jueves 18 abril 2024

Elecciones y narcotráfico

por Rubén Aguilar Valenzuela

Percepción y realidad:

El gobierno federal, en particular el presidente Felipe Calderón, y buena parte de los medios de comunicación, plantean con frecuencia que el narco puede penetrar o ha penetrado los procesos electorales. Las afirmaciones se hacen sin datos pero se dan por buenas y se crea un clima que hace pasar lo dicho como si fuera realidad.

De manera puntual cada vez que se realizan elecciones en alguno de los estados, en especial en aquellos donde es más evidente la presencia del narco, se afirma que en las campañas habrá o hay recursos de éste, que se presentarán problemas en el proceso y también que el día de las elecciones los electores no saldrán a votar.

Existen hechos de violencia como el asesinato del candidato del PRI en Tamaulipas que se dice fue del narco, pero sin presentar pruebas contundentes. El presidente Calderón en la pasada elección de gobernador en Michoacán donde perdió su hermana, aseguró que había intervenido el narco para favorecer al PRI, pero no dio pruebas y tampoco pidió la anulación de la elección.

Se ha vuelto “políticamente correcto” dar por bueno que el narco interviene en los proceso electorales y se considera “políticamente incorrecto” decir lo contrario. Aquí se ofrecen datos, a partir del resultado de los procesos electorales estatales, que desmienten o matizan esas afirmaciones.

Elección en los estados

Los resultados de las elecciones a gobernador en los estados con mayor presencia del narco y la violencia desmienten que los electores atemorizados hayan decidido no votar el día de la elección. En cinco estados con estas características, y a pesar de lo dicho por políticos y difundido por la prensa, la participación electoral superó las tasas históricas, en uno mantuvo los niveles anteriores y en dos bajó.

En Baja California durante la elección de 2007 votó el 40.6% del padrón frente al 36.6% en 2001. Un aumento del 4%. En 2009, Nuevo León tuvo una votación del 54.6% que superó al 53.94% de 2003. El crecimiento fue del 0.66%. En Sinaloa votó el 58.20% en 2010 contra el 55.21% de 2004. El crecimiento fue de 2.99%. Ese mismo año en Tamaulipas votó el 57.57% contra el 51.76% de la elección en 2004. Un aumento de 5.81%. En Michoacán votó el 54.29% en 2011 contra el 48.6% de 2007. La diferencia fue de 5.69%.

En julio de 2009 la participación en Sonora se mantuvo y fue del 54.09% del padrón cuando en 2003 llegó al 53.29%. Una diferencia de 0.80%. La votación baja en Chihuahua donde en 2010 alcanzó el 41.41% frente al 44.2% de 2004. La diferencia fue de 2.79%. Lo hace también en Guerrero cuando votó el 44.98% en 2010 frente al 52.8% de la elección de 2005. Hay explicaciones diversas para dar cuenta de esta baja y no puede atribuirse necesariamente sólo a la acción del narco.

Los números desmienten discursos y cobertura mediática que aseguraban que la ciudadanía no saldría a votar temerosa de la violencia. La gente votó y los narcos no impidieron la realización de las elecciones. En los procesos electorales de estos estados, salvo incidentes menores que ocurren en cualquier elección, no se presentó nada grave y las autoridades electorales pudieron dar resultados la misma noche de la elección.

Así ocurrió en Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Guerrero. En el caso de Michoacán se anuló la votación de la alcaldía de Morelia, pero no por eventos relacionados con la participación del narco. No se puede sostener tampoco que en esos estados aquellos favorecieron a un partido en particular. El PAN fue victorioso en Baja California, Sonora y en alianza de Sinaloa; el PRI en Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas y Michoacán. El PRD ganó Guerrero.

El PAN refrendó la victoria en Baja California y derrotó por primera vez al PRI en Sonora y Sinaloa. El PRI mantuvo Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua y derrotó al PRD en Michoacán. El PRD conservó Guerrero. La permanencia del PAN, PRI y PRD en unos estados y la alternancia en otros donde pierde el PRI y el PRD no señalan ningún patrón que indique el narcotráfico tiene “acuerdos” con algún partido para asegurar su victoria. No hay nada que permita hacer tal afirmación.

Elección federal

El presidente Calderón en repetidas ocasiones ha planteado que el narcotráfico puede intervenir en el proceso electoral federal y también lo ha dicho el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, pero igual ambos han reconocido la fortaleza de las instituciones y garantizado que la elección ocurrirá sin problemas. El discurso del gobierno federal es difícil de entender y resulta contradictorio ya que por un lado parece dar por segura la acción del narco, pero también la desmiente.

La posibilidad de la intervención del narco sería más factible en los estados donde tiene mayor presencia. La evidencia indica que no existe tal en las elecciones de esos estados y si la hay no resulta determinante en el conjunto del proceso. La posibilidad de influir en la elección federal es todavía más difícil. El padrón es de 78 millones y se espera que pueda votar el 70% del mismo, que serían poco más de 54 millones. La posible influencia en esos márgenes es muy menor.

El comportamiento de las elecciones estatales permite suponer, con un alto nivel de probabilidad, que no habrá intervención del narco en el proceso federal y que si esta se da, habrá que probarla, será muy marginal y no influirá en el resultado de la elección. Más allá de los discursos no es evidente qué ganaría el narco al meterse al proceso donde, por otro lado, sus recursos serían escasos comparados a los que destina el Estado.

Los medios de comunicación

Algunos medios (periódicos, radio, televisión), ante la posible participación del narco en las elecciones, asumen de manera acrítica lo planteado por ciertos políticos, incluido el Presidente de la República, y se convierten, sin quererlo, en su caja de resonancia y parte de su proyecto político. La actitud de los medios tiene que ser la de cuestionar a los políticos y exigir pruebas de sus afirmaciones.

Ciertos medios, también editorialistas y comentaristas aseguran, sin probar, que el narcotráfico está metido en las campañas. La gran mayoría de las veces son sólo especulaciones. Se inscriben en un tipo de periodismo sensacionalista, que resulta un género lamentable, pero existe y tiene público. Hay medios, periodistas y audiencias que se identifican con esas formas. El conocer la realidad no les resulta relevante y prefieren vivir en y de la ficción.

Conclusión

Las afirmaciones de ciertos políticos, funcionarios, medios y comentaristas sobre la intervención del narcotráfico en las campañas se hacen sin pruebas. La intención de los medios tiene que ver con construir una realidad más “atractiva” y “aparatosa” que resulta aún peor que la realidad y se hace para “vender” más. Eso no impide la existencia de intereses menos visibles.

La postura de algunos políticos resulta también especulativa al no dar prueba alguna de lo que afirman. Es posible que las tengan, pero lo cierto es que no las dan a conocer. Las más de las veces sus afirmaciones resultan gratuitas y es común que al ser cuestionados no se sostengan en lo dicho o no vuelvan a hacer referencia al tema.

La intención de estos políticos al hacer estas afirmaciones no siempre es clara porque en ocasiones ellos mismos, con lo dicho, se hacen daño y también a su gobierno. La realidad parece señalar que si lo que se pretende es golpear o denostar a los opositores no se logra el cometido e incluso puede resultarles contraproducente.

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