jueves 28 marzo 2024

Eros digital

por etcétera

Al respecto Virginia Collera, en el artículo antes citado, describe la forma en que la tecnología ha revolucionado el arte de enamorar y cómo las nuevas generaciones utilizan las aplicaciones tecnológicas (Apps) con fines de “ligue”.

Sostiene que se han vuelto tan populares no sólo por la esencia de su función, sino porque explotan el ideal romántico, esto a pesar de la aparente impresión que solemos tener de que los usuarios de aplicaciones como Tinder, Happn, Badoo, Grindr e incluso Facebook. Según la clasificación de J.A. Lee estas personas son Ludus y Eros. Por otra parte, en la actualidad son pocos los individuos que creen en el amor para la eternidad, la monogamia perpetua, la ceguera al enamorarse, el único y verdadero amor nacido de una hermosa casualidad.

Las aplicaciones, contribuyen a esta desmitificación del amor como se concibió durante siglos, en tanto que permiten la “elección razonada” de la pareja –teniendo como base en primer lugar la imagen–, decidir si se continúa o no, si se formaliza mediante una cita real y se ahorra la incomodidad de romper tal relación de manera personal, puesto que se resuelve mediante un bloqueo, eliminación de lista de contactos o incluso desinstalación de la aplicación.

El estilo de vida y el tiempo disponible para sí mismos de quienes utilizan en gran medida estas aplicaciones, corresponde a un modelo en el que la mayor parte del tiempo lo consume el trabajo, quedando un espacio muy limitado para la vida personal, ello aunado a las características que según Zygmunt Bauman, tienen en la actualidad los vínculos humanos.

En su libro Amor líquido, acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Bauman establece que hoy en día el hombre busca no tener vínculos inquebrantables, de tal manera que pueda renunciar a ellos sin dolor, ante la expectativa de encontrar siempre algo mejor.

Plantea una distinción entre “relacionarse” y “conectarse” y el cambio que se percibe al dejar de hablar de parejas para comenzar a referirse a redes (p. 12). Explica:

“‘Red’ sugiere momentos de ‘estar en contacto’ intercalados con periodos de libre merodeo. En una red, las conexiones se establecen a demanda y pueden cortarse a voluntad. (…) Las conexiones son ‘relaciones virtuales’. (…) A diferencia de las ‘verdaderas relaciones’, las ‘relaciones virtuales’ son de fácil acceso y salida. Parecen sensatas e higiénicas, fáciles de usar y amistosas con el usuario, cuando se las compara con la ‘cosa real’, pesada, lenta inerte y complicada“ (p.13).

Desde esta perspectiva, el ego tendría menos posibilidad de ser afectado en una relación virtual que en una real, pues al tener todo el tiempo bajo control la relación, se mantiene la soberanía del ser. De igual manera, sostiene que en nuestros días, tiende a denominarse amor a cualquier acto como un encuentro sexual de una noche: “hacer el amor”. Señala que “el amor está muy cercano a la trascendencia; es tan sólo otro nombre del impulso creativo y, por lo tanto, está cargado de riesgos, ya que toda creación ignora siempre cuál será su producto final” (p. 21).

Un riesgo que las relaciones virtuales minimizan o anulan.

La necesidad de amor y aceptación, acompaña a los seres vivos desde su nacimiento hasta la muerte, invariablemente del tiempo que se destine para ello, por lo que el amor virtual puede visualizarse como un satisfactor de estas necesidades.

Conclusiones

En nuestra era, el amor ya no solamente nace, se desarrolla y muere en la vida real, la tecnología ha incursionado en esta esfera a partir del uso de aplicaciones y de las redes sociales.

Esta modalidad de amor, representa diversas ventajas que van desde el plano emocional, hasta el económico.

Por lo tanto, hay quienes defienden la postura de que las relaciones amorosas que se gestan con el apoyo de la tecnología, no necesariamente son ficticias, efímeras o con fines exclusivamente sexuales, sino que pueden dar lugar a relaciones sólidas y estables, ya que las aplicaciones facilitan una comunicación permanente entre los amantes, cuando el tiempo y el espacio impiden las citas presenciales, situación que en ocasiones es casi nula en el plano real.

El amor en efecto, ha encontrado nuevas formas de expresión, su resignificación en la sociedad moderna y con ello el uso de todo aquello que le permita mantenerse vigente en la vida de las personas, bajo la perspectiva de que el fin, justifica los medios.

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