jueves 18 abril 2024

Videgaray violó la constitución y así revitalizó la diplomacia mexicana

por Carlos Saavedra

No se podía iniciar peor una gestión como Canciller de México, “el afortunado” recibió la encomienda después de haber promovido y gestionado la visita del entonces candidato Donald Trump, a Los Pinos, iniciativa que irremediablemente desembocó en su renuncia de la Secretaria de Hacienda. Sin embargo su destino dio un vuelco con la llegada del neoyorkino a la presidencia de Estados Unidos, haciendo que se revalorizara su posición para llegar a la titularidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Desafortunadamente en el día 1, el Dr. Luis Videgaray se complicó el panorama al confesar en sus primeras palabras como Canciller, frente a Embajadores y personal diplomático, que llegaba con humildad a “aprender”, un acto que en ese momento se interpretó como una muestra de debilidad en la Secretaría. En ese instante no había motivos para el optimismo, con uno de los presidentes de Estados Unidos más hostiles hacia México y con una defensa que se antojaba tibia.

En poco más de un año de gestión, se ha sobrellevado en la medida de lo posible el reto que representa Trump, también se dio un vuelco de 180 grados en la diplomacia mexicana, regida bajo el principio de la no intervención. Esto quedó claro con el liderazgo en la Organización de Estados Americanos (OEA) para que se votara una resolución que obligaba a Venezuela al cese inmediato de la violencia; al respeto absoluto de los derechos humanos, el Estado de derecho y la separación de poderes; a que reconsiderara la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente; establecer un diálogo entre las dos partes, y que se valorara la posibilidad de retirarse de la OEA.

Esta posición significó abandonar la política exterior tradicional que desde la segunda mitad del Siglo XX evitaba a cualquier costo ”intervenir” en asuntos que no fuesen meramente diplomáticos, así el gobierno mexicano se abstenía de opinar afuera, a cambio de que la comunidad internacional voltease a otro lado cuando de México se trataba.

Aunque la actividad emprendida por el Canciller en la OEA fue arriesgada e innovadora para el contexto mexicano, recuperando para nuestro país el prestigio como líder regional, también violó el artículo 89 fracción X de la Constitución que estipula: El Poder Ejecutivo (en el ejercicio de la política exterior) observará los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.

Es decir, el liderazgo a favor de la sociedad venezolana que dio como resultado muestras de reconocimiento hacia México y que revitalizó nuestra política exterior, es una clara violación a la Constitución. México vive en un conflicto existencial desde la finales del Siglo XX y se hizo evidente en 2014 con el aval del Ejecutivo para que soldados mexicanos se unieran a los cascos azules de la ONU. Y a pesar de eso, Videgaray no se detuvo, apenas hace un mes abrió la puerta para reformar la Ley del Servicio Exterior Mexicano, que había estado cerrada por casi 20 años, nuevamente rompiendo con un paradigma se acercó al Congreso para trabajar en la profesionalización del cuerpo diplomático.

El pasado 22 de marzo culminó el proceso parlamentario con la aprobación en la Cámara de Diputados después de haber pasado por el Senado, donde después de intensas reuniones junto con la Cancillería se logró un consenso amplió que dejo satisfechos a la Secretaria de Relaciones Exteriores y a los integrantes de todos los Grupos Parlamentarios, algo inédito en este sexenio.

Entre lo más importante, es que ahora la Ley del Servicio Exterior define las actividades diplomáticas, para que nuestros representantes amplíen su campo de acción en beneficio del prestigio de México. Las representaciones de nuestro país no sólo están para cubrir las primeras necesidades de nuestros connacionales fuera del territorio nacional, también son pieza fundamental en la imagen e influencia que tenemos a nivel internacional.

Por eso ahora la ley estipula en su artículo 1 BIS que: “Las acciones desarrolladas por servidores públicos en el ámbito de las relaciones internacionales de México, con la finalidad de cumplir con los objetivos de la política exterior e incrementar la presencia, el impacto y prestigio de México en el mundo”.

Por otro lado, esta reforma pone un candado para que nuestros representantes en el mundo cuenten con el perfil calificado y no lleguen a las Embajadas y Consulados, políticos y funcionarios sin los méritos, la experiencia y el conocimiento para ser la cara de México en el exterior. Además, a partir de hoy se considerará un ajuste salarial de acuerdo con el costo de la vida en el país en donde estén.

En el último año la política exterior ha dado un salto enorme de la mano de un Canciller que dijo que llegaba humildemente a aprender y afortunadamente no aprendió mucho, porque en la Cancillería hay muy poco espacio para opinar diferente y ser audaces, por eso en las ultimas décadas quienes llegan se han tenido que alinear con la corrección política heredada del Siglo XX.

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