viernes 29 marzo 2024

Coahuila: carambola de tres bandas

por María Marván Laborde

Hace apenas una década era impensable suponer que nos íbamos a enterar del caso de la deuda de Coahuila conseguida con documentos apócrifos. Si bien resulta indignante saberlo, al mismo tiempo no puede sino complacernos constatar que ya no se puede hacer un fraude de ese tamaño sin dejar huella y, sobre todo, sin que los ciudadanos tengamos acceso a esos documentos.

Sin embargo, en términos de transparencia aún queda mucho camino por recorrer. Participaron en el fraude, al menos tres diferentes actores: El Gobierno de Coahuila, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y los Bancos defraudados. Me parece una verdad de Perogrullo decir que necesariamente hay cómplices en cada una de las tres partes. La bola de mentiras tuvo que tocar las tres bandas para completar la carambola.

En México hemos avanzado mucho en transparencia de la Administración Pública Federal, poco o casi nada en gobiernos estatales y prácticamente nada en negocios privados. De los bancos defraudados, los que cotizan en bolsa, que no son todos, tendrán que publicar al menos parte de la información ya que por mucho que recurran a la “contabilidad creativa” no podrán esconder el agujero que en sus finanzas harán miles de millones de pesos prestados sin garantías y, que muy probablemente caerán en cartera vencida. No importa como reestructuren la deuda, lo cierto es que sus créditos hoy son papel mojado y habrá pérdidas que reportar. Hoy son más débiles que hace un año gracias a estos créditos mal dados.

No ignoro que la transparencia de negocios privados tiene distintas razones de ser y en razón de ello debe entenderse y aplicarse de manera absolutamente diferente que en el caso de la información gubernamental. Si tomamos en cuenta algunos casos emblemáticos del mundo de los negocios como Enron, Parmalat, el negocio hipotecario de Estados Unidos y España, resulta evidente que las quiebras privadas tienen un gran impacto en la sociedad en su conjunto y por tanto deberían tener ciertos parámetros de publicidad y transparencia con los que se cumplen muy a medias y que difícilmente son suficientes.

Hoy conocemos información de funcionarios de Coahuila y de la propia SHCP que están indiciados en las investigaciones ¿Y los funcionarios de los bancos? ¿Por qué de ellos no se ha dicho nada? Es imposible imaginar que las operaciones se hayan cerrado sin la complicidad de funcionarios o ejecutivos de cuenta involucrados. Partiendo del principio democrático de presunción de inocencia no debería pedirse saber nombres de funcionarios investigados que no han sido declarados culpables, pero resulta imperativo saber que las pesquisas de la PGR incluyen sospechosos en las tres partes de la ecuación. Corruptor y corrompido comparten culpabilidad a partes iguales, el segundo no existiría sin el primero. ¿Llegará la t ransparencia hasta el punto de develarnos en donde está ese dinero? De nada sirve una transparencia a medias si los ciudadanos no somos informados de lo que se hizo con el dinero mal habido ¿Cuánto de ello se utilizó para pagar la ceguera de los ejecutivos de cuenta? ¿Cuánto de ello pudiera llegar a campañas políticas? Ya no sólo es el Gobierno Federal y los ciudadanos de Coahuila los que necesitan conocer con toda transparencia lo que sucedió, en tanto todos los mexicanos vamos a ser afectados por esos fraudes, es el propio PRI quién necesita hacer transparente la información. La opacidad servirá para alimentar la desconfianza. En año electoral ¿les conviene la desconfianza?

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