lunes 18 marzo 2024

Totalitarismo y autoritarismo en México

por Alejandro Vázquez Cárdenas

Antes que nada aclaremos que podemos entender por “totalitarismo”. En apretado resumen se puede decir que  el totalitarismo es un sistema de gobierno cuyo principio fundamental es el ejercicio absoluto y sin restricciones del poder por parte del Estado. Es un sistema que restringe severamente las libertades individuales y construye un modelo de sociedad homogéneo, de una manera implacable y usando métodos coercitivos. En pocas palabras su meta es la creación de una ideología que permita al líder o su grupo diseñar proyectos personales, con una  legitimidad sostenida por la fuerza y la intolerancia.

En la práctica el totalitarismo es una forma de dictadura. El Estado administra absolutamente todo y de una manera rigurosa,  desde el territorio hasta el último de los servicios públicos.

El totalitarismo no admite oposición alguna  y todo se somete a los dictados del partido gobernante. Evidentemente algo así es totalmente  incompatible con cualquier forma de democracia, ya que pone al Estado por encima de todo, haciendo de él un fin en sí mismo.

El totalitarismo es un fenómeno relativamente reciente.  Así llamó a su doctrina fascista el dictador italiano Benito Mussolini (1883-1945), cuyo eslogan político era “Todo en el Estado, todo para el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.

Totalitarismo y  autoritarismo, si bien muy parecidos, no son exactamente lo mismo, son sistemas políticos (dictaduras) que conceden poder ilimitado a un líder carismático;  la diferencia tiene que ver con el proyecto político que cada una propone, sea del signo ideológico que sea.

El autoritarismo suele implicar la idea de que un orden rígido es necesario para preservar el estado de las cosas. El dictador o el líder autoritario se asume como el ser idóneo para tener el poder absoluto. Quienes se opongan sufrirán las consecuencias, mientras que quienes consientan o no hagan nada podrán seguir en lo suyo, si tienen suerte.

En cambio, el totalitarismo parte de la necesidad de un gran cambio, una “Cuarta transformación”, una reestructuración forzosa y controlada del aparato del Estado y la sociedad, para lo cual el partido debe controlar absolutamente todos los mecanismo de poder y las estructuras de gobierno. El “líder”, en estas circunstancias, se convierte en una especie de Gran Hermano orwelliano.

EFE

En estos sistemas el poder se unifica en una sola persona o un grupo reducido que sobreponen la razón de Estado por sobre la razón humana. Complementaria, o más bien obligadamente, el Estado controla todo el sistema educativo y la prensa, reduciendo sus facultades a la mera reseña y promoción de los avances científicos, deportivos y tecnológicos ya que estos se utilizan para bien del sistema. Un buen ejemplo es el diario Cubano Granma. Quien tenga curiosidad puede revisarlo fácilmente.

Otra característica que comparten los regímenes totalitarios, tales como el nazismo, el fascismo, el comunismo y la dictadura es que sustentan su ideología dentro de un concepto hipernacionalista como factor de identificación, unión y participación.

Finalmente hablemos de la Dictadura. ¿Qué es una dictadura? Es un gobierno que invocando el interés público, ejerce su gestión sin tener en cuenta las leyes constitucionales de un país; no representa (ni le interesa) la voluntad general y no permite ninguna oposición a su línea política.

Se diferencia de los regímenes totalitarios de gobierno porque la dictadura no tiene una ideología elaborada, no busca el apoyo de las masas, su democracia, si existe,  es una farsa, en ocasiones muy elaborada, pero farsa a fin de cuentas, y no trata de cambiar la sociedad.

En general un gobierno tipo dictadura se instituye por un golpe militar y se sostiene en tanto las fuerzas armadas puedan defenderlo y así convenga al gran capital. No respeta los derechos de las personas ni les brinda mayor libertad; no se opone a un grupo político, étnico, económico, etc. en particular, simplemente reprime toda oposición, o la compra, como lo vimos en su momento en México.

 ¿Ahora comprende, estimado lector, la afortunada expresión de Vargas Llosa calificando al México priísta como “La dictadura perfecta”? Expresión, que dicho sea de paso, le costó la salida intempestiva de México.

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