jueves 18 abril 2024

Un homenaje para Pablo Larios Iwasaki

por Marco Levario Turcott

Pablo Larios Iwasaki está entre los diez grandes porteros del futbol mexicano. Se dice fácil.

Lo vi jugar unos dos o tres años antes de la Copa Mundial, México 1986. Su cara me remitió a Mogli –sí, el célebre niño de “El libro de la selva”– y su cuerpo tan flaco a Shaggy, el amigo inseparable de Scooby Doo, pero lo que era un hecho es que volaba como Superman y sus reflejos nos remitían a los gatos. Sin embargo, el mote de Superman o Gato ya lo tenía fijo otra leyenda en la historia de la portería, también de Cruz Azul, llamado Miguel Marín.

Años atrás, en los setentas, yo había sido Rafael Puente, otro gran arquero de nuestro balompié –emblema del Atlante y América– y de manera esporádica Prudencio “El Pajarito” Cortés y Nestor Verderi, ambos también cancerberos de los Cremas (el primero voló a Tecos de la UAG y, el segundo, si mal no recuerdo, llegó a los Zorros del Atlas, pasó al América y terminó en Neza). Lo cierto es que ya no tenía edad ni espacio para encarnar a Pablo Larios, por no decir Héctor Miguel Zelada, el segundo mejor guardameta extranjero de nuestro futbol después de Miguel Marín (para mí, el tercero lo disputan Walter Ormeño y Walter Gassire).

Pero sí tenía edad, como ahora a los 52 la tengo, para angustiarme frente al televisor y sufrir con las “descolgadas” de Pablo Larios para bajar el balón que tenía un envío amenazante, yo creía que soltaría el balón o de tan delgado de pronto volaría como un papalote para surcar los aires del cielo azteca. Me daba gusto ver cómo jugaba para la tribuna, se lucía vamos, y era la delicia de fotógrafos y narradores que, como Juan Dosal, describía sus lances de lince y atajadas de epopeya. Me daba ternura su seriedad acrobática y nunca me convenció más que, digamos, José Pilar Reyes o Pedro Soto, aunque sí lo vi por encima de Olaf Heredia y Paco Castrejón, uno emblema de Pumas y otro de los Millonetas, célebre por vestir todo de verde (a mí me parecía como un perico panzón, o como Santo verde pero sin máscara). Ah, para desconcierto de algunos americanistas, en mi opinión Larios fue mejor que Adrián Chávez.

Sé que Pablo Larios inspiró a Jorge Campos quien me parece el mejor portero mexicano de nuestra historia, por arriba de Antonio Carvajal, el ya mencionado Puente e Ignacio Calderón además de Guillermo Ochoa. Aunque, para el llamado “Brody”, Larios es el mejor guardameta que ha tenido nuestro futbol (y quien, por cierto, lo entrenó).

Hace treinta años América ganó el campeonato de liga de Cruz Azul. Pablo Larios estaba en la portería de “La Máquina Celeste” y un error suyo fue decisivo para la derrota de su equipo al mandar un pase por el lado derecho de su portería a Luis Roberto Alves Zague quien en un segundo se acomodó la pelota y disparó de zurda para un gol impresionante que dejó a Mogli tendido sobre su costado izquierdo. Lo demás, ya se sabe: América tuvo ventada de 2 goles pero Cruz Azul empató hasta que un penal ejecutado por Antonio Carlos Santos dejó en el piso a Shaggy como si hubiera sido atropellado por el monstruo de algún circo. Luego de ese tremendo yerro, Larios se fue a jugar a Puebla.

Pablo Larios Iwasaki murió hoy, a los 58 años. Tuvo algunos problemas de salud desde su retiro en 1997, y uno de ellos en el estómago le provocó un paro en el corazón de acuerdo con los partes informativos. Seis años mayor que yo, entonces por eso creo que se fue joven y junto con ello también espero que se haya ido feliz, así, como si de pronto se desprendiera del piso como un papalote y se alejara de nosotros revoloteando entre las nubes.

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