viernes 29 marzo 2024

Un muy buen saque

por Javier Solórzano

Una de las razones por las cuales los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala ven con esperanza al futuro gobierno tiene que ver con la forma en que están siendo tratados.

Quieren ser visualizados y vistos de manera distinta de cómo lo ha hecho el actual gobierno. Lo que quieren, entre otras cosas, parece simple y resulta, paradójicamente, de gran profundidad. Cercanía, que los escuchen y que haya sensibilidad de quienes gobiernan, más que anden echando a andar sus maquinarias que no necesariamente ofrecen resultados.

Veremos en los próximos meses si esta empatía inicial se mantiene y fortalece. Cuando el nuevo gobierno esté en funciones podrá poner en marcha lo que está proponiendo y prometiendo, y ahí tendremos ya una idea de hasta dónde se puede llegar. Lo que se reconoce y se ve, es que la reunión y la actitud parece genuina y con ánimos de querer resolver el caso.

Un elemento relevante de ayer fue el hecho de que López Obrador se haya sentado con los padres de familia y los haya escuchado. Fue importante también que haya estado con ellos en la conferencia de prensa; resultó, sin duda, una decisión acertada y solidaria.

Nos la hemos pasado en conferencias de prensa paralelas después de reuniones similares. Por un lado, el gobierno da su versión y, por otra parte, los padres de familia presentan la suya. En un buen número de casos, las perspectivas han sido diametralmente distintas, lo que incluía percepciones diferentes sobre el clima y ambiente en que se habrían desarrollado los encuentros.

La reunión de ayer le otorga una nueva dimensión al caso, entre otras razones por el hecho de haberse encontrado y también por la forma en que se desarrollaron las pláticas.

El gobierno de Peña Nieto acabó por rehuirle a los padres de familia, por las razones que se quiera. No quería que lo increparan, que le preguntaran y le exigieran.

No había manera, quizá como imaginaba o deseaba el actual gobierno, que las reuniones se fueran de largo; o que no pasara nada. Desde el gobierno no se leyó bien el entorno y lo que estaba pasando. Se enconchó y se enquistó con su versión, la cual fue cuestionada una y otra vez, a veces con bases y argumentos válidos;  otras con la militancia y el antigobiernismo por delante.

En lugar de abrirse y discutir con base en sus argumentos, el gobierno no se salió de su “verdad histórica”, la cual le ha costado muy cara. Por más que tenga un valor real y deba ser considerada la investigación oficial, el gobierno no entendió que estaba obligado no sólo a informar a los padres de familia, sino también a estar con ellos. La distancia se fue ensanchando y la comunicación se diluyó, hasta perderse.

En medio de todo lo que han vivido los padres de familia, es evidente que el encuentro de ayer haya resultado esperanzador. López Obrador se dedicó a escuchar y estar; algo que el gobierno de Peña Nieto intentó en un primer momento, pero presionado como estaba, no había de otra, olvidó o quizá evadió.

Los retos que vienen son innumerables, pero se han empezado a dar buenos primeros pasos. A este saque, que bien podríamos definir como de esperanza y reconciliación con el Estado, deberán venir los hechos y las respuestas.

López Obrador se va a enfrentar muy pronto con la terca realidad. El caso está muy imbricado, cargado de diversas versiones que confunden, y a estas alturas, de intereses. Es una tarea complicada, pero fundamental para los padres de familia y para el país mismo.

Se dio un paso significativo y en el camino sería sensato no pasar por alto lo que se ha hecho.

Lo que es definitivo es que ayer llegó un viento de confianza y comunicación; y que se vieron a los ojos.

RESQUICIOS.

Creamos nuevas leyes, en el ámbito de la justicia, pensando en la construcción de un país nuevo y diferente. No tiene sentido arrepentirse, porque lo que está de por medio es un bien mayor, aunque en el camino se crucen por ahí personajes de la calaña de Javier Duarte.


Este artículo fue publicado en La Razón el 27 de septiembre de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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