López Obrador se ha beneficiado en varias ocasiones del llamado voto dividido, aquél emitido no tanto por convicción sino por pragmatismo, o bien por militantes de un partido no convencidos por su candidato o sabiendo que éste no tiene posibilidades de triunfo, y que eligen al menos malo de los punteros.
En 2006 hubo una diferencia de cuatro millones de votos entre los partidos y sus candidatos; voto dividido, proveniente en 53 % del PRI, 33 % del PANAL (que iba en alianza informal con el PAN) y el restante 14 % de casillas especiales (que por tanto, no votó por el Congreso). De esos votos, 65 % favorecieron a López Obrador, 28 % a Felipe Calderón y 6 % a Patricia Mercado. ¿De dónde surgieron esos votos que fueron para Amlo pero no para el PRD y sus aliados? Esencialmente del PRI, cuyo candidato había caído al tercer sitio muy pronto.
Esos priístas evidentemente veían en Amlo algo más afín a su ideología tradicional que en Calderón. Pero también hubo mucho voto del PANAL, buena parte del cual se dirigió a Calderón (en vista de la alianza entre Elba Esther Gordillo y Calderón). No le bastó a Amlo para rebasar a Calderón, al menos en cifras oficiales (con una diferencia del 0.56 %).
En 2012 hubo también dos millones y medio de voto diferenciado entre candidatos presidenciales y Congreso. Los priístas ahora sí votaron en bloque por su candidato Enrique Peña Nieto, y los panistas lo hicieron mayoritariamente por Josefina Vázquez Mota pese a ir en tercer sitio (salvo cerca de 100 mil, 6 % del total del voto dividido, que probablemente votó por Peña). Entre los miembros del PANAL hubo menos de un millón que no votaron por su candidato Gabriel Quadri, sino mayoritariamente por Amlo. El voto útil que provino de ese partido constituyó el 33 % del total, pero el restante 64 % provino de quienes anularon el voto para el Congreso pero sí votaron para presidente, o en casillas especiales, y mayoritariamente lo hicieron por Amlo. El 92 % de ese voto dividido lo recibió Amlo, en tanto que Peña captó el 8 % restante.
En virtud de lo cual era esperable que en 2018 también habría un voto útil importante a favor de Amlo, como lo anticipé en un libro: (2018, ¿Amlo presidente? 2017). Así fue. Hubo nada menos que más de 8 millones de voto dividido (15 % de la votación total, frente al 10 % en 2006 y 5 % en 2012). De esos, 37 % provino de la coalición PAN-PRD-MC, y 49 % de la coalición PRI-PVEM-PANAL. El resto provino de casillas especiales y anulistas en el Congreso (4 %). De esos votos divididos, 65 % fueron para Amlo (5 millones y medio) y el restante 35 % (casi 3 millones) para el independiente Jaime Rodríguez (el Bronco). El voto dividido provocó que en el Congreso la coalición obradorista obtuviera sólo 44 % del voto frente al 53 % de Amlo para la presidencia. Fue la obsoleta ley electoral y las triquiñuelas de Morena lo que le dieron mayoría absoluta en la Cámara Baja de entrada (la mayoría calificada se obtuvo a partir del transfuguismo).
Imagen: BBC
En 2021 a nivel federal no habrá ese voto dividido, pues sólo se renueva la Cámara Baja. El voto útil ahora se expresará esencialmente en aquellos que sin ver con buenos ojos al PRI-PAN y PRD, sin embargo no desean que Morena continúe con su abrumadora mayoría legislativa, por lo que votarán por la Coalición opositora, de manera pragmática (no convencida ideológica ni programáticamente). ¿Será suficiente ese voto para quitarle la mayoría absoluta a Amlo? No queda claro, por el gran número de devotos que sigue teniendo el presidente pese a todo lo ocurrido, y porque entre los decepcionados de Amlo muchos no desean votar por la coalición opositora (por razones históricamente comprensibles). Quisieran votar comprometidamente (voto ideológico) pero no tienen por quién hacerlo. Y probablemente tampoco les preocupa demasiado que el poder siga concentrado en Amlo. Por lo cual se abstendrán o anularán el voto. ¿Qué porcentaje representa ese segmento? No hay medición confiable al respecto (pues no necesariamente se corresponden con los indecisos).
