miércoles 24 abril 2024

Una afrenta a todas las mujeres

por Luis de la Barreda Solórzano

La candidatura de Félix Salgado Macedonio para gobernador del estado de Guerrero, defendida no sólo por el líder nacional de Morena sino también por el mismísimo Presidente de la República, es el escándalo más inmundo. Es una afrenta no únicamente a las mujeres que lo han acusado de haberlas violado, sino a todas las mujeres.

Clama al cielo que un hombre denunciado tres veces por el delito de violación, uno de los delitos más crueles y devastadores, sea el abanderado del partido en el poder para gobernar una entidad federativa. Muchas voces femeninas, incluso dentro del partido gobernante, se han pronunciado contra esa indecencia. Asimismo, algunas voces masculinas. Esa protesta, ese clamor contra la indignidad y el deshonor, ha sido ignorada por los dirigentes, en tanto que los militantes morenistas y los simpatizantes varones del actual gobierno no parecen estar indignados, o al menos no lo manifiestan públicamente. Su ominoso silencio es complicidad vergonzosa.

Las funcionarias gubernamentales también han optado por un envilecido mutismo, salvo la secretaria de Gobernación, que defendió sin pudicia a Salgado aludiendo a la presunción de inocencia, como si retirarle la candidatura fuera equivalente a imponerle una condena judicial. ¿Es que las y los silentes han perdido la razón? ¿Es que su actitud no los llena de vergüenza? ¿Es que la secretaria de Gobernación, exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ignora que la presunción de inocencia se refiere al juicio penal, e incluso a juicios no penales por extensión del derecho al debido proceso, pero no convierte a un sapo en príncipe? No hace surgir virtudes en un sujeto acusado no por una sino por tres mujeres de uno de los delitos más repugnantes.

En el caso de Salgado Macedonio, la pretendida presunción de inocencia ha sido, en realidad, patente de impunidad: no ha existido posibilidad alguna de que se le dicte una sentencia condenatoria por la sencilla e ignominiosa razón de que no se le ha procesado por ninguno de los delitos de violación que varias mujeres le imputan. Una verdad de Perogrullo: sin proceso no puede haber sentencia.

Es verdad que otras anunciadas candidaturas de Morena y aun de la alianza opositora son también indefendibles. Esa es la deplorable realidad. No parece que una trayectoria virtuosa sea el factor principal para ser ungido como candidato. Al revisar los antecedentes de un buen número de aspirantes inevitablemente queda en la cabeza la idea de que las mejores mujeres y los mejores hombres, los más honestos y capaces, no tienen interés en gobernar y, por tanto, no compiten por las candidaturas, o bien que sus propios méritos los descalifican a los ojos de los dirigentes de los partidos.

Es claro, tenebrosamente claro diría Machado, que entre los políticos mexicanos no hay hoy mismo un Gilberto Bosques, un Martin Luther King, un Nelson Mandela, un Barack Obama, una Angela Merkel, una Jacinda Ardern, un Joe Biden. De acuerdo, qué le vamos a hacer. Pero elegir candidato a un individuo sobre el que pesan tres acusaciones de violación, al menos una de las cuales está sustentada en pruebas suficientes para que el imputado sea procesado —según ha señalado reiteradamente el exfiscal que conoció del caso—, es llevar la política al estercolero.

En Antígona, Sófocles observa que muchas son las cosas asombrosas, pero nada es más asombroso que el hombre, y dictamina: “Penetrante hasta más allá de lo que caprichosamente podríamos soñar es su fértil habilidad, sea para el bien o sea para el mal. Cuando honra las leyes de su país y mantiene la justicia que ha jurado ante los dioses respetar, se yergue orgullosamente en la ciudad; pero no tiene ciudad quien, atolondradamente, se enfanga en el delito”.

Independientemente de las tres acusaciones de violación en su contra, Salgado Macedonio se ha enfangado con su pésima gestión como alcalde de Acapulco —durante la cual se desbordó la delincuencia y el narco se infiltró profundamente en el aparato gubernamental—, con sus grotescos episodios de ebriedad agresiva, con su inaudita amenaza de desaparecer a la Suprema Corte de Justicia.

Abundan las acciones groseramente repulsivas en la vida pública mexicana. Ninguna tan abyecta, tan vil, tan inadmisible como la postulación de Félix Salgado Macedonio.


Este artículo fue publicado en Excélsior el 11 de febrero de 2021. Agradecemos a Luis de la Barreda Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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