sábado 20 abril 2024

Viendo el miércoles

por Javier Solórzano

Muchas conclusiones se pueden sacar sobre la marcha y el mitin del miércoles. Lo que resulta necesario es que no tiene sentido que nadie haga cuentas alegres; desde donde se vea fue una tarde per se difícil.

El dispositivo diseñado por el Gobierno de la ciudad se movió bajo el riesgo. Se dejó la seguridad en manos de ciudadanos que acabaron por convertirse en un cinturón de paz y también en carne de cañón de los “anarcos”.

No están claras las razones que llevaron a que las cosas no pasaran a mayores, sin soslayar los diferentes incidentes que tuvieron a algunos de los integrantes del cinturón de paz en el centro.

El dilema para la autoridad capitalina es grande. Si  en cada marcha se va a instrumentar la seguridad a través de los trabajadores del Gobierno de la Ciudad los riesgos se van a incrementar.

Está claro que no es su trabajo y que en esta ocasión lo hicieron por una singular combinación de voluntarismo con una petición oficial. Ha circulado en redes la molestia de algunos trabajadores a quienes no les gustó el trabajo que les pidieron, al tiempo que vivieron situaciones de riesgo a las cuales no están acostumbrados y que terminaron indignándoles.

Otro de los elementos a considerar es que la ciudad va a vivir sitiada como estrategia de protección para que no la agredan. Muchos monumentos, edificios y comercios son aislados para evitar que sean atacados, como ha venido sucediendo en anteriores manifestaciones.

Es importante para el Gobierno de la Ciudad, que quede claro que a pesar de su legitimidad, no está exento de ser atacado e incluso difamado. Algunas pintas eran directas y rudas en contra del Presidente y de la propia Jefa de Gobierno.

La pregunta es la misma desde hace tiempo: ¿quién está detrás de los “anarcos” y qué pasa por la cabeza de los jóvenes que atacan y agreden sin importar a quién lo hacen y qué les puede pasar? Como decíamos hace algunos días, es muy probable que haya manos que mecen la cuna; sin embargo, no todo termina ahí.

Es probable que algunos de los jóvenes crean y hayan sido ideologizados con la idea del fin del Estado. No compartimos el pensamiento de limitar todo al vandalismo per se. No forman parte de una corriente política que sea nueva o inédita y no son los únicos en el mundo que lo están haciendo. En diferentes marchas en muchos países la agresión y el vandalismo han sido elementos centrales.

En un extraordinario trabajo, La Razón dio a conocer hace unos días la procedencia, la forma de organización y los grupos que conforman a los anarcos. Queda claro, no todo se limita a actos agresivos y vandálicos. Utilizan la violencia porque ven en ella la posibilidad de implantación de sus ideas, al tiempo que saben que la sociedad los ha volteado a ver con particular atención y preocupación.

Se saben observados y poco o nada les importa lo que dicen de ellos. Les queda claro a ellos y a las manos que mecen la cuna que lo que hagan puede llegar a ser más importante que cualquier manifestación, y que en la mayoría de los casos aparecerán en los medios y las redes, por más grande que sea el repudio que se puedan llevar.

La estrategia del miércoles, por más que se pondere, no resuelve el tema de fondo. Todo indica que toda manifestación que se lleve a cabo en la ciudad tendrá a los anarcos como “acompañantes” peligrosos e incómodos.

No pasemos por alto lo que piensan y creen de su entorno y país las y los jóvenes anarcos. Estamos ante una manifestación violenta de sus creencias y de aquellos que eventualmente se la pasan moviendo la cuna.

Pero desde donde se vea, habrá que identificar que los 8 o 10 mil manifestantes lo hicieron con convicción, a sabiendas de las provocaciones y eso nos ayudó a todos a recordar que el “2 de octubre no se olvida”.

RESQUICIOS.

Es larga la historia en la burocracia de Eduardo Medina Mora. Su nombramiento como ministro de la Corte provocó gran controversia de la cual no estuvo exento estos años; queda la impresión que renuncia buscando la salvación.


Este artículo fue publicado en La Razón el 4 de octubre de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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