos poco y lo necesario como náufragos que intentan subsistir un día más. Ella pasaba mañana y tarde metida en su computadora, “En su lap”, como dice. No podía comprender cómo es que pasa tanto ahí, y la verdad me preocupa su salud ¿será moneda corriente estos días? ¿Soy tan viejo que me orillan los prejuicios a despreciar ese aparato? Siempre dudé de la nostalgia, la misma que hizo censurar a mi padre y abuelo los “nuevos tiempos”, para mí era claro que tras esa etiqueta se escondía el miedo y la incomprensión, pero esta situación me hace sentir caduco y ver a Marcelita inactiva tras una pantalla me resulta despreciable. No quise optar por la actitud de abuelo regañón y le pedí que me mostrara qué hacía, cómo era que se jugaba ese juguete.

Dos semanas después no hemos parado de hablar y de “jugar”, ella lo llama facebookear. Me hizo una plana o página, no sé cómo llamarlo, donde pusimos las fotos de la familia, me hizo “Amigo” de los otros nietos y de mis dos hijas. Ambas han vuelto a escribir, todas las noches me mandan una nota de cómo va la vida. Marcela me tranquiliza con el avance del divorcio y a los hijos de Roció comienzo a conocerlos. Los estoqueo, como dice Marcela, ella dice que no hay nada de malo que todo el mundo lo hace. Marcelita es muy inteligente y cariñosa ¡Quién me diría que ella me enseñaría a usar una computadora! Me instaló algunos juegos y nos divertimos haciendo equipo. De cualquier modo le insisto que salga a ratos al centro comercial o tomarnos un café. Ha conocido algunos chicos del rumbo, sale al cine y me presta su “Lap”. Ahora soy yo quien pasa la tarde entera aquí. –Por qué no buscas amigos de tu juventud abuelo, capaz ya tienen su face.

–No creo hija, la mitad ya me ganaron la carrera al panteón.

–Mmm, no pierdes nada con buscar.

Y lo intenté sin esperanza. Me encontré a los hijos de mi compadre Arturo y a una antigua secretaria. Dos días más tarde encontré, justamente, la solicitud de Esperanza, una mujer a la que amé mucho en la adolescencia. Era preciosa, divertida y muy precoz, aventada para la época. Fue la primer mujer que me besó. Pero fue ella quien lo hizo. Al poco tiempo sus padres tuvieron que cambiar de residencia, se fueron a Alemania. Y no volví a saber de ella.

Me desperté erecto como adolescente, nadie le explicó a mi cuerpo que ya no es tiempo. ¿Buscas aplausos? Ahí los tienes, manotazos que intentar apagar la ridícula postura. Pasé la vida tratando de entender las causas y la fuerza que ejerce este infeliz en mi argumento. No podré decir jamás que sólo él me condujo, pero es cierto que de él emanan las más grandes satisfacciones, incitó la música, encendió las letras de mil canciones, algunos poemas y más de mil chistes que me hicieron sentir importante. ¿Cuántas tramas se enredaron de su eje? Como el axis del tío vivo que hace rotar caballos y despierta sonrisas. El cuerpo se olvida de su historia. La vida se excita en este escenario decrépito, en las ruinas que alojan miles de sucesos, ellos, como murciélagos conspiran para hacer una fiesta entre los escombros.

¡La culpa la tiene el Facebook, la culpa la tiene Esperanza!

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