viernes 19 abril 2024

EU: periodismo en crisis

por Humberto Sesma Vázquez

El cierre por problemas económicos de áreas de las redacciones principalmente de las grandes cadenas de diarios, el alto costo y riesgo para la labor de investigación periodística, el vacío legal y las demandas, la competencia tecnológica y la credibilidad y el interés público hacia temas regionales o locales ha provocado una crisis para la labor del periodismo en EU.

Crisis económica
En principio, la competencia informativa entre la televisión, Internet y radio desfavoreció a los medios impresos, creando un grave problema de sustentabilidad debido a la fuga de publicidad. La exigencia del mercado es la inmediatez informativa y la cobertura, no sólo nacional sino también local, que en un país tan grande no es sencillo hacer frente.

Importantes diarios como Los Angeles Times, que hace una década tenía una plantilla de mil 200 trabajadores y hoy sólo tiene 875 editores, reporteros y redactores, se encuentra nuevamente en fase de reajuste de personal, al igual que Chicago Tribune, Orlando Sentinel, The Miami Herald (que apenas en junio pasado anunció el despido de 250 empleados en un plan de recorte de gastos que supondrá reducir 17% de su plantilla) y The Forth Worth Star-Telegram, por citar algunos. El caso más reciente es el dramático cierre de The New York Sun, que pretendía ser la competencia directa de The New York Times, y cuyo primer número apenas había visto la luz el 16 de abril de 2002.

El país de los grandes tiros dejó muy atrás su récord de 1984, cuando en total circulaban más de 63 millones de diarios al día. Hoy esta cifra asciende a los 44 millones, y la tendencia sigue a la baja. La recesión y la nueva crisis se añade a los problemas de subsistencia de los medios, en especial, de los diarios: de acuerdo con cifras recientes de la Asociación Americana de Periódicos (NAA por sus siglas en inglés), los ingresos de los periódicos se redujeron en promedio 12.9%, empujados por la caída de 24.9% en los avisos clasificados en los últimos meses. Los diarios estadounidenses sufrieron en su conjunto una caída del 9.4% en sus ingresos publicitarios en 2007, el mayor retroceso en más de 50 años. The New York Times no ha escapado a esa crisis, cerró el primer trimestre con pérdidas de 335 mil dólares y ha tenido que deshacerse de importantes áreas.

El despido y cierre de áreas estratégicas de las redacciones trajo consigo un duro castigo al periodismo de investigación, al cual –por lo menos en el vecino país del norte– se le dedicaban grandes recursos, un staff y tiempo suficiente, mismo que terminó por contrarrestarlos ante la competencia de los medios electrónicos.

Según Marisa Guthrie, de Brodcasting & Cable, el reportaje “The mother of all heists” (La madre de todos los atracos) es uno de los últimos clásicos del periodismo investigativo. Dicho material estuvo al mando de Steve Kroft, coeditor del programa 60 minutes de CBS y se realizó en 2006; el reportaje fue una investigación apoyada por los periodistas Andrés Court y Keith Sharman sobre el la desaparición y destino de 500 millones de dólares que Estados Unidos otorgó a Irak para “luchar contra la insurrección sangrienta”.

Pero la financiación y la infraestructura para este tipo de trabajos está ausente de los medios impresos. David Westin, presidente de ABC News asegura que la capacidad de realizar información original se convierte en cada vez más el objeto de valor. Y por esta razón, la ciudadanía estadounidense voltea más hacia los medios electrónicos.

Credibilidad
Quizá algo inadvertido aún, lo constituye también la credibilidad pública sobre los contenidos del periodismo de investigación en los medios escritos. El caso Watergate marca sin duda un antes y un después en la credibilidad investigativa de los medios impresos.

La noche del 17 de junio de 1972, Bernard Barker, Virgilio González, Eugenio Martínez, James McCord y Frank Sturgis, todos miembros de la Operación 40 de la CIA fueron detenidos en el hotel Watergate, que en esa etapa era la sede del comité electoral del Partido Demócrata, el opositor al presidente Richard Nixon. Pretendían instalar micrófonos y cámaras para espionaje. Estos hechos y la subsiguiente ocultación de información por parte del presidente Richard Nixon provocaron el más grande escándalo político de Estados Unidos y propiciaron su posterior renuncia a la Casa Blanca. James McCord era el director de seguridad del Comité de Reelección de Nixon, además de ser empleado del FBI y de la CIA.

La información, dada a conocer en The Washington Post como resultado de una investigación periodística de Carl Bernstein y Bob Woodward dio gran realce a esta labor y se ostentó como una de las más grandes hazañas del periodismo de investigación. Sin embargo, el caso ha sido controversial en varios sentidos: según el escritor inglés Adrian Havill, biógrafo de Berstein y Woodward, éstos no realizaron un gran trabajo de investigación, sino más bien se atuvieron a las entrevistas y telefonemas de un informante anónimo: Deep Throat (Garganta profunda), cuya identidad permaneció oculta como el mayor secreto del periodismo durante décadas, hasta que en 2005 se supo que Mark Felt, un ex agente del FBI, fue la fuente de los reporteros del Washington Post.

Con la revelación se hizo público uno de los más grandes secretos del periodismo. Watergate ha sido desde varias perspectivas un caso notable de cómo realizar manejo de fuentes, contraste de información, etcétera. Aunque es cierto, Bernstein y Woodward poco podrían haber hecho sin las filtraciones de Felt.

Pese a todo, hay riesgos
Además de recibir recortes de recursos (o despidos, en el peor de los casos) los periodistas de investigación no están exentos (como en todo el mundo) de amenazas y atentados. En agosto de 2007 el editor Chauncey Bailey fue asesinado a balazos a tres cuadras de su oficina en Oakland, California, convirtiéndose en el primer periodista muerto en su labor informativa en Estados Unidos en los últimos seis años. Bailey, editor en jefe del Oakland Post y de otros cuatro semanarios especializados en las comunidades afroamericanas de la bahía de San Francisco, fue blanco del ataque luego de investigar las presuntas actividades criminales de un negocio local llamado Your Black Muslim Bakery.

Otros periodistas que cubrían temas relacionados con las comunidades minoritarias recibieron amenazas. El columnista de The Miami Herald, Leonard Pitts, recibió una cantidad de amenazas telefónicas y cientos de mensajes intimidatorios por correo electrónico después de escribir una columna sobre raza, crimen y la percepción de cierto sesgo en los medios. La dirección y el teléfono de Pitt aparecieron en un sitio Web que mostraba esvásticas y fotografías del jerarca nazi Heinrich Himmler.

En ello los fact checkings (revisores) de las redacciones de medios impresos tienen una labor destacable, pero muchas veces se ven en la necesidad de rechazar la publicación de algún artículo o reportaje, o cambiarlo, para evitarse problemas. Por ejemplo, Andy Young, revisor de The New Yorker, en su ponencia “La exactitud de los datos” (etcétera, mayo 2008) señala que en los meses antes de la guerra de Irak, Judith Miller de The New York Times tenía acceso a personas con información sobre las armas de destrucción masiva, personas que formaban parte o tenían vínculos muy estrechos con los niveles más altos del gobierno. Sus artículos comenzaron a generar temor en el público porque decían que Irak estaba preparando la construcción de armas nucleares. Colin Powell hizo referencias a la información de los artículos de Miller en su declaración ante el Consejo de Seguridad de la ONU antes del inicio de la guerra.

A todo ello hay que agregar que en Estados Unidos hay un vacío legal que permite a una persona o empresa aludida en un reportaje de investigación demandar al editor o al medio. Dos reporteros del San Francisco Chronicle eludieron la cárcel luego que una fuente confidencial decidiera presentarse. Lance Williams y Mark Fainaru-Wada se habían enfrentado a una pena de hasta 18 meses en prisión por negarse a dar el nombre de la persona que les había brindado testimonios secretos del Gran Jurado sobre el supuesto uso de esteroides por parte del beisbolista Barry Bonds, y de otros atletas de primer nivel. Bonds fue condenado en noviembre por mentiras en su testimonio ante el Gran Jurado.

Por su parte el periodista independiente Josh Wolf fue liberado de una prisión federal de California luego de pasar 226 días detenido, convirtiéndose en el informador que más tiempo ha permanecido en prisión en la historia de Estados Unidos. El blogger independiente fue encarcelado luego de negarse a entregar material filmado sin editar y testificar ante un Gran Jurado federal que investigaba el caso del vandalismo de un vehículo policial durante una protesta en San Francisco en julio del 2005.

Igualmente las autoridades estadounidenses ejercieron presión contra el fotógrafo de Associated Press, Bilal Hussein, que ganara el Premio Pulitzer en 2005, y quien fue encarcelado en Irak en abril de 2006 por “imperiosas razones de seguridad”, según funcionarios militares. La agencia AP señaló que su propia investigación no halló fundamento alguno para la detención.

Con estos y con otros problemas judiciales en mente, congresistas presentaron una llamada “legislación escudo” que les brindaría a los periodistas protección en caso de tener que revelar fuentes confidenciales ante los tribunales. Más de 50 empresas de medios y grupos de prensa organizados por la Asociación de Periódicos de Estados Unidos respaldaron el proyecto de ley presentado por los senadores Arlen Specter y Charles Schumer, aunque muchos periodistas apuntaron que la medida incluía demasiadas excepciones. La legislación sigue pendiente.

El declive
Mientras que el periodismo investigativo en los medios impresos ha pasado a segundo orden en su jerarquía noticiosa, en los medios electrónicos buscan lidiar con los problemas de las demandas y los métodos de investigación. Por ejemplo, ABC News eliminó un pilar del periodismo investigador: el uso de cámaras ocultas para documentar actos inmorales o ilegales. Esto después de que una cadena de tiendas de comestibles los demandó por 4.7 millones de dólares debido a que ABC transmitió un reportaje ayudado por cámaras ocultas en sombreros que documentaba cómo la tienda de alimentos reempacaba carne expirada y la ponía a la venta como fresca. El pleito terminó en una indemnización por dos millones de dólares y la exigencia de “permisos especiales” para grabar a escondidas.

Otro momento terrible fue cuando, en 1995, CBS dio a conocer la evidencia impactante de que los fabricantes de cigarros manipulaban los niveles de la nicotina para mantener a los fumadores adictos. Por supuesto, fueron demandados por cifras multimillonarias.

El gobierno ha sido tradicionalmente un blanco menos duro. Para los reporteros investigadores que trabajan de cerca con fuentes gubernamentales, el problema más difícil es que frecuentemente la autoridad se escuda en que la información está considerada como de “seguridad nacional”.

Además de ello, cuando hay juicios, las cortes no respetan el derecho del reportero de mantener su fuente como confidencial y no revelarla. Si no se cuenta con este privilegio, el periodismo de investigación, los reporteros y sus fuentes, corren graves riesgos.

“No puedo decir con seguridad que esos artículos no habrían sido publicados en The New Yorker –señala Young–. Muy posiblemente habrían sido publicados, pero solamente después de haber sido verificados por alguien como yo. Para hacerlo, habríamos hablado con sus fuentes y hecho todo lo posible para saber los nombres de todas las personas con quien ella había hablado y si era verdad que tenían acceso a la información que decían tener. En el mejor de los casos, habríamos hablado con sus fuentes después de haber leído las notas de sus entrevistas. Aunque no siempre es posible conseguir estas notas, nuestros periodistas saben que es una parte importante del proceso. No es algo que pasemos sin mucha discusión previa. También saben que tenemos la política de llamar a todas las fuentes”. Cosa que prácticamente nadie hace en los medios electrónicos.

Para Mike Hoyt, editor de Columbia Journalism Review, “hay una clase de crisis en periodismo ahora”. La crisis económica amenaza la labor de los periodistas y de las empresas, que hacen un esfuerzo para sobrevivir en lugar de buscar los recursos y los medios para crear nuevas maneras de hacer mejor el periodismo de investigación.

Esfuerzos por permanecer
Pero no todo está perdido. En estos tiempos de crisis del periodismo de investigación en Estados Unidos, el ex director del Wall Street Journal, Paul Steiger, ha emprendido un ambicioso proyecto para impedir que desaparezca esta especialidad del periodismo.

Desde enero de este año lanzó ProPublica (www. propublica.org) que es una organización independiente sin fines de lucro que mantiene una Mesa de Redacción que produce periodismo de investigación que es del interés del público. Las in-vestigaciones que realizan son llevadas a cabo por su personal de tiempo completo. Sus reportajes e historias son donados a los noticieros interesados para su publicación o emisión. En algunos casos, los periodistas de ambos, ProPublica y el medio de comunicación interesado en un tema en particular cuya investigación iniciará, trabajan juntos en el reportaje. Noticias recientes de ProPublica han sido retomados y transmitidos por 60 minutes, WNYC, Albany Times, Salon.com, MSN Money, Newsweek y Político.

Esta organización cuenta con diez millones de dólares anuales de financiación privada y un equipo de 25 redactores y tiene su sede en Manhattan, Nueva York. Entre sus objetivos están el investigar y denunciar abusos de los poderosos y poner en evidencia a políticos que traicionen la confianza de la ciudadanía. Sus notas se ofrecerán de forma exclusiva y gratuita al medio que Steiger considere que les dará mayor impacto.

Steiger señala que pese al aumento de plataformas informativas como la Internet, en realidad son pocos quienes de verdad hacen periodismo original, y en cambio abundan las fuentes de opinión como las de los blogs o podcast.

Aunque se manifiesta abiertamente apartidista, ProPublica ha dedicado gran espacio a las campañas presidenciales cuyas elecciones fueron en este mes. Recientemente publicó el caso de los 26 millones de dólares que la administración de Sarah Palin, gobernadora de Alaska y candidata a la vicepresidencia en fórmula con John McCain por el Partido Republicano, malgastó en la construcción del llamado “camino a ninguna parte”: una carretera que comunicaría la población de Ketchikan y su aeropuerto en la isla de Gravina, camino que termina en la ribera de un río, y cuyo puente para concretar el proyecto nadie previno. Es probable que su construcción demore varios años. “Cada dólar pasado en el proyecto es un dólar perdido”, señaló Lois Epstein, quien pidió en julio de 2007 a Palin que detuvieran la obra, y por cuya denuncia ProPublica se interesó en el caso.

Otros esfuerzos
Según The New York Times (23/VIII/08) un grupo de periodistas apuestan por emplearse como reporteros de investigación bajo pedido de la ciudadanía. Esta idea, a la que están llamando “La Comunidad Financia al Periodismo” se está probando en el área de la Bahía de San Francisco, donde se está empleando el web site www.spot.us para solicitar ideas de cómo financiar a los periodistas. La propuesta es que cualquier persona pueda proponer una historia, aunque los redactores elegirán en última instancia qué investigaciones cubrirán. Entonces se pide a los ciudadanos que contribuyan económicamente para financiar dicha investigación. Si el dinero no alcanza, la investigación no se realiza. Esto dará “un nuevo sentido de la energía editorial al público,” señaló David Cohn, un periodista de 26 años que recibió de la Knight Foundation 340 mil dólares y la concesión por dos años del sitio Web para realizar el proyecto.

Los pasos, según se describe en la portada de Spot. us, son cuatro: 1) un lector o un periodista propone un artículo sobre un tema local aún no abordado; 2) los miembros de la comunidad votan, mediante su aportación económica, cuáles son las historias que más les interesan; 3) un periodista investiga el asunto aprobado y escribe un artículo, que es sometido a los filtros de edición habituales en una redacción convencional (fact checking), y 4) Spot. us publica el artículo y colabora con los medios de comunicación locales a fin de que tenga la mayor difusión posible.

La idea no es completamente nueva. Se trata de una modalidad de crowdsourcing (es decir, proponer temas y recompensar a quien o a quienes realicen la investigación o encuentren la solución). En este caso tienen un precedente muy claro: ProPublica.

Por cierto, no es la única idea. Jeff Mignon puso una idea muy similar en el blog Media Chroniques (en francés) donde abunda en lo mismo: los modos de hacer negocio en periodismo de investigación están agotados y hay que buscar nuevas fórmulas.

También te puede interesar