viernes 29 marzo 2024

Voto libre y secreto

por Rafael Hernández Estrada

La oposición debiera asumir el compromiso de impulsar en la Cámara de Diputados una política pública para combatir la desigualdad social. Eso sería coadyuvante para que la ciudadanía esté en mejores condiciones de ejercer su derecho al voto con libertad, que es el factor principal para detener o debilitar la gigantesca operación gubernamental que pretende imponer una hegemonía transexenal.

Nuestra Constitución garantiza el sufragio universal, libre, secreto y directo para elegir a los gobernantes (artículos 35, 41, 116 y 120). El voto es universal porque corresponde ejercerlo a todas las personas mayores de 18 años (salvo a quienes se les han suspendido sus derechos políticos por sentencia de un juez); es libre porque cada ciudadano elige con plena libertad y sin condicionamientos de ningún tipo; es secreto porque, gracias a la ley electoral, cada elector lo emite sin que tenga qué rendirle cuentas a nadie del sentido de su voto; y es directo porque todos decidimos la elección de los gobernantes. Estas son las cuatro características del derecho al voto las que, si son asumidas por la ciudadanía, pueden darle al traste a la masiva operación de clientelismo electoral del gobierno de la 4T.

Como es de conocimiento público, López Obrador puso en marcha su enorme estructura de clientelismo desde agosto de 2018. El objetivo de ésta es la conformación de una mayoría electoral que garantice el triunfo de los candidatos de Morena en las elecciones de 2021 y 2024. Esta operación está encabezada por el propio Presidente de la República, a través de sus superdelegados, cuesta 6 mil 100 millones de pesos al año sólo en sueldos y gastos de operación y maneja como oferta condicionada al menos 323 mil millones de pesos anuales.

Los mal llamados Servidores de la Nación seleccionan a los beneficiarios de los programas sociales del gobierno federal y les entregan los apoyos a condición de que éstos profesen fidelidad al Presidente, a su “Cuarta Transformación” y a su partido. La intensa actividad territorial que esa burocracia realiza, distrito por distrito y en cada una de las secciones electorales del país, es la operación en campo que cierra la pinza del cotidiano discurso mañanero que López Obrador emite desde el Palacio Nacional. Es el Presidente quien ha formulado el condicionamiento a los millones de beneficiarios en términos hasta groseros: si la oposición gana las elecciones federales, “le quitará el presupuesto a los pobres”.

Reuters

Con una postura que hace el juego a la estrategia oficialista, ciertos opositores expresan reiteradamente su menosprecio a los beneficiarios y a sus familias, que en su mayoría son personas que no han tenido las mejores oportunidades para su desarrollo y que, por el contrario, sobreviven en difíciles condiciones.

Si la oposición pretende arrebatar a Morena la mayoría de la Cámara de Diputados y las gubernaturas, debe empezar por respetar y solidarizarse con las y los mexicanos que se encuentran en pobreza y en pobreza extrema. Asimismo, deberá asumir la necesidad de que el Estado aplique una política pública para aminorar la desigualdad social, lo que incluye el compromiso de que los apoyos seguirán fluyendo si se cristaliza su victoria en las elecciones venideras. Las fuerzas opositoras también se deben comprometer a que la política social se realice con más eficacia cuando se erradiquen el nepotismo, los moches, la simulación y el sesgo electorero en que incurren los también conocidos como los “vividores de la nación”.

La libre autodeterminación ciudadana es lo único decisivo para contener al presidencialismo exacerbado y ella incluye a los beneficiarios de los programas gubernamentales. Si éstos entienden que los apoyos que reciben no son dádivas de ningún líder o partido, sino producto de las contribuciones de todos, ganará terreno la efectividad del sufragio popular y su poder determinante en la integración de la Cámara de Diputados.

Cincelada: Eludió el 8M con una simulación, pero al final AMLO ratificó su dedazo por Salgado Macedonio. Las mujeres pueden dar una lección a esa arrogancia.

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