viernes 19 abril 2024

Trump se pasó de la raya

por Rubén Aguilar Valenzuela

Las declaraciones del presidente Trump sobre la acción de un grupo de neonazis en Charlottesville, Virginia, en las que reconoce que en el mismo hay “personas muy buenas” es lo que convenció a “casi todos los líderes empresariales que tenían que terminar la asociación con él”, aseguran Ed Crooks y David Crow del Financial Times.

Los empresarios le habían perdonado muchas cosas, entre ellas la salida del Acuerdo de París sobre cambio climático, pero estas declaraciones van más allá de lo que cualquier empresario de Estados Unidos puede aceptar de cara a la propia sociedad estadounidense. Era el momento, plantean los analistas, que los empresarios debían “trazar una línea”, para deslindarse del presidente.

El presidente Ejecutivo de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, que participaba en uno de los dos consejos de asesores empresariales creados por Trump, ahora en crisis, envió una nota a los empleados de la firma donde dice: “Estoy totalmente en desacuerdo con la reacción del presidente Trump a los acontecimientos que tuvieron lugar en Charlottesville”. Eso piensan los otros empresarios que también renunciaron.

Jorge G. Castañeda sostiene que por encima de cualquier otra declaración hecha por Trump esta es la más grave: “Se metió con media humanidad: con todos los norteamericanos bien pensantes; con la corrección política, por odiosa que sea; con la comunidad judía norteamericana; con todas las organizaciones de derechos civiles, de afroamericanos, de defensa de los derechos humanos en general. Los palomeó todos. Al querer establecer una igualdad, simetría o equivalencia moral y política entre los grupos de ultraderecha, de nacionalismo blanco —que lo han apoyado con fervor— y por otro lado los sectores de izquierda o incluso de extrema izquierda, en ocasiones también violentos, extremistas y dogmáticos, cruzó un Rubicón que no es fácil de atravesar de regreso”.

Castañeda, profesor de la Universidad de Nueva York y conocedor profundo de la sociedad estadounidense, plantea que “Trump quizás no entendió que afortunadamente en EU hoy al igual que en muchos otros países, no se puede ser “una buena persona” y al mismo tiempo participar en una manifestación donde figuran personas que portan banderas con esvásticas, o que lanzan consignas antisemitas tipo “sangre y tierra”, o que evocan o usan la vestimenta del Ku Klux Klan” y continúa, “(…) esta crisis es la más grave. Trump transgredió normas infranqueables en EU”.

Los analistas del Financial Times y Castañeda señalan que vendrán nuevos tiempos para Trump. Todavía más difíciles de los que ha tenido hasta ahora siempre provocados por él. Su ideología racista y a favor de la supremacía blanca estuvo siempre en la campaña y ahora la ratifica como presidente. Esta vez se pasó de la raya y ya no va a poder regresar a donde estaba. Existe una alta posibilidad de que se radicalice y profundice su aislamiento. El futuro de EU y el mundo no es promisorio con ese personaje.


Este artículo fue publicado en El Economista el 20 de agosto de 2017, agradecemos a Rubén Aguilar Valenzuela su autorización para publicarlo en nuestra página.

También te puede interesar