viernes 29 marzo 2024

Una indefinición como definición

por Javier Solórzano

El presidente de la SCJN no se quiso pronunciar abiertamente sobre la extensión de su mandato; su respuesta terminó en un sí, pero no.

Su indefinición-definición va a colocar a la institución en una situación interna profundamente delicada. No se pierda de vista que todo indica que lo que decida el organismo no contará con el voto de Zaldívar, debido a que es sujeto de la controversia.

El tema se podría zanjar con facilidad si el ministro desde el viernes mismo hubiera planteado que la extensión es inconstitucional y que se apega a la Carta Magna como un respeto a ella, al Estado de derecho y a sus colegas.

Estamos de nuevo en los riesgosos terrenos de la legalidad, la política y la ideología. Cuesta trabajo imaginar que Arturo Zaldívar no conociera el anexo de la reforma judicial. También resulta cercano a lo absurdo suponer que el Presidente no conociera la propuesta de un cuasi conocido senador del Partido Verde, con nexos, por cierto, de tiempo atrás con el gobernador de Oaxaca, hombre cada vez más cercano al Presidente bajo la dualidad del beneficio que esto le puede traer a su estado y también en lo que bien podríamos llamar el acomodo.

Estamos ante una decisión concertada de máximo riesgo. Para justificarla, no hay manera de hacerlo desde la perspectiva constitucional, se han colocado en el centro conceptos que rompen con la legalidad. El líder de Morena en Diputados justificó la aprobación con base en una serie de vertientes ideologizadas desde el poder, más que a través de reflexiones y explicaciones de carácter legal.

La razón de ello estriba en que si optan por entrar en otros terrenos sus argumentaciones se rompen, por más que apelen al ataque de que los “conservadores optan por el derecho, un liberador opta por la justicia, por la felicidad y por lo que es necesario”.

Una argumentación de esta dimensión termina con cualquier debate, porque el Estado de derecho, si nos atenemos a los argumentos del jueves y viernes, terminan siendo irrelevantes bajo esta óptica, a la vez que coloca a quienes gobiernan como dueños de una verdad absoluta y como instancias únicas para definir el destino de la sociedad.

Pareciera que la Constitución y el Estado de derecho en su conjunto solamente se atienden en la medida en que sirvan para un proyecto político que debe ser discutido y no ser aprobado de manera avasalladora, sin debate, o debates simulados, y en automático.

El fondo del asunto no tiene que ver con la legitimidad del gobierno, la cual no merece reparo alguno, tiene que ver con la gobernabilidad de un país y con los aparatos legales y constitucionales que lo organizan y definen.

En forma y fondo quienes hoy nos gobiernan están en el mismo lugar de aquellos que insisten no ser; recordemos el “no nos confundan, no somos como los de antes”. Sin menoscabo de las razones que motivan al gobierno a los llamados cambios de paradigma y en medio de las prisas por instrumentarlos, sin pasar por alto las elecciones, se está avasallando de la mano de una polarización que provoca escenarios profundamente delicados de presente y futuro en medio del estás conmigo o contra mí.

Con todo, en medio de las controversias algo importante es el hecho que tenemos instrumentos para dirimirlas. La clave está en saber si los actores responsables de ellas van a asumir con responsabilidad y con la ley en la mano las muy delicadas y trascendentes decisiones que les toca tomar, o si optan por lo que han dado por llamar “lo que es necesario”.

Estamos ante un gran problema, pero no dejemos de considerar que forma parte de la dinámica que estamos viviendo.

Lo que puede llevarnos a escenarios insospechados es la forma en que se resuelva este lance.

RESQUICIOS

La visita del nuncio apostólico a Aguililla fue un respiro para sus habitantes. Al día siguiente, la violencia y los retenes regresaron. La presencia de Coppola fue alentadora en medio de la sistemática ausencia de los gobiernos estatal y federal.


Este artículo fue publicado en La Razón el 26 de abril de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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