miércoles 24 abril 2024

Adicciones e inseguridad

por Cecilia Sayeg Seade



El tema del narcotráfico nos parecía lejano y en cierta medida lo era de todos los que no estamos relacionados con las drogas. Incluso podemos decir que en los delitos contra la salud es difícil identificar quién es el delincuente y quién la víctima: ¿el que produce la droga, el que la vende, el que la consume?

A partir de la terrible violencia que empezamos a ver, como un cuadro de horror, en los medios desde hace más de un año, y a la que hoy espantosa y lamentablemente nos hemos ido acostumbrando cada vez más, se iniciaron unos spots de radio y televisión del gobierno federal en el que nos acercaban el problema del narcotráfico a nuestra vida cotidiana: “El gobierno de la república combate el narcotráfico para que la droga no llegue a tus hijos” o “Cada cargamento decomisado es droga que no llegará a las calles, que no dañará a tus hijos”.

Ilustración: Rache Engel

Sin duda hay una delgada y frágil línea que se teje entre adicciones e inseguridad. Es un hecho que muchas conductas delictivas están asociadas o se originan por problemas de adicciones. El gran negocio del narcotráfico es la drogadicción, es decir generar y mantener adictos.

Según algunos datos del último reporte de la Oficina para las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) de 2005, 161 millones de personas en el mundo consumieron cannabis; 26.1 millones anfetaminas; 7.9 millones éxtasis; 13.7 millones cocaína; 10.6 millones heroína, y 5.3 millones otras drogas derivadas del opio.

Los datos más recientes de las encuestas de adicciones por ejemplo del área metropolitana de Monterrey1 reportan que ha habido un incremento superior al 250% (¡y no es dedazo!) en el consumo de drogas de 1993 a 2005. El aumento anual a nivel nacional, según datos de la PGR, se estima en 20%. Pero este incremento no es el de las drogas soft o light como la marihuana, sino de las más fuertes: la cocaína (y sus derivados como el crack), las anfetaminas y otras sustancias. Los datos que antes eran insignificantes por su poca representatividad estadística, según expertos en esta materia, respecto al consumo de diversos narcóticos, hoy dejaron de serlo y presentan tasas elevadas. Si bien estas drogas han cedido paso a otras en diversos países, el consumo interno quizá en parte por esta razón, aumentó.

De una población entre 12 y 45 años tan sólo de la ciudad de México,2 12.8% manifiesta haber usado drogas ilegales alguna vez en su vida; 2.4% durante el último año y 1.5% durante el último mes.3 De quienes han consumido drogas, casi 7% han usado más de un tipo. A pesar de que la marihuana sigue siendo la droga de mayor uso (con una prevalencia de 11.3%), aparecen drogas de otro tipo como la cocaína cuya prevalencia actual es de 6.1% o el crack (2.4%) que en estudios previos eran poco representativas estadísticamente. Contrario a lo que al menos yo podría haber esperado, drogas con un menor costo como los inhalables o algunas otras presentan una prevalencia apenas de 1.67%.

 

Aún no contamos con datos actuales de la Encuesta Nacional de Adicciones ENA. Los existentes son los de la ENA/1998 y ENA/2002 donde no se perciben cambios significativos en el consumo de drogas. Sin embargo, al comparar únicamente para darnos una idea, aunque no sea del todo válido, por ejemplo la prevalencia del uso de cocaína de la encuesta nacional de 1998 que era de 1.45% con la encuesta de la ciudad de México señalada, vemos que incrementó el consumo en 400%.

En los últimos años también se ha extendido desmesuradamente la práctica del narcomenudeo, a través de narcotienditas, como se conoce popularmente a la venta de droga en pequeñas cantidades. La Procuraduría General de Justicia Distrito Federal reportó recientemente haber identificado un total de cuatro mil puntos de venta y distribución de droga al menudeo.

Inseguridad

Ahora bien, en el tema de seguridad pública, encontramos un incremento de la delincuencia de 2000 a 2006, a partir de la estimación de datos de las Encuestas Nacionales sobre Inseguridad realizadas por el ICESI,4 que si bien sabemos muchas veces son incrementos que responden o están asociados a otros factores como el económico, también se relacionan con el tema de las drogas. Si comparamos los datos de algunas ciudades en las que ya hemos visto hubo un incremento en el consumo de drogas, como el Distrito Federal, encontramos también que de 2004 a 2005 se incrementó la incidencia delictiva al pasar de 18 mil 822 delitos por cada 100 mil habitantes a 29 mil 254, o Monterrey con un incremento mucho menor, pero incremento al fin, al pasar de ocho mil 426 a nueve mil 421 delitos siempre por 100 mil habitantes.

 

A nivel nacional, en promedio los delincuentes son jóvenes de entre 19 y 25 años, pero encontramos también que casi ocho de cada 100 delitos los cometen chavos entre 12 y 18 años, quienes además utilizan proporcionalmente más las armas que los delincuentes de mayor edad. En la ciudad de México, esta proporción aumenta pues ocho de cada diez delincuentes van armados.

La guerra entre los cárteles de narcotráfico ha cobrado durante 2006 y los primeros seis meses de 2007 poco más de tres mil 500 asesinatos.5


Algunas posibles explicaciones

En la búsqueda de explicaciones de lo que puede estar detrás para acercar a los jóvenes, al menos en México, a las adicciones y con ello a cometer conductas antisociales, podemos señalar algunas:

Nuestra cercanía con Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo, así como con los países productores de Sudamérica (Colombia y Bolivia, principalmente) nos otorgó el estatus, por años, de país de paso de drogas, sin dejar de ver que también se producía, se comercializaba y se consumía. Sin embargo, la mayor vigilancia en las fronteras por parte de las autoridades estadounidenses a partir del 11 de septiembre de 2001 propició que buena parte de la droga se quedara en México.

Adicionalmente, una parte del consumo de ciertos narcóticos que se producen en Colombia y México se sustituyeron por otros de fabricación en laboratorios, dejando de tener mercado en Estados Unidos y Europa (esto coincidió con la práctica de los cárteles colombianos de pagar a los mexicanos en especie, obligándolos a ubicar de este lado la droga que recibían en pago), con lo cual se empezó a considerar al mercado interno como parte del negocio del narcotráfico. Pequeñas dosis de droga son regaladas una o dos veces a niños y jóvenes para generarles adicción e iniciar así un círculo tal como lo vemos y oímos ahora en una campaña de televisión y radio que emprendió recientemente el gobierno en donde comienzan a robar para conseguir dinero y poder comprar la droga, no sin dejar de conseguir un arma6 para que el resultado del robo sea más eficaz: atemorizar a la víctima y tener la seguridad de que podrán obtener objetos valiosos o algunos cientos si no es que miles de pesos.

Por otra parte, los cambios que se han dado en las familias, con la entrada al mercado laboral de casi todos sus miembros niños incluidos para garantizar el sostén del hogar, ha generado situaciones familiares conflictivas y ha dado paso a que precisamente niños y jóvenes estén cada vez más expuestos a la calle, entorno propicio para delincuentes en busca de adeptos.

En el aspecto económico, quizá el crecimiento desmedido y descontrolado del trabajo informal, ha propiciado la práctica del narcomenudeo, además de la comercialización de objetos robados y piratas, haciendo partícipe inclusive a las mujeres de la familia en este tipo de delitos (siendo que hasta hace algunos años apenas 1% de los delitos eran cometidos sólo por mujeres).

Finalmente, podríamos añadir que el vínculo entre adicciones e inseguridad se ha ido fortaleciendo de otro igual de dañino: el de la impunidad y la corrupción, y se refleja lamentablemente en la violencia desmedida que estamos padeciendo como parte de una descomposición social que debemos revertir. Violencia que produce diversas violencias: de género, intrafamiliar, exclusión social, robos en el seno de la familia. Violencia también que está en todos los sectores y en todos los estratos, y por lo mismo, que nos afecta a todos.

Consideración final

Leía hace algunos días que cualquier estrategia para abatir la inseguridad, debe reconocer que la situación que vivimos es resultado de un proceso gradual.

 

El criminólogo Rafael Ruiz Harrell ha señalado insistentemente que mientras se le siga viendo como un problema de policías y ladrones estamos destinados al fracaso. Por trillado que pueda parecernos, es un problema que responde a la interacción de diversos factores y de la misma manera se le debe atacar; es decir, multidisciplinariamente. Las estrategias de prevención del delito deben diseñarse, al menos, desde el enfoque también de salud pública y educación.

Los spots que se han venido transmitiendo por parte del gobierno y otros más del Consejo de la Comunicación están colocando bien el tema. Si el narconegocio es crear y mantener adictos, y tiene fuertes relaciones políticas, económicas y sociales, es difícil atacarlo si no es a través de una estrategia integral muy bien pensada, donde los medios están obligados a tener un papel primordial. Aunque no comparto la visión, especialmente de las televisoras y algunos medios impresos, de mostrarnos cabezas, cuerpos decapitados, otros más descuartizados y la serie de escenas relacionadas con la narcoviolencia que hemos estado viendo por meses eso, insisto, en el mejor de los casos nada más nos va haciendo perder capacidad de asombro y muy posiblemente genere un efecto francamente nocivo en los niños y jóvenes, sí creo que acercarnos al narcotráfico, por lo que se refiere a la drogadicción, como un problema cotidiano es positivo.

Sabemos que las adicciones no podrán eliminarse por completo, lo mismo que la criminalidad; pero sí es posible reducir las incidencias de ambas. En este punto precisamente me parece que los medios juegan un papel fundamental, sobre todo porque tienen la capacidad tanto para poner un tema en la agenda como para vedarlo. Veremos qué camino desean tomar.

1 Edmundo Berumen, “Tasas” julio 2007, en www.berumen.com.mx.

2 Encuesta de Adicciones en la Ciudad de México 2006, realizada por la Secretaría de Desarrollo Social del Distrito Federal y el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.

3 Recordemos que un problema que pueden presentar este tipo de encuestas de adicciones, así como aquellas relacionadas con violencia familiar o con delitos sexuales, es que cuentan con su propia cifra negra, pues en muchas ocasiones el entrevistado por pena o miedo prefiere omitir datos o simplemente no se atreve a decir la verdad.

4 Los datos se pueden consultar en www.icesi.org.mx

5 Fuente: www.reforma.com

6 La utilización de la violencia en diversos delitos se ha agudizado en los últimos años. Algo similar ha sucedido también con el robo de vehículos en términos del incremento de la violencia, pues como cada vez más los vehículos cuentan con complejos sistemas de alarmas y resulta complicado robarse autos estacionados; los delincuentes han “evolucionado” este robo, con vehículos en circulación, para lo cual utilizan armas de fuego a efecto de amedrentar a la víctima y obligarla a bajar del auto.

También te puede interesar