viernes 19 abril 2024

En Amman aman a AMARC

por Alfonso Gumucio-Dagron

Me tomo la licencia poética del título para referirme al noveno congreso de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), reunido en la capital de Jordania, del 11 al 17 de noviembre de 2006. Fue un logro que este evento que tiene lugar cada tres años se hiciera por primera vez en un país árabe del Medio Oriente, donde las radios comunitarias son todavía inexistentes. Con 94 países representados, éste fue sin duda el congreso de AMARC más importante.

Para los países árabes del Medio Oriente y Norte de áfrica, el congreso fue como abrir el telón sobre una realidad insospechada. ésta es la única región del mundo donde las radios comunitarias y la comunicación participativa no existen. Los procesos de apertura democrática que se registran en algunos países son más bien procesos de privatización de los medios, que no garantizan el derecho a la comunicación de las mayorías, sino el poder económico de unos pocos. La libertad de expresión es todavía un horizonte lejano en muchos de estos países. Incluso en Jordania, cuyo gobierno apoyó decididamente el congreso de AMARC, la apertura es con restricciones, y las nuevas radios privadas comerciales tienen que pagar 50% más sobre el precio de la licencia para poder emitir noticieros. En Arabia Saudita, como en otros países de la región, las restricciones han sido burladas parcialmente mediante la creación de emisoras de radio que solamente transmiten a través de Internet. En Palestina las emisoras independientes son legales, pero no existe una definición de radio comunitaria.

El tema de la legislación es quizá uno de los más importantes en la discusión actual, pues hay en el Tercer Mundo no menos de diez mil emisoras locales dos centenares en Asia, medio millar en áfrica, y el resto en América Latina y El Caribe que se cobijan bajo el paraguas de “radios comunitarias”, pero muchas de ellas ni son participativas ni pertenecen a comunidades. La falta de criterios en la legislación hace que cualquier emisora local se autodenomine “comunitaria”, y detrás de esa etiqueta hay de todo: radios municipales (España), radios indígenas del Estado en localidades aisladas (México, Bolivia), radios locales privadas (áfrica), radios de ONGs y las peligrosas radios evangélicas, en todas partes. A falta de una definición que satisfaga a todos, bastaría que la legislación sobre radios comunitarias adopte cuatro o cinco criterios esenciales. Mi sugerencia: a) propiedad colectiva de la emisora y de la frecuencia, b) 70% de contenidos generados localmente, c) participación de la comunidad en la toma de decisiones, d) pertinencia linguística y cultural, y e) plan de sostenibilidad a mediano plazo.

La delegación latinoamericana y caribeña (http://wiki.amarc.org/index2.php? topic=ALC-home&lang=ES&style= alc&site=alc) que asistió al congreso en Jordania, encabezada por Ernesto Lamas y otros miembros de la directiva de AMARC-ALC, mostró su nivel de compromiso y organización. Su peso en la asamblea general fue determinante, sobre todo en las elecciones de la nueva directiva. Con cerca de 120 votos entre presenciales y votos delegados por las emisoras afiliadas América Latina y El Caribe estaban en condiciones de decidir el resultado electoral y, si lo hubiera querido nuestra región, en posibilidades de pasar “la aplanadora”. Sin embargo la madurez política hizo que la región apostara a fortalecer la gobernabilidad de AMARC a nivel mundial. Esto se tradujo en el apoyo a candidaturas de todas las regiones, en pos de una representación equilibrada. Las propuestas de América Latina, que además fueron decididas en diálogo con otras regiones, permitieron ratificar en la presidencia de AMARC a Steve Buckley (Inglaterra), y elegir en la vicepresidencia a Aleida Calleja (México), y en las cuatro vicepresidencias flotantes a Jim Ellinger (Estados Unidos), Sony Esteus (Haití), Daoud Kuttab (Jordania), y Oumar Seck Ndiaye (Senegal). Mavic Cabrera (Filipinas) fue reelegida por la Red de Mujeres.

Desde su nacimiento en 1983, AMARC (www.amarc.org) ha logrado establecerse como la red mundial de radios comunitarias, la más importante y la única que cubre todas las regiones. Su prestigio está avalado por más de 30 organizaciones internacionales que apoyaron este noveno congreso. Entre ellas la Fundación Friedrich Ebert (FES), EED, IREX, Unesco, Panos, Oxfam, Open Society Institute, CIDA (cooperación de Canadá), SDV (cooperación de Suiza), la cooperación española, la Fundación Ford, y varias instituciones de países del Medio Oriente.

La agenda del noveno congreso de AMARC (http://amarc9.amarc.org) incluyó en realidad tres reuniones distintas: una conferencia regional sobre Libertad de los Medios en el Medio Oriente y en el Norte de áfrica (un día), la conferencia de la Red Internacional de Mujeres de AMARC (un día), y el noveno congreso y asamblea general de AMARC (cinco días). Sería largo detallar aquí el contenido, pues sólo el programa ocupa diez páginas. Las mañanas estaban dedicadas a sesiones plenarias en las que se enmarcaban los temas que luego, en las tardes, se discutían en grupos de trabajo y talleres paralelos, donde se hacían también presentaciones temáticas. La información puede ser obtenida en el sitio de AMARC, de modo que aquí me limito a señalar un par de puntos sobresalientes.

Por una parte, un tema que no fue explicitado, pero que abundó en las discusiones: el reconocimiento de que AMARC es ante todo una red y una asociación internacional, y no una organización que presta servicios y provee financiamiento a sus afiliadas. La reciente experiencia de la región africana, sumida en una profunda crisis debido al intento de convertir a AMARC en una institución que maneja fondos, ha servido de ejemplo para pensar con mucho cuidado el rol y las responsabilidades de la red. Esa distorsión en la identidad de AMARC habría sido en parte responsable por el crecimiento artificial y la crisis en AMARC áfrica.

Otro tema importante en este noveno congreso fue la necesidad de evaluar la incidencia de las radios comunitarias en el ámbito de una sociedad que lucha por la libertad de expresión, la justicia social y la libertad. La experiencia latinoamericana es crucial, porque nuestra región ha dado pasos importantes en la reflexión sobre sostenibilidad e incidencia de la radio comunitaria, y puede servir de ejemplo a otras regiones que están enfrentando preocupaciones similares. El secretariado internacional de AMARC presentó varios documentos sobre evaluación e incidencia, incluyendo “Por qué evaluar las radios comunitarias”, preparado por el Consorcio de Comunicación para el Cambio Social.

La asamblea general de AMARC aprobó numerosas resoluciones propuestas por los delegados, algunas de las cuales tienen que ver directamente con América Latina. Se decidió enviar una carta al gobierno y Parlamento de Uruguay donde se “solicita el rápido tratamiento y aprobación del Proyecto de Ley sobre Radiodifusión Comunitaria, el mismo garantizará el pleno ejercicio del derecho a la libertad de expresión a través de los medios comunitarios y colocará a Uruguay como un modelo de las mejores prácticas en legislación sobre radiodifusión en todo el mundo”. En relación con la represión de las emisoras indígenas en Guatemala, se aprobó una resolución de solidaridad y un llamado al gobierno de aquel país para que “cesen inmediatamente los ataques a las radios comunitarias” y favorezca más bien su desarrollo a través de legislación y regla-mentaciones adecuadas, en respeto a lo que establecen los Acuerdos de Paz firmados en 1996, la Carta Internacional de Derechos Humanos y las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El noveno congreso se cerró con broche de oro con el anuncio de que el gobierno de la India decidió finalmente aprobar la existencia legal de las emisoras comunitarias. El impacto de esta medida puede ser enorme, dado que ese país, con sus más de mil millones de habitantes, ejerce una influencia poderosa en el sur de Asia.

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