viernes 29 marzo 2024

Un periodista asesinado más. ¿Cuántos son? ¿Cuántos más?

por Orquídea Fong

Según el criterio que se aplique varía la cuenta. Pero lo cierto es que ayer, 24 de agosto, asesinaron a un periodista más. Al mexiquense Nevith Condés. Un colega más por el que nos dolemos.

De acuerdo al conteo que hemos realizado en etcétera, con el que concuerdan otros medios de comunicación, ya son 18 los periodistas asesinados en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Está también el conteo que hace la CNDH y el que hace Artículo 19, y ambas listas varían.

Esta diferencia se debe a lo que quien hace el conteo considera como “periodista”.

1️. Artículo 19, que es la organización que ofrece la lista más corta (de 12 periodistas), contabiliza a los periodistas asesinados “por causa de su labor informativa”. Así, por ejemplo, deja fuera al periodista Óscar Iván Camacho, periodista deportivo. Supongo que porque se dedicaba precisamente a los deportes. También deja fuera al conductor de programas musicales Reynaldo López, que no hacía periodismo “serio”, sino de farándula.

2️. Otro conteo lo hace la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que es más incluyente, pero que en el caso de este sexenio, deja fuera de la lista a varios activistas indígenas, que a su vez, hacían comunicación desde radios indígenas y comunitarias. Es decir, no eran “periodistas profesionales”, pero sí hacían comunicación y además, era comunicación activista.

3️. Diversos portales web incluyen en su conteo a todos los comunicadores (considerados periodistas o no) que han sido asesinados este sexenio. Esa lista abarcadora tiene 18 nombres. Destaca el conteo realizado por el colectivo de periodistas feministas Reporteras en Guardia.

*Es importante señalar que un comunicador puede ser asesinado por su labor aunque no se dedique al periodismo “profesional”. Puede ser asesinado aunque su labor comunicativa sea de “aficionado”, en medios marginales, en medios comunitarios y aunque su labor comunicativa se limite a dedicar canciones en el radio. Y más abajo diré por qué.

*Es importante señalar que un periodista puede ser asesinado por su labor aunque se dedique a fuentes consideradas inocuas, como el espectáculo, la cultura o los deportes. Se piensa equivocadamente que solo los periodistas que nos dedicamos a temas políticos pisamos callos, pero no es así.

*Es importante enfatizar que un periodista puede ser asesinado por motivos ajenos a su profesión, como un asalto común o por rencillas personales, pero que es obligado que el Estado ponga en primer lugar la posibilidad de que haya sido asesinado por su labor, para después considerar otras líneas de acción. Hasta el momento, los gobiernos de todos los niveles hacen lo posible por descartar a la máxima brevedad el factor “periodístico” en la muerte de un periodista y achacarlo, si pueden a la delincuencia común o peor aún, a que el periodista “andaba en malos pasos” (como solía decir el infame Javier Duarte).

CONCLUSIONES

*Una persona puede hacer comunicación sin hacer formalmente periodismo. Sin embargo, toda labor comunicativa, hasta la más inocua, tiene el potencial de molestar a alguien y con ello, generar agresiones a quien la ejerce. La publicidad, las relaciones públicas, la comunicación organizacional, son labores comunicativas que rara vez tocan terrenos peligrosos para la vida, pero aún así, no están 100% exentos. Y abajo diré por qué.

*La labor informativa militante y activista (que realizaban algunos de los comunicadores indígenas asesinados) quizá no sea periodismo en el sentido estricto, pero implica el uso de medios de comunicación para informar de situaciones que molestan a un tercero y provocan la agresión, por lo que es necesario que se analice si se consideran asesinatos por la labor informativa.

*El periodismo de deportes, de cultura y de espectáculos son “seguros” supuestamente, ya que en ellos uno no se mete (otra vez supuestamente) con personalidades peligrosas. Pero esto no necesariamente es cierto y abajo digo por qué.

*Más peligroso es el periodismo político y el de nota roja, en el que se toca al crimen organizado. En esta área en donde corren más peligro los periodistas. Los que exponen temas incómodos, por supuesto, no los aplaudidores del poder o los apologistas de criminales (no diré nombres, no es el objeto de este texto).

*Los periodistas de comunidades pequeñas corren mucho más riesgo que los periodistas que vivimos en ciudades grandes. Esto lo afirmo al revisar la lista de los periodistas asesinados.

*Dada la profunda infiltración de la delincuencia organizada en numerosas áreas de la vida mexicana, un periodista está en riesgo de pisar un callo, sin importar la fuente que cubra. Imaginemos un periodista deportivo que narra un partido de beisbol por la radio estatal. Uno de los equipos es propiedad de un poderoso capo. La transmisión no fue del agrado del capo, ya que el periodista se expresó burlonamente de su equipo. El capo ordena que a ese periodista se lo chinguen.

Imaginemos ahora a una reportera de sociales que cubre una boda, a la que su pequeño medio la envió por petición del papá de la novia, otra vez, un narco destacado que pagó por la cobertura.

La reportera incurre en desagrado con el tipo, ya sea porque no sacó suficientes fotos de su hija o porque le dedicaron a la nota un espacio muy reducido. El narco se siente ofendido y ordena que la secuestren y asesinen.

Y así, en dos escenarios hipotéticos, pero nada imposibles dada nuestra realidad actual, dos periodistas de fuentes “seguras” son asesinados.

Y sus muertes no son catalogadas como producto de su labor informativa.

Opino que debemos abrir la visión y redifinir qué es el riesgo profesional.

Además, por supuesto, de exigir al presente gobierno que combata eficazmente la inseguridad con soluciones de corto plazo.

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