jueves 28 marzo 2024

El lenguaje de los yahoosms

por Luis Íñigo-Madrigal

El idioma es complejo. No se asemeja a ningún otro de los que yo tenga noticia. No podemos hablar de partes de la oración, ya que no hay oraciones. Cada palabra monosílaba corresponde a una idea general, que se define por el contexto o por los visajes. La palabra nrz, por ejemplo, sugiere la dispersión o las manchas; puede significar el cielo estrellado, un leopardo, una bandada de aves, la viruela, lo salpicado, el acto de desparramar o la fuga que sigue a la derrota. Hrl, en cambio, indica lo apretado o lo denso; puede significar la tribu, un tronco, una piedra, un montón de piedras, el hecho de apilarlas, el congreso de los cuatro hechiceros, la unión carnal y un bosque. Pronunciada de otra manera o con otros visajes, cada palabra puede tener un sentido contrario.

Contra lo que alguien pudiera sospechar, este párrafo no es una descripción del lenguaje de los SMS, sino del de los mlch, tribu bárbara, “quizá la más bárbara de la tierra”, que el misionero David Brodie, que convivió con ellos, llama yahoos para que sus “lectores no olviden su naturaleza bestial y porque una precisa transliteración [de su nombre] es casi imposible, dada la ausencia de vocales en su áspero lenguaje”. Bien saben Uds. Que David Brodie no es un personaje real, sino ficticio y aparece en el relato de Borges “El informe de Brodie”, publicado en 1970.

Los SMS (iniciales en inglés de Short Messages Service o System), a diferencia del lenguaje de los yahoos, son mensajes no orales, sino escritos, que se envían y reciben a través de los llamados teléfonos móviles o celulares y tienen un límite máximo de 160 caracteres. El primer SMS se envío en 1993; hoy se envían, en todo el mundo, muchos cientos de millones diarios.

Desde un punto de vista mecánico la escritura de los SMS está determinada, en principio, por tres factores:

1.Las características tecnológicas de los diversos modelos de teléfonos móviles.

2.El tipo de alfabeto que se utilice en la confección del mensaje. Hay dos alfabetos utilizables: el GSM 3.38 (que permite escribir los caracteres del alfabeto inglés, la ‘é’ acentuada y la eñe, caracteres numéricos y signos de puntuación), con el que se pueden componer mensajes de hasta 160 caracteres, y el UNICODE (que incluye otros caracteres, por ejemplo el resto de las vocales acentuadas), con el que los mensajes tiene un límite de 70 caracteres; en el primero cada carácter ocupa 7 bits de información, mientras que en el segundo ocupa 16; en un SMS caben 1.120 bits.

3.La disposición de las letras en el teclado del teléfono, que, con pocas variantes, presenta en los distintos modelos un total de ocho teclas alfanuméricas, que exhiben en orden alfabético el abecedario inglés (ABC, DEF, GHI, JKL, MNO, PQRS, STUV, WXYZ), aunque permitan también escribir caracteres de otros idiomas (entre ellos, por ejemplo, las vocales acentuadas o la ñ) y también números, si se pulsan más de tres o cuatro veces. En algunos modelos si se mantiene pulsada la tecla surge una lista de letras con diacríticos para escoger.

Para el usuario, esas características determinan a menudo, pero no siempre, las prácticas de escritura, que están dictadas en general por razones económicas, esto es, para ahorrar tiempo y dinero; razones que explican, también, por qué, aunque los SMS pueden enviarse con el llamado ‘modo predictivo’ o ‘tecla inteligente’ (que hace que el diccionario del teléfono proponga las palabras que pueden escribirse después de haber tecleado las primeras letras de ellas o la palabra entera), muchos usuarios utilicen el modo manual ‘Abc’. En esa práctica escritural (que tiene, dicen, origen en los chats y ha extendido su dominio parcialmente a las llamadas redes sociales), los SMS modifican a menudo sobre todo la ortografía oficial del español, pero también su morfología y su sintaxis. Los cambios más frecuentemente operados pueden ordenarse, a efectos expositivos, según las cuatro categorías modificativas de un todo lineal, esto es (en el orden cuantitativo pertinente a este caso):

1.Por detractio, es decir por la omisión de un elemento que pertenece al todo, y que concierne, en el caso de las palabras, por ejemplo: a) a la eliminación, muy frecuente, de las vocales; b) a la eliminación asistemática de grafemas sin sonido; c) a la eliminación (menos frecuente) de consonantes; d) a la eliminación (asistemática) de preposiciones; e) a la eliminación de diversos signos de puntuación.

2.Por immutatio, es decir, por la sustitución de al menos un elemento del todo por otro ajeno al mismo, por ejemplo: a) cambios ortográficos: k=c (pero también por ‘que’), n=ñ, z=c; x=’che’; vocales inacentuadas por vocales acentuadas, etcétera; b) signos matemáticos en lugar de palabras o sílabas: = (adv.) ‘más’; x= (prep.) ‘por’; c) utilización de caracteres numéricos con el valor de su pronunciación: 1= ‘un’ o ‘uno’; 2= ‘-dos’; d) substitución de la mayoría de las formas verbales por el presente de indicativo; e) barbarismos, particularmente anglicismos, pero no en una proporción mayor que en el lenguaje común.

3.Por adiectio, por la agregación al todo de un nuevo elemento que no pertenecía a él; recurso que, en general está destinado a reemplazar la pronunciatio del discurso oral: por ejemplo mayúsculas, reduplicación de vocales y, en grado muy menor de consonantes, emoticones (iconos que representan estados de ánimo, o indican cómo debe leerse el mensaje en el que están incluidos, ’emoticones’ que quienes escriben pueden construir por sí mismos con caracteres alfanuméricos, o que a veces incluye el propio teléfono o pueden descargarse, un símbolo que indica que lo que se escribe debe ser entendido como un sarcasmo, que tiene forma de espiral con un punto en el centro y es vendido por la compañía norteamericana SarkMarc.

4.Por transmutatio, es decir, por el cambio de lugar de por lo menos un elemento que pertenece al todo, por ejemplo: la utilización de minúsculas en lugar de mayúsculas o viceversa. KLS = ‘que lo sepas’ (vs. Kls= ‘clase’), o también, dentro del entero mensaje, por la fusión de algunos elementos con otros, por ejemplo preposiciones con otras partes de la oración, o pronombres personales átonos (me, te) con las formas verbales a que preceden.

Esas cuatro categorías se pueden combinar en el todo lineal de la palabra o en el del mensaje, y éste, generalmente, prefiere la yuxtaposición a la coordinación o la subordinación, y la coordinación a la subordinación. Pero ninguna de las modificaciones citadas es sistemática, ni en el conjunto de los SMS, ni en los SMS de un usuario individual. Cada grupo social, cada grupo de edad, cada grupo geográfico, cada grupo de amigos y hasta cada individuo suelen utilizar distintas modificaciones y éstas tienen un carácter efímero.

Tal diversidad ha sido interpretada de diversas maneras. Elogiosamente para quienes sostienen que hay en ellas una gran creatividad o por quienes ven en el sistema de transcripción utilizado en los SMS, un acercamiento a la lengua oral. Con preocupación por otros que creen necesario introducir cierta normativa en el ‘lenguaje’ de los SMS, o prevén una brecha generacional producida por ellos.

Sobre esas esperanzas y temores cabe observar que, como se ha hecho notar reiteradamente, las modificaciones introducidas por los SMS no son inéditas:

1.Así, los sistemas de escritura rápida, es decir, la taquigrafía, tienen diversas antelaciones: las abreviaturas inventadas por el esclavo y secretario de Cicerón, Marco Tulio Tirón, en el siglo I de nuestra era; o la escritura carolingia, utilizada en manuscritos desde el siglo VIII y derivados de la cual siguieron utilizándose, incluso en textos impresos hasta el XVII; también las numerosas abreviaturas que se utilizan normalmente en el español escrito. Y, por cierto los diversos sistemas taquigráficos modernos, por ejemplo. El sistema Pitman que aprendí en mi lejana adolescencia (y que ya he olvidado), con el cual Nathan Behrin escribió 350 palabras por minuto en 1922, cifra considerablemente mayor que los 160 caracteres escritos por Ang Chuang Yang en 41.52 segundos, ambos según el Libro Guiness de los Récords.

2.Así, la teoría y la práctica de una ortografía que ‘acerque’ la lengua escrita a la lengua oral (olvidando que entre oralidad y escritura no existe una dependencia absoluta) ha sido propiciada por diversas reformas ortográficas, que se han propuesto o utilizado en español desde Nebrija hasta Gabriel García Márquez, pasando por Mateo Alemán, Bartolomé Jiménez Patón, Gonzalo Correas, Andrés Bello, etcétera. Las propuestas citadas parten del supuesto de que una ortografía normalizada garantiza la inteligibilidad de los mensajes escritos, lo que quizás sea ajeno al código escrito de los SMS juveniles.

3.Así, finalmente, el remplazo de los recursos de la pronunciatio por determinados signos escritos está presente en diversos códigos no lingu%u0308ísticos y en la ortografía del español a través de los signos de puntuación. Justo es reconocer, sin embargo, que la cantidad de practicantes de la escritura SMS abarca un universo mayor que cualquiera de los antecedentes citados. Es sin duda esa cantidad la que determina, por una parte, la intención de normalizar su uso a través de diccionarios (no sólo la intención: ya existen diccionarios de esa naturaleza), cuanto el temor de que el lenguaje de los SMS cause una fragmentación generacional en el uso escrito del español.

Un diccionario de SMS presenta enormes dificultades y, me temo, va contra la naturaleza misma de ese tipo de escritura, por lo que su utilidad es extremadamente discutible. Si los SMS son una amenaza para la unidad del idioma, no lo son de manera aislada, sino son parte y resultado de un peligro mayor anunciado por algunos: el del progresivo empobrecimiento cultural que se manifiesta, entre otras cosas, en que los adolescentes están perdiendo la capacidad de leer y escribir textos largos, según afirma un reciente estudio del University College de Londres. Pero, según otros estudios, los jóvenes tienen muy presente la adecuación y la oportunidad del modo en que escriben, por lo que en un examen no utilizan los cambios que introducen en los mensajes telefónicos escritos.

Permítanme, antes de concluir, leer las líneas que siguen al párrafo de Borges con que iniciaba estas palabras: “La virtud intelectual de abstraer que semejante idioma postula, me sugiere que los Yahoos, pese a su barbarie, no son una nación primitiva sino degenerada. Confirman esta conjetura las inscripciones que he descubierto en la cumbre de la meseta y cuyos caracteres, que se asemejan a las runas que nuestros mayores grababan, ya no se dejan descifrar por la tribu. Es como si ésta hubiera olvidado el lenguaje escrito y sólo le quedara el oral.” Asegurar que la escritura de los SMS anuncia, para nuestra cultura, un futuro tan tenebroso es, a lo menos, prematuro.

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