miércoles 24 abril 2024

por Ignacio Herrera Cruz

Cada año nos convoca el ritual de la entrega de los Óscar por la fascinación hacia el espectáculo del cine y la penetración de Hollywood, que borra fronteras, lo que convierte a sus largometrajes en un fenómeno universal.

Este año un puñado de cintas: “12 años de esclavitud”, “Escándalo americano”, “Capitán Phillips”, “Dallas Buyers Club”, “Gravedad”, “Her”, “Nebraska”, “Philomena” y “El lobo de Wall Street” acapararon los reflectores. Se escogerá a la mejor, algo subjetivo pero que con la estatuilla obtendrá un sello de calidad y aprobación.

La cosecha no da para una película que reciba la aclamación popular como en su momento “Titánic” o “Avatar”; tampoco hay filmes controvertidos por su temática de época como “Bonnie y Clyde”, “Apocalipsis” o “Regreso sin gloria”; es, por lo tanto, un año promedio.

Para mejor película en lengua extranjera, ni “La grande bellezza” del italiano Paolo Sorrentino, ni “The Missing Picture” de Camboya, a pesar de que se presentan como reflexiones modernas, cualquier cosa que eso implique; o las más tradicionales en concepción: la belga “Broken Circle Breakdown”, la danesa “The Hunt” o la palestina “Omar”, no parece que sean obligatorias o que rompan esquemas.

Tampoco en el aspecto individual se vislumbran actuaciones sobresalientes del tono de Robert de Niro en “Toro salvaje”, o Daniel Day Lewis en “Mi pie izquierdo”, ni sorpresas excesivas. Por ejemplo, en el ramo de mejor actriz encontramos casi pura consagrada: Cate Blanchett, Judi Dench, Meryl Streep, Sandra Bullock, quizá la excepción sea Amy Adams. Eso no le resta, sin embargo, interés.

Este año el morbo para nosotros los mexicanos estará centrado en Alfonso Cuarón como director y en su película “Gravedad”, nominada a mejor película y mejor fotografía realizada por Emmanuel, “El chivo” Lubezki, en su sexta nominación. Lubezki, al igual que Cuarón, ex estudiante del CUEC. También se centrará en Lupita Nyong’o, la actriz de ascendencia keniana que nació en la Ciudad de México, nominada como actriz de reparto en la cinta “12 años de esclavitud”.

En 2013, y en general en lo que va de esta década, el cine se enfrenta al desafío del cambio tecnológico, la película cinematográfica cede su lugar a la reproducción digital; la venta en DVD o CD parece ya cosa del pasado, lo que afecta las finanzas de los estudios y ha provocado la quiebra de compañías como Blockbuster. Los libros y los guiones originales se relegan a un segundo plano como fuente de inspiración para nuevas aventuras cinematográficas, ya que los comics, por su facilidad de adaptarse a la pantalla usurpan su lugar, eso sumado a la multiplicación de secuelas que vuelve repetitiva la oferta cinematográfica.

También parece que el star system se halla en entredicho, lo que guía esta etapa de Hollywood son las franquicias en las que lo importante es el concepto: tomemos el caso de “Los juegos del hambre”, en donde a pesar de la interpretación muy aceptable de la heroína por parte de Jennifer Lawrence, ella no es el ingrediente principal y podría ser remplazada sin problemas.

En fin, hace alrededor de 100 años los largometrajes se impusieron como la forma privilegiada de creación fílmica, desplazando a los seriales y a las películas de menor duración. En la década de los 30 el cine hablado casi mandó al silente al rincón del olvido y desde los 50 el color marginó al blanco y negro que sobrevive como un rasgo de excepcionalidad, como el caso de la premiada “El artista” o ciertos ejercicios de Woody Allen; este año sucedió en “Nebraska” de Alexander Payne.

Seguramente ha habido y habrá años mejores para los Óscar, pero es imposible sustraerse del embrujo del séptimo arte y su oferta gourmet.

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