viernes 19 abril 2024

Una ruda historia: el Mundial del 78

por Javier Solórzano

Moscú.— En el Mundial de 1978 a la selección nacional le ocurrió todo lo malo que le podía suceder. Pasó de la esperanza al ridículo desde el primer partido. Túnez fue el primer rival; todo hacía  suponer que el juego daba para pensar en una victoria, con base en las cuentas alegres, bajo las cuales vive el futbol mexicano. La esperanza tenía que ver con las ganas de creer y con un equipo interesante, pero sobrevalorado.

Túnez nos anotó tres a uno y nos hizo ver muy pronto que no había futuro, más bien fue el primer paso hacia una  brutal pesadilla. Alemania nos metió caminando seis; en tanto que, para cerrar la ronda, Polonia nos ganó tres a uno; 12 goles en contra y dos a favor; por cierto uno de ellos de penalti.

Los futbolistas que participaron en el Mundial argentino superaron la pesadilla como pudieron, otros desaparecieron y en algunos casos dejaron de jugar profesionalmente.

Una investigación hecha por estudiantes de la UAM-X sobre el Mundial de 1978, arrojó pistas de las razones por las cuales se pudieron haber presentado reacciones sociales tan agresivas.

Para los que tienen memoria futbolera, recordemos lo que fue la llegada de la selección al aeropuerto del entonces DF. Tuvieron que sacar a los jugadores por la puerta de atrás. Sólo el técnico, un hombre decente y entrañable, a quien conocimos bien en la respetable y competida Liga Española, don José Antonio Roca, dio la cara.

No había nada que pudiera satisfacer a nadie, empezando por los indignados y frustrados aficionados. Después de lo que había pasado no había ni por dónde empezar. En largas conversaciones, don José nos dijo que las cosas se habían descompuesto desde el momento en que Túnez nos metió el primer gol: “algo pasó entre los muchachos… quizá también no éramos lo que pensamos y lo que soñamos”.

Las conversaciones que tuvieron los estudiantes con algunos de los futbolistas que jugaron en el Mundial evidenciaron cómo empezaron su viaje entre la esperanza, optimismo y seguridad para terminar en medio de una pesadilla, sin querer saber nada de futbol y llenos de miedos dentro y fuera de la cancha.

Se dio el caso extremo y fanático de que las esposas y familiares de algunos jugadores recibieran insultos y agresiones en la calle. Un futbolista y su pareja fueron tratados vilmente por la cajera del supermercado, al que iban por lo menos una vez cada quince días.

¿Qué fue lo que pasó en Argentina? ¿Por qué México quedó en el último lugar? La respuesta es multifactorial. Lo que vimos en la UAM-X es que la publicidad fue avasalladora, creando un sentido de las cosas que no tenía que ver con la realidad futbolística.

Dicho de otra manera, la publicidad, la cual por lo general miente un poco y exagera un mucho buscando vender, vender y vender, impulsó un producto, la selección, que no tenía qué ver con lo que era y vendía.

Los jugadores estaban abrumados; era tal la cantidad de compromisos que tenían que cumplir, que fueron perdiendo concentración y su capacidad de autocrítica. No eran ni lo que ellos creían ni lo que los medios y sus ganancias nos vendían a toda hora ni lo que los aficionados deseaban y aspiraban. Fue una auténtica pesadilla futbolera, dolorosa y de tristeza colectiva.

¿Han cambiado los tiempos? Quizá los jugadores sean los que más han evolucionado y aprendido, hoy tienen más elementos para reaccionar ante situaciones límite, propias del juego y de la alta competitividad.

Los medios de comunicación también han evolucionado, más en el terreno tecnológico que en la forma de ver y hablar sobre el futbol. Las excepciones son conocidas y son las que marcan y hacen las diferencias.

No estamos en el Mundial 78, pero luego resulta que los fantasmas del pasado se nos acercan.

RESQUICIOS.

El DEBATE fue lo que se imaginaba. Ganaron los cuatro, nomás faltaba.


Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de junio  de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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