viernes 29 marzo 2024

¿Convencer o seducir?

por Rubén Aguilar Valenzuela

Los candidatos no nacen sino se hacen. Hay técnicas de comunicación cada vez más sofisticadas para sacar partido, incluso ahí donde parece imposible, de mujeres y hombres que deciden participar en las elecciones. Todos necesitan de esos recursos técnicos y no hay nadie que pueda prescindir de ellos si quiere ser competitivo y ganar.

En estos tiempos, guste o no, es la imagen y no el mensaje lo que impera. Es, al final, lo que reclaman las audiencias y electores. Las campañas ahora no son entre partidos o ideologías sino entre personas específicas. Que sean de centro, derecha o izquierda resulta irrelevante, para el votante. Lo importante es que comuniquen.

Conectar con la gente

Las campañas de hoy, y esto es un fenómeno mundial, no se basan en razones y argumentos sino en emociones y sentimientos. Las y los candidatos tienen que “conectar” con la gente, decirles algo a las audiencias de la televisión y los escuchas de la radio. Si no son capaces de lograr esto no van a tener buenos resultados. La derrota está anunciada.

La estrategia se centra todavía más en la persona cuando el candidato tiene como antecedente que a su partido le haya ido muy mal en el gobierno. En esa medida se ve obligado a deslindarse de él y hacer girar la campaña sólo en torno a su persona.

Lo que se convierte en una necesidad imperiosa es verse “cercano”, “empatar” con la gente. generar lo que se conoce como empatía. Se vuelve, por lo mismo, un elemento central resaltar los puntos buenos (las virtudes) y disimular o esconder los puntos malos (los defectos) de los candidatos.

La cercanía es con la persona, no con el político. A la gente le interesa más saber de la vida del candidato que conocer lo que piensa. Lo trivial se vuelve importante y lo fundamental, el proyecto, tiende a quedar relegado a un segundo plano. Eso debe quedar muy claro a quien contiende en unas elecciones.

El que los candidatos actúen con normalidad, que se parezcan a cualquier otro ciudadano, y por lo mismo no reclaman privilegios y sean capaces, por ejemplo, de llegar a sus compromisos (entrevistas, mítines…) manejando su carro o viajar en aviones comerciales es muy bien visto por los electores.

Imagen y mensaje

En estos tiempos mediáticos el mensaje es la imagen o la imagen el mensaje. Y la imagen no debe de entenderse sólo y principalmente como el vestirse de tal o cual manera o retratar de tal forma, que debe considerarse, sino todo lo que la persona trasmite con su manera de ser. Si el candidato con su cuerpo, sus palabras y actitudes, con el conjunto¡ de su imagen, no logra trasmitir lo que se propone no tiene ninguna posibilidad en una contienda electoral como las que ahora tienen lugar.

Hoy día se puede ser un estupendo funcionario público o una persona con pensamiento sólido, pero ser muy mal candidato. Los ejemplos son múltiples y hay casos que lo prueban en todo el mundo. Lo difícil hoy es encontrar a un candidato que comunique y al mismo tiempo sea una persona con sólida formación e ideas. No es lo común. Más bien se da una u otra. Los primeros pueden ser buenos candidatos y malos los segundos. Los segundos pueden ser mejor gobernantes que los primeros, pero antes tendrían que haber ganado la elección.

Los mensajes mediáticos

Las y los candidatos deben tener la capacidad de expresar cualquier idea, la más compleja, en frases simples y en lenguaje periodístico. Es lo que los especialistas llaman dar el sound bait, que es una frase de 15 ó 20 segundos en sí misma atractiva. Esa es la frase que va a recoger la televisión,

que sigue siendo el medio más relevante para la mayoría de los electores, y en razón de su concisión puede pasar sin ser editada en los noticieros y también ser la cabeza de la nota escrita.

La narrativa del candidato debe ser creíble, pero también poderosa convocante. Los largos discursos y los posicionamientos ideológicos, sin duda son rechazados por la gran mayoría de los electores. Estos pueden tener algún efecto entre los seguidores, pero resultan contraproducentes si se quiere obtener el aval de las mayorías.

Los asesores

En el hacer o no caso a los asesores se juega la posibilidad de perder o ganar. Los candidatos que ellos mismos se asumen como estrategas y coordinadores de su campaña son expresión de otros tiempos, que ciertamente no son los de hoy. No contar con asesores o no hacerles caso es camino seguro a la derrota.

Es cierto que también hay muchos asesores charlatanes y venden cuentas de vidrio. El candidato debe elegirlos muy bien y por lo mismo se convierte en una tarea prioritaria. En ello se juega su campaña y también las posibilidades de triunfar. Debe tomarse en cuenta que con frecuencia los asesores propuestos por el partido no son siempre los mejores.

Los fines

El alzarse con la victoria es el propósito de toda campaña electoral. Hoy las campañas testimoniales que pudo haber en el pasado no tienen ninguna relevancia y sentido. Si no se piensa poder ganar vale más no competir e invertir la energía y los recursos en otra cosa, que puede resultar más útil y significativa.

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