viernes 29 marzo 2024

Una leyenda llamada Freddie Mercury

por Marco Levario Turcott

Uno de los mayores privilegios que podemos tener en la vida es avisar que estamos cerca de perderla. Un privilegio porque la incertidumbre se ha disuelto en el proceso de aceptación del fin de nuestro ciclo, tener oportunidad de despedirnos y, acaso sobre todo, definir qué hacer durante los últimos días u horas que tenemos.

No es disparatado creer que Freddie Mercury pensó lo antedicho al ser informado de que le quedaba poco tiempo de vida. Desde luego ignoro su procesamiento en el ámbito privado, pero en el su actividad profesional (que fue su vida) podemos afirmar que es lo que significan las composiciones de “Innuendo”, una despedida, en particular, “These are the days of our lives”, tema con que el vocalista de Queen dijo adiós a sus seguidores mediante un video, el 30 de mayo de 1991.

(…) los días de nuestras vidas
han volado con rapidez en el tiempo…

Desde luego tengo en cuenta que los conocedores podrán acotar que “These are the days of our lives” fue compuesta por el baterista Roger Taylor aunque igual que como pasó con una gran cantidad de canciones, por ejemplo Dragon Attack (algo de lo mejor de Queen aunque sin los efectos de otras que le dieron fama) que se atribuye a Brian May, fue resultado de la improvisación de la banda, más todavía, en el contexto de la conmoción que representaba la inminente ausencia de Mercury. Por ello, como también han señalado varios expertos al final de la rola es claro que el vocalista prefiere decir te amo a decir adiós. Su sonrisa al final del video lo muestra pleno, incluso divertido: está seguro de dedicar lo que le queda de vida a la música.

Freddie fue un músico acucioso pero aunque ahora otra vez tenga relevancia en los medios, no lo fue como Frank Zappa, Brian Eno o Robert Fripp, por citar solo a ellos entre al menos tres o cuatro más antes que el creador de Rapsodia Bohemia. Tampoco fue un virtuoso ante los instrumentos (nunca quiso tocar en vivo su obra maestra) aunque me parece que sí está entre los grandes vocalistas de la historia del rock, quizá sólo por debajo de Robert Plant y al menos para mí Roger Daltrey (The Who). Pero todas esas virtudes juntas más la sensibilidad y el sentido del espectáculo hicieron de él una leyenda. ¿Qué haría con la oportunidad que le dio la vida al avisarle que esta pronto terminaría? Saberse eso, una leyenda y, junto con ello, recuperar a su familia, los integrantes de la banda y grabar Innuendo a finales de 1989 y las primeras semanas de 1990. Freddie sabía que sólo ellos podrían traducir lo que él sentía y así fue. May ha dicho que ese periodo fue muy complicado porque la enfermedad arremetió con fuerza y Freddie no podía traducir en palabras sus sentimientos, lo que quería expresar, por lo que “Roger y yo verbalizamos por él”, en suma: sus amigos le dieron la música y los palabras para despedirse.

Freddie Mercury le tenía pavor a los aviones, nada más terrible que un final intempestivo que cortara de tajo las aspiraciones y, quizá por ello, tener más o menos siete años de vida para enfrentar otros miedos fue fundamental para él. Así convocó a quien sería su úlitma pareja y así también dijo al padre que al final había podido traducir buenos pensamientos en buenas acciones tal y como él le enseñó, y lo mismo hizo con Mary, el amor de su vida a quien quiso para casi todo. No sé de algún registro donde él se arrepintiera de sus excesos (Elton John llegó a señalar que sus fiestas lo dejaban agotado y eso que Elton era en serio un emblema del desmadre) entre la saciedad del apetito de la carne, múltiples extravagancias y la cocaína entre otras tantas oportunidades que se dio en la vida.

Mercury decidió morir como vivió. Lo vuelvo a mirar en el concierto emblemático de “Ayuda en vivo”, en 1985. Está lleno de energía, salta y hace como que corre para llegar directo al piano y ejecutar para la madre que fue quien inspiró su obra maestra, y ya luego con el micrófono en todo lo alto sigue con las demás canciones, ahí está Radio Gaga (que inspiro a la cantante famosa a llamarse así, Lady Gaga) y otras más que suscitan el llanto de Mary y la sonrisa plena de Jim Hutton, allá en el televisor al padre satisfecho, la hermana conmovida y la madre orgullosa viendo el beso, sintiéndolo más bien, el beso que lanza al aire su hijo directo a su corazón que es ahí donde encontró calidez para siempre. Pero esto rebasa a la vida de Farrokh Bulsara, se trata de Freddie Mercury y él trasciende a millones de gargantas y sentimientos en todo el mundo que cantan con él y entonan los himnos de la banda:

We are the champions, my friends
And we’ll keep on fighting ’til the end
We are the champions
We are the champions
No time for losers
Cause we are the champions of the world

No sé si aquella histórica fusión entre el vocalista y los escuchas le dio redoblado entusiasmo a Mercury para definir los siguientes años. Pero estoy seguro de que al menos tuvo un gran sentimiento de gratitud para despedirse mediante la grabación de “Innuendo” y el video “Los  días de nuestras vidas”.

La leyenda anunció que padecía Sida el 23 de noviembre de 1991 y, al día siguiente, falleció. Estoy seguro de que lo hizo sabedor de que había entregado todo. May lo dice así al reseñar la grabación de Innuendo:

Freddie sufría dolores, pero podía disfrutar de lo que más le gustaba hacer. A veces eso solo duraba un par de horas, porque se cansaba mucho. Sin embargo, durante ese par de horas, lo daba todo. Cuando no podía tenerse en pie, solía apoyarse en una mesita y se bebía un vaso de vodka y decía: Cantaré hasta que me desangre.

Y así sucedió.

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