martes 19 marzo 2024

Afectaciones en el cerebro vinculadas con la columna: sí existen

por Orquídea Fong

En el debate existente en los medios de comunicación y redes sociales sobre la salud de Andrés Manuel López Obrador hay una pequeña faceta que generó incredulidad y mofa hacia el periodista que la puso sobre la mesa.

En su artículo “AMLO, con graves problemas de salud”, publicado el 18 de mayo en El Financiero, el periodista Pablo Hiriart informó –sin revelar las fuentes de su información– que AMLO es atendido por un padecimiento crónico de columna por un médico cubano residente en Miami, especializado en enfermedades de la columna asociadas al cerebro: el doctor Félix Dolorit.

FOTO: ISACC ESQUICEL/ CUARTOSCURO

Señaló que el dolor crónico que el candidato morenista padece es atendido cada dos semanas con analgésicos que inyecta el neurocirujano, y que AMLO requiere una cirugía de columna, pero que, por diversos motivos, la ha pospuesto.

En este artículo no analizaré al completo el texto de Hiriart, ni tampoco hablaré de la (desde mi punto de vista) evidente mala salud de López Obrador. Sólo enfatizaré dos puntos: que el médico Félix Dolorit no ha desmentido la información revelada por Pablo Hiriart a pesar de los diversos acercamientos que etcétera ha hecho para conocer su punto de vista, y que las “enfermedades de la columna asociadas al cerebro” sí existen.

Dicho con mayor precisión: el dolor crónico de columna tiene efectos nocivos sobre el cerebro y diversos estudios científicos lo prueban.

Un área de estudio pionera

Es importante señalar que la especialidad que Hiriart atribuye a Dolorit es real, aunque no necesariamente sea su nombre “oficial”. Los estudios sobre el efecto que tiene en el cerebro una enfermedad de la columna son pocos y muy recientes, pero están totalmente validados por la comunidad científica.

El estudio original, del que parten los estudios posteriores, fue publicado en el año 2004 en el Journal of Neuroscience. Se titula “Chronic Back Pain Is Associated with Decreased Prefrontal and Thalamic Gray Matter Density” y el autor principal es el doctor en fisiología Apkar Vania Apkarian. La traducción: “El dolor crónico de espalda está asociado con el decrecimiento de la densidad de la materia gris en el área prefrontal y talámica del cerebro” (http://www.jneurosci.org/content/24/46/10410).

De acuerdo con la ficha biográfica de su página en Wikipedia, Apkarian propuso la teoría de que el “dolor crónico es una forma de aprendizaje emocional”. Agrega que, en el año 2004, su grupo identificó cambios en la “materia gris relacionados con el dolor crónico de espalda”, y en 2008 describió “anormalidades en la materia blanca relacionados con el síndrome de dolor regional complejo”. Además, encontró evidencia (publicada en el 2012) de que el estado de la conectividad entre el córtex medio prefrontal y el núcleo accumbens puede predecir el desarrollo de dolor crónico de espalda.

Es decir, que los estudios del doctor Apkarian sugieren fuertemente que el dolor crónico de espalda (de columna) provoca cambios en el cerebro y, en sentido opuesto, que ciertos modos de conexión entre zonas cerebrales pueden predisponer al dolor crónico de espalda.

Si bien es un área en desarrollo, la conclusión central es: existe una correlación innegable entre el dolor crónico de espalda (es decir, problemas de columna) y afectaciones en el cerebro. ¿Qué efectos hay en la salud y la conducta a partir de dichas afectaciones en el cerebro? Eso no es materia de los estudios que citamos y las consecuencias aún no están claras.

Dichos estudios tuvieron el objetivo de demostrar la correlación entre el dolor y el cambio fisiológico en el tejido cerebral.

Resultados principales

El estudio que mencionamos arriba descubrió que los “pacientes con dolor crónico de espalda tenían de 5 a 11% menos volumen de materia gris neocortical que los sujetos de control. La magnitud del decrecimiento es equivalente a 10 a 20 años de envejecimiento normal”.

FOTO: ADOLFO VLADIMIR / CUARTOSCURO

Agrega que “el rol del cerebro en condiciones de dolor crónico aún permanece en especulación. Comparamos la morfología cerebral de 26 pacientes de dolor de espalda crónico usando resonancia magnética”.

“El grado de decrecimiento está relacionado con la duración del dolor, indicando una pérdida de 1.3 centímetros por año de dolor crónico”.

Otros documentos

En el libro The Neuroscience Of Clinical Psychiatry, de Edmund S. Higgins, se cita profusamente el estudio de Apkarian. Higgins señala que la señal de dolor que no remite, junto con el estrés que provoca, “puede resultar en un estado exitotóxico e inflamatorio que, esencialmente, desgasta los circuitos cerebrales”.

“Estudios subsecuentes realizados para verificar los hallazgos de Apkarian, han confirmado la pérdida de materia gris en pacientes con migrañas, fibromialgia y dolor facial idiopático”.

El estudio de Apkarian es citado también en el libro From Acute to Chronic Back Pain, de J. Wilkins, editado por University Press Oxford.

Asimismo, fue punto de partida para un estudio más extenso, realizado por Hans Christian Fritz con más de 100 pacientes. Los resultados se establecen en el documento “Chronic Back Pain Is Associated With Decreased Prefrontal and Anterior Insular Gray Matter: Results From a Population-Based Cohort Study”, publicado en el Journal of Pain en 2016.

Este estudio es de especial relevancia, ya que valida los hallazgos de Apkarian, a partir de una muestra mucho más amplia. El estudio original fue hecho en 26 pacientes. El estudio de Fritz, en más de 100.

Conclusiones

La información divulgada por Hiriart es coherente en muchos puntos. Sus fuentes no han sido reveladas, lo cual es una práctica correcta dentro del periodismo.

Los datos del médico son correctos y éste no ha desmentido atender a López Obrador. Es cierto que la ética médica le obliga a la confidencialidad. A pesar de ello, en etcétera hemos buscado un acercamiento con él, ya que en el periodismo no hay preguntas prohibidas.

Al momento, hemos hecho dos llamadas telefónicas y enviado dos correos electrónicos al doctor Dolorit. Asimismo, le hemos buscado por medio de su perfil de Facebook. No hemos obtenido respuesta. En este texto hemos querido contribuir a dilucidar sólo uno de muchos rubros asociados con esta información: que, médicamente, sí existe una vinculación entre el dolor crónico de espalda y afectaciones al cerebro, tal como publicó Pablo Hiriart.

Aún más: en etcétera divulgamos que, según fuentes que mantendremos anónimas, AMLO consume quetiapina, un fármaco clasificado como antipsicótico, pero que también se receta en casos graves de dolor crónico.

Todos estos elementos informativos esbozan un diseño que obliga, nuevamente, a insistir en que el candidato puntero presente un certificado médico. Y no fuimos los primeros en pedirlo: el propio López Obrador dijo (hace algunos años), que era una buena idea.

Ahora, tal como es su costumbre, evade el asunto de manera frívola y mediante frases que pretenden ser graciosas. Pretende que sólo su palabra sea prueba suficiente de su buen estado de salud y se ha burlado de quienes han hecho señalamientos al respecto.

Insistimos: el tema debe resolverse. Todos los candidatos deben presentar un certificado médico. Ni Ricardo Anaya, ni José Antonio Meade, ni Jaime Rodríguez han presentado el suyo.

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