viernes 19 abril 2024

El desnudo masculino

por Guillermo Zenizo Lindsey

Madrid, España.- En los últimos años hemos presenciado un “destape” del hombre en los medios de comunicación. Ese cambio ha sido paulatino y va en aumento. Se debe a que el hombre se ha descubierto como objeto de deseo y consumidor de moda, pero también a una liberalización de la mirada de las mujeres, al colectivo homosexual y a los propios heterosexuales, que van rompiendo tabúes.

El fenómeno se debe, también, “en parte, sólo en parte a la presión publicitaria, a la llamada metrosexualidad, y al poder festivo de una parte de la sociedad gay o heterosexual que, casi de pronto, ha descubierto que la belleza masculina también existe, pese a tantos siglos, diríamos, de ignorada historia”, explica Luis Antonio de Villena. En su libro Héroes, atletas, amantes, el escritor establece que éste es una imagen de placer y júbilo de una sociedad liberada, al menos en Occidente, después de la represión establecida principalmente por la Iglesia durante varios siglos: “Desde dentro del propio mundo homosexual, pero también a menudo al servicio de campañas publicitarias no específicamente ‘homo’, resurge abiertamente -y nunca hasta ese momento había tenido tanta difusión- la imagen de un hombre joven, hermoso y atractivo, que ocupa un papel de icono sexual hasta hacía muy pocos años ocupado solamente por las mujeres”, detalla.

Por su parte, Javier Fernández de Angulo, director de GQ (Gentlemen’s Quarterly) en España, afirmó a etcétera que siempre se busca la vertiente erótica del hombre, con o sin ropa, para intentar seducir al lector. “El erotismo está en todas las revistas y está en la publicidad que antes era muy conservadora, ahora va por delante de las editoriales y podemos ver anuncios que editorialmente no hubieras admitido porque son demasiado obvios o cercanos al sexo”, dijo el responsable de la publicación que recién cumplió 15 años en la península ibérica. “Si la masculina se convirtió en la desnudez más vetada, acaso exista una especial justicia en el auge actual -sin duda amparado por los movimientos de liberación homosexual- del desnudo masculino, que incluso parece cotizarse más (acaso aun por menos habitual) que el de las propias mujeres”, sentencia de Villena.

El arte como escape

Para que esto pudiera darse, debió romperse el tabú de que el interesado en la moda es gay -explica Fernández de Angulo-, en medio del cuestionamiento general del concepto de hombre y la búsqueda de su identidad como género. Sin embargo, manifestó que aunque poner a un hombre en portada vende mucho en otros países, en España y América Latina el mercado es inmaduro, pues aún falta identificación del hombre con su similar.

Los especialistas sostienen que la mirada es el estímulo visual más fuerte para los hombres y su sentido más importante como disparador del deseo, lo que explica su atracción hacia los encantos corporales y que el mismo hombre sea cada vez más expuesto masivamente para ser admirado por los de su mismo género, aunque ya se había dado antes con el arte y la pornografía. En su libro Fantasías eróticas, Cristina Peri Rossi indica que en todas las culturas hay espacios dedicados a la imaginación erótica, que suelen ser extremadamente libres en cuanto al ejercicio de la sexualidad y revelan las partes más ocultas y reprimidas de la propia intimidad, censuradas por la conciencia: “Las fantasías eróticas no salen habitualmente a la luz pública, salvo cuando los escritores, los pintores o los directores de cine se animan a exhibirlas, es decir, bajo el manto protector del arte”, expresa.

Entre erotismo y pornografía

La línea entre erotismo y pornografía es muy tenue. Para Andrés Barba, es sólo una diferencia terminológica que no tiene que ver con la cantidad de “centímetros de carne expuesta”.”La pregunta acerca de los difusos límites del erotismo y su díscola hermana la pornografía, así como el debate acerca de la inclusión de esas imágenes en la esfera de lo público no se resolverá nunca, entre otras cuestiones porque está erróneamente planteada”, escribió en el El País. Barba concluye que lo porno o lo erótico es lo que una clase dirigente, en un momento determinado, considera que no debe ser visto por el resto de la comunidad.

Esto lo ejemplifica con el uso que se le dio a los frescos rescatados de las ruinas de Pompeya a finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Originalmente públicos en la ciudad romana destruida por la erupción del Vesubio, fueron a parar a un museo secreto en Nápoles al que sólo tuvo acceso la élite masculina local. “La supresión de la resistencia del objeto del deseo, su posición desprotegida, y, sobre todo, la impunidad con la que sus protagonistas pueden observar sin ser observados es determinante en la articulación de lo erótico”, determinó Barba.

Con ello coincide el sociólogo italiano Francesco Alberoni, para quien el erotismo es “una fantasía de identificación con las partes eróticas del cuerpo” y la pornografía es “obscena” porque lo hace en el momento y modo equivocados. “Lo erótico es una pornografía personal. Es un texto en el cual los protagonistas somos nosotros mismos y en el cual ambos nos reconocemos”, destaca. Para el especialista francés Georges Bataille, el erotismo es un aspecto de la vida interior del ser humano. “Busca sin cesar afuera un objeto de deseo. Pero ese objeto responde a la ‘interioridad’ del deseo”.

La censura medieval

El director artístico del Museo madrileño Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, señaló a etcétera que el cuerpo masculino fue objeto de contemplación en la Grecia antigua, incluso el desnudo femenino fue admitido más tardíamente por una cultura que aceptaba la coexistencia entre las relaciones matrimoniales y homosexuales, distinto a las sociedades cristianas. De Villena, por su parte, expone que el desnudo desaparecerá por completo en la Edad Media, aunque quedó en la cultura europea una nostalgia del mismo, así como una acumulación de significados negativos. “El cristianismo nunca reconocerá la autonomía del desnudo, aunque éste volviera por sus fueros especialmente en las tablas que tenían que representar a ciertos mártires, que no padecieron su tortura vestidos…”, agregó. Solana consideró que el desnudo se coló en las representaciones religiosas, algunas de ellas implícitamente eróticas, lo que provocó que predicadores y teólogos, sobre todo de la Contrarreforma, condenaran los excesos de “indulgencia carnal” de las efigies de santos. “La representación masculina voluptuosa o sensual se va abriendo camino paralelamente al desnudo femenino”, indicó el también profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. “Algunas obras tuvieron originalmente su sentido erótico, otros lo adquirieron tardíamente y, a veces, en abierto conflicto con su significado original”.

Destapar al hombre

El Renacimiento recobró los modelos masculinos grecorromanos. Como explica Luis Antonio de Villena, ésa fue la única vía que muchos artistas tuvieron para expresar evidentes o más secretas pulsiones homoeróticas, ya que ampararse en el prestigio de la tradición clásica, otorgaba rigor a la obra y alejaba las sospechas. De allí en delante el desnudo masculino volvió a abrirse paso en el arte que, hasta la creación de los museos, fue primordialmente de carácter privado.

“En el momento en que la imagen se multiplica gracias a la fotografía, al principio las posturas son más conservadoras”, observó Solana quien además indica que desde fines del siglo XX en los medios de comunicación ha habido una transición del uso del cuerpo femenino como soporte o cebo erótico a un creciente uso del cuerpo masculino tratado como objeto del erotismo, lo cual pese a su aparente banalidad se basa incluso en estereotipos existentes en la historia del arte.

Presencia en las pantallas

Pablo Peinado, gestor cultural y director del Festival artístico gay Visible, de Madrid, resaltó que en los últimos años se redescubrió el potencial de venta del cuerpo masculino, de lo cual se dio cuenta la televisión, que comenzó a mostrar cada vez más en sus series y telenovelas a hombres sin camiseta o en ropa interior. “Se utiliza el cuerpo masculino de una forma más erótica, pero también hay que tener en cuenta que muchos diseñadores de moda son gays”, añadió.

Gerardo Pérez Meliá, director del Festival Internacional de Cine Lésbico Gay y Transexual de Madrid, celebrado recientemente, consideró que las películas más taquilleras son las que tuvieron más carga erótica, en lo cual destacan los filmes independientes y europeos sobre los de Hollywood. Consideró que en Europa existe menos pudor y más naturalidad hacia lo genital, se incorpora a la cotidianeidad de la película, y no sólo sugerido o en relaciones sexuales, como ocurre en los filmes más comerciales, que actúan con más cuidado para evitar ser restringidas a los adolescentes, uno de sus públicos más rentables.

En ese sentido, apuntó que las películas de temática homosexual tuvieron que quitarse el prejuicio de ser pornográficas por mostrar sexo más explícito, por lo que ahora se enfatiza en historias más cercanas y emotivas, con mejores guiones en lugar de sólo buenos cuerpos o actores. “El morbo no está en el cuerpo, sino en la complicidad con el espectador”, manifestó el también director de la Red Iberoamericana de Cine Lésbico, Gay, Bisexual y Transexual (LGBT).

Óscar Pérez, director editorial del Grupo Odisea, que abarca desde una editorial y librerías gay hasta sex shops para los públicos homo y heterosexual, aseguró a etcétera que el sexo vende mucho, por lo que las portadas de sus libros siempre tienen un toque de erotismo. “Entre más se eliminan la censura y los prejuicios, hay más libertad de probar lo placentero”, consideró Pérez.

Sin precisar montos, dijo que sus negocios, que incluyen también una revista de distribución gratuita dirigida al colectivo LGBT, le dejan varios millones de euros al año.

‘Vender carne’

Miguel Ángel López, editor y fundador de Zero, una revista dirigida al público gay español, criticó el exceso de mercantilización de quienes “cosifican” al hombre como antes con la mujer. “No nos arrepentimos de ‘vender carne’, sólo que nosotros no optamos por única y exclusivamente ‘vender carne’, no hemos sido una revista gay al uso de las antiguas o las que han sido pornográficas, simplemente basadas en el atractivo sexual”, expresó el también activista.

En conversación con etcétera, López señaló que juegan con los estereotipos para representar la diversidad de estilos y formas de ser de quienes integran el colectivo LGBT y jugar con el concepto del hombre, contrario al tono solemne que utilizan el que los medios de comunicación tradicionales cuando hablan del mismo. “Nosotros asumimos que somos un producto, y por eso sacamos tíos, pero para eso sacamos nuestros especiales y tenemos diferentes secciones que cuando creemos que hay que sacarlas en portada la sacamos, nos inventamos el año pasado la de Chulo Zero, es que nos gustan los chulos y no tenemos que esconderlo, no hace falta dejar de sacar hombres desnudos para hacer una revista seria o diversa, pero tampoco de sacarlos todos los meses”, expresó.

En lugar de convertirse en lo que denomina un objeto de consumo fácil y barato, aseguró que Zero apuesta por crear un estado de opinión público y de cohesión del conjunto LGTB al que, además de lo relacionado con el sexo, le proporciona información política, social y de identificación, para lo cual han contribuido a que militares, sacerdotes y otros profesionales “salieran del armario” en su portada. La revista -fuera de circulación desde el verano por problemas económicos y que se encuentra en reestructuración de su modelo de negocio para volver a publicarse e incorporarse más plenamente a Internet- muestra visiones más amplias y sin prejuicios del cuerpo masculino, afirmó. “Hay unas diferencias entre la mirada gay y la mirada hetero, nosotros buscamos el erotismo de una forma mucho más global en lo físico, cualquier parte del cuerpo nos vale”, agregó.

Crítica a la perfección clásica

Pese al paso del tiempo, la imagen típicamente publicitada del hombre aún es muy clásica, es decir, proveniente de la Grecia antigua y reproducida a lo largo de los siglos a través del Renacimiento y el neoclasicismo. Éste consiste en el ideal de un muchacho perfecto, bello, juvenil y aparentemente sin problemas. “Los efebos griegos o los atletas de las palestras continúan siendo los indiscutidos modelos, con algo más o menos de musculación tan sólo”, establece De Villena al final de su repaso histórico-artístico. “Para mí el estupor máximo de esta trayectoria sigue siendo la casi indisoluble perduración de la belleza clásica, y más en el hombre que en la mujer”. Ejemplo de ello son los alendarios en que posan desnudos atletas, como los de rugby del equipo Le Stade Français, titulado Los dioses del Estadio.

“La perfección hace que nuestras fantasías eróticas se acerquen a ese tipo de cuerpos, hay una redundancia de imágenes que lobotomizan a la gente para que idealice esos cuerpos”, consideró el fotógrafo y artista visual Andrea Perissinotto.

La fotografía es un instrumento que plasma ese ideal en las revistas de moda y lujo, mientras que algunas manifestaciones artísticas, como las realizadas en su momento por el pintor británico Francis Bacon, se han dedicado a poner en tela de juicio el modelo clásico de belleza viril, señala De Villena, para quien el desnudo es “libre y aspira a serlo más”.

Fuentes:

Alberoni, Franceso, El erotismo, editorial Gedisa, 2006, Barcelona, España.

Barba, Andrés, “Lágrimas de Eros”, El País, 28 de octubre 2009.

De Villena, Luis Antonio, Héroes, atletas, amantes. Historia esencial del desnudo masculino, ediciones Península, 2008, Barcelona, España.

Fernández de Angulo, Javier, entrevista concedida, 2 de noviembre 2009.

López, Miguel Ángel, entrevista concedida, 5 noviembre 2009.

Peinado, Pablo, entrevista concedida, 3 de noviembre 2009.

Pérez, Óscar, entrevista concedida, 29 de octubre 2009.

Pérez Meliá, Gerardo, entrevista concedida, 2 de noviembre 2009.

Peri Rossi, Cristina, Fantasías eróticas, ediciones Temas de Hoy, 1991, Madrid, España.

Perissinotto, Andrea, entrevista concedida, 29 de octubre 2009.

Solana, Guillermo, entrevista concedida, 4 de noviembre 2009.

Solana, Guillermo, Catálogo de la exposición Lágrimas de Eros Museo Thyssen-Bornemisza/Fundación Caja Madrid, Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2009, Madrid, España.

También te puede interesar