viernes 19 abril 2024

Vandalismo oficial

por Aurelio Contreras Moreno
Etcétera

Llamó poderosamente la atención la organización de los grupos que realizaron ataques a instalaciones del Instituto Nacional Electoral en varios estados, y en el de Veracruz, además, a una oficina de la Secretaría de Desarrollo Social.

Todos los actos vandálicos –terroristas, los llamaron algunos en las redes sociales– tuvieron denominadores comunes que revelan una premeditación y preparación que no es usual en grupos marginales. Y sí, en cambio, en aquellos que han recibido alguna clase de entrenamiento.

También llamó la atención que a pesar de que en ciudades como Xalapa se avisó que se iban a realizar las “tomas” de las instalaciones del INE, con el propósito de que se desalojara al personal, las autoridades no acudieron a resguardarlas sino hasta mucho tiempo después de que los grupos de “anarquistas” realizaron destrozos.

En cambio, cuando por fin se presentaron, las “fuerzas del orden” se dedicaron a hostigar a transeúntes jóvenes que caminaban por las zonas donde fueron los ataques, a sabiendas de que los agresores ya se habían retirado.

Como mencionamos en la anterior entrega de esta columna, lo único que persiguen este tipo de estrategias de violencia es inhibir la de por sí paupérrima participación ciudadana que se espera para los comicios del próximo domingo. Sembrar el miedo entre los electores para que, sumado al desinterés, la desidia o la indecisión, decidan no arriesgarse a acudir a las urnas para votar.

Lo hemos dicho antes. El gran beneficiario del abstencionismo es el partido que cuenta con la estructura más grande. El que tiene los medios y los recursos para movilizar su “voto duro” –o pagado– durante la jornada electoral. Y ése no es otro que el Partido Revolucionario Institucional.

A pesar de sus cuentas alegres, la verdad es que el PRI llega al final de la contienda desgastado, con una pésima imagen entre los ciudadanos, no obstante lo cual se mantiene a la cabeza en la intención del sufragio. Pero con márgenes tan pequeños que no le darán, ni por asomo, la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados que anhelaba el presidente Enrique Peña Nieto, quien junto con el deplorable trabajo de varios gobernadores priistas, es el principal responsable de la caída del tricolor en las tendencias.

En política, rara vez hay coincidencias y situaciones fortuitas. Al menos en Veracruz, resulta muy sospechosa la manera como se vandalizaron oficinas públicas, a plena luz del día y en el centro de la capital del estado, sin que intervinieran elementos policiacos ni militares, siendo estos últimos los responsables de resguardar los recintos electorales federales.

Y también, al menos en Veracruz, se nota el estilo porril de intervenir en cuestiones políticas del grupo que ha gobernado la entidad los últimos diez años. No por nada algunos de los llamados líderes “anarquistas” son frecuentemente vinculados con el ex dirigente estatal del PRI, ex secretario de Gobierno y actual candidato a diputado federal por Acayucan Erick Lagos Hernández, conocido desde su juventud por su proclividad a resolver sus diferendos políticos por la vía del porrismo, lo que le valió ser incorporado en el equipo del entonces legislador federal Fidel Herrera Beltrán, a cuya vera ha desarrollado su carrera.

Por esa razón es que los partidos opositores no dudaron en culpar al gobierno estatal, al PRI y a su aliado el PVEM de las agresiones a las oficinas del INE y exigieron garantías para que la jornada electoral se desarrolle con normalidad.

Pero eso es mucho pedirle al vandalismo oficial.

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