miércoles 24 abril 2024

Conmemoraciones

por Marco Levario Turcott

Mientras la escalada de violencia en México continúa en ascenso, se mantienen los mismos patrones oficiales para su combate; igual en el sentido de la estrategia que la enfrenta que en las líneas discursivas con las que obcecadamente se le defiende. En la tensión que genera el quehacer de la administración presidencial y los cuestionamientos que se le hacen, llegamos al cuarto informe de gobierno en medio de la zozobra y la incredulidad en relación con el desempeño de los poderes públicos. Es entendible, simple y llanamente el país es testigo de un desafío formidable del crimen organizado contra el Estado y sus instituciones respecto del que ahora no existen visos alentadores.

En tal contexto, al finalizar agosto el presidente de la CNDH, Raúl Plascencia, afirmó que las violaciones a las garantías individuales vinculadas con la seguridad pública han tenido un incremento considerable en lo que va del sexenio del presidente Felipe Calderón (en las siguientes páginas podrá usted encontrar el informe de uno de sus visitadores). Si faltaran datos al respecto también ahí se encuentra el informe preliminar de los relatores de la ONU y la OEA que, del 9 al 24 del mes pasado, visitaron al país para constatar las condiciones tan difíciles en la que se desarrolla la labor noticiosa. La seriedad del informe integra, sin duda, un temario indispensable para el análisis del entorno en el que se desempeñan los medios y en las medidas que éstos decidan para darle la mayor seguridad posible a los profesionales de la comunicación (está íntegro en el portal de etcétera). A pesar de la indiscutible relevancia que tienen las apreciaciones de los relatores, el jefe del Ejecutivo no les concedió audiencia ni continuó con la convocatoria que él mismo hizo a principios de agosto para que hubiera una reflexión sobre el tema en el país; en cambio, Calderón promovió la imagen de México al recibir a los editores de la revista Hola y saludó como si fuera una victoria de la nación el triunfo de la señorita Jimena Navarrete como Miss Universo.

Más allá de esas grotescas formas de propaganda, frente al ominoso panorama nacional tal vez, al menos como catarsis, haya la necesidad de festejar. Además, ya lo ha sentenciado la iglesia católica, sino lo hacemos en el caso del bicentenario estaríamos pecando y, como no queremos caer de la gracia divina, por eso publicamos el texto de Jesús Olguín en donde documenta el poder avasallador que tuvo la iglesia católica en la supresión de los derechos de creencia del hombre. Sólo tratamos de entender las razones históricas del lenguaje viperino de Juan Sandoval Iñiguez sobre la posibilidad legal para que personas del mismo sexo se unan en matrimonio, pero también aludimos a los festejos a los que invita el gobierno federal y, como no somos de esos amargados a los que se refirió el titular de la SEP, Alonso Lujambio, lo hacemos preguntando por los huesos de José María Morelos y Pavón, con una dirección que apunta más al guión de una novela de misterio que con la meta de cargar, junto al gobierno, la caja de los restos de los héroes que nos dieron patria. En tanto, le preguntamos al señor Lujambio que nos diga ya en serio, incluso aunque nos amarguemos, cuántos ninis hay en el país (recuérdese que él hablo de cientos de miles y no de los millones que “percibe” el Presidente, háganos usted el favor, “percibe”, cuando lo que el mandatario debiera difundir son datos).

Pero antes de esto último, nos preguntamos qué hacer o cómo festejar la frívola respuesta del jefe de gobierno del Distrito Federal frente a los dicterios de los representantes del clero. Y resolvimos echarle huevos una vez más para hacer una edición que se sitúe al nivel de los lectores de esta publicación. Nos referimos a los cascarones de confeti y harina que hace unos días nos estrellamos en señal de gusto porque la Suprema Corte de Justicia aceptó la controversia que, también en el mes de agosto, presentaron legisladores de oposición contra el nombramiento de Mony de Swaan como integrante de la Cofetel (y que luego fue electo presidente de ese organismo). Faltan varios meses para una resolución definitiva pero si ésta es favorable a los cuestionamientos, el grito del 15 de septiembre será un susurro frente a una determinación como esa.

Con todo o pese a todo, es decir, mediante un deslinde claro de la vocinglería oficial, uno no puede dejar de expresar su amor por este país, por lo que a lado de todos ustedes lanzamos el grito aunque no se vea en cadena nacional: ¡Viva México, cabrones, Viva México!

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